'The Blind Ones' (1968) / LEONOR FINI / WEINSTEIN GALLERY

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Filosofía

Variaciones sobre el deseo femenino

La editorial Lumen publica dos libros sobre el amor y la sexualidad femenina: el ensayo ‘Eros. Dulce y amargo’ de Anne Carson y una novela inédita de Simone de Beauvoir

17 diciembre, 2020 00:00

La poeta griega Safo sostenía que el sentimiento amoroso era dulce y amargo a la vez. Estos dos adjetivos, antitéticos pero inseparables, son el punto de partida del ensayo que firma la poeta norteamericana, especialista en el mundo clásico y última Premio Princesa de Asturias de las Letras, Anne Carson. “De nuevo Eros, que desata los miembros, me hace estremecerme, esa pequeña bestia dulce y amarga, contra la que no hay quien se defienda”, escribió Safo. A partir de este fragmento la escritora norteamericana nos recuerda que Eros es “placer y dolor”, una experiencia contradictoria en sus propios términos sobre la que Carson indaga a través de textos literarios en este libro publicado por Lumen que, en simultáneo, edita por primera vez en castellano una novela inédita de Simone de Beauvoir: Las inseparables

Se trata de una feliz coincidencia, no sabemos hasta qué punto intencionada, porque ambos textos dialogan entre sí hasta el punto de que la experiencia de amor y pérdida narrada por la filósofa existencialista puede interpretarse a partir de las reflexiones realizadas por Carson sobre la idea del Eros. Las inseparables es un texto escrito por Beauvoir en 1954, después de Los mandarines, novela con la que ganó el Premio Goncourt, y de publicar el primer tomo de su autobiografía, Memorias de una joven formal, cuando Beauvoir ya era una figura intelectual relevante en la Francia de la posguerra tras haber publicado El segundo sexo (1949).

La escritora canadiense Anne Carson, Premio Princesa de Asturias de las Letras.

La escritora canadiense Anne Carson, Premio Princesa de Asturias de las Letras

Tanto aquí como en el primer tomo de sus memorias encontramos referencias, más o menos veladas, a la figura de Élisabeth Zaza Lacoin, a quien Beauvoir conoció con solo 12 años y que se convirtió en su mejor amiga y en un primer amor secreto, condenado, como todos, a ser imposible. No solo por las circunstancias, sino porque, como recuerda en el prólogo Sylvie Le Bon de Beauvoir, hija adoptiva y albacea de la filósofa, la entonces futura escritora “comprende rápidamente que Zaza no siente un apego similar por ella y no sospecha de la intensidad del suyo, pero ¿qué importa eso ante el deslumbramiento que significa amar?”.  

Esta historia biográfica, narrada como si se tratara de una obra puramente de ficción –Zaza es Andrée Gallard y Simone, Sylvie Lepage–, es una especie de educación sentimental, especialmente por lo que se refiere a Lapage/Beauvoir y al descubrimiento de que el amor puede incluir amargas sensaciones como la no correspondencia o la ausencia de la persona, como es el caso de Zaza/Andrée morirá en la vida real con tan solo 22 años–. 

Eros, Anne Carson

En su ensayo, Carson explica que la palabra Eros denota necesidad, carencia, deseo por lo que falta. Y es precisamente sobre este concepto cultural sobre el que se funda la experiencia de Lapage en la novela de Beauvoir, que se confiesa a sí misma: “Comprendo de pronto, con estupor y alegría, que el vacío de mi corazón, que el sabor triste de mis días solo tenían una causa: la ausencia de Andrée. Vivir sin ella no era vivir”. En este vivir doloroso, en la ausencia de la amada, es, como nos recuerdan los poetas clásicos, empezando por Safo, donde reside la experiencia y el placer del amor: “Como la manzana que, roja, se empina en la alta rama, en lo alto de la más alta rama. Los cosecheros la olvidaron. No, no la olvidaron. No pudieron alcanzarla”. Carson usa estos versos para subrayar la naturaleza inaccesible de la persona amada, que se hace patente a través de la escritura, que subraya y a la vez borra la distancia. 

La escritora Simone de Beauvoir

La escritora Simone de Beauvoir

La filósofa francesa dejó su novela sin publicar –el título ha sido puesto por su hija– por motivos que desconocemos. Pudo ser una decisión suya o influida por la opinión de Sartre. De lo que no hay duda es de que conservó el manuscrito hasta su muerte y esto indica cuánto le importaba esta historia, que necesitó escribir como una manera de trasladar al papel su experiencia. En el caso de Carson, la traslación de la experiencia sentimental al campo de la escritura muestra cómo la alfabetización modifica el Eros y nos hace más conscientes de nuestro cuerpo y de nuestra identidad. “Cuando un individuo entiende que es el único responsable de la coherencia de su persona, un influjo como el de Eros se convierte en una amenaza personal concreta”, escribe la Premio Princesa de Asturias. Y añade: “Para los poetas líricos el amor es algo que asalta o invade el cuerpo del que ama hasta arrebatarle el control”. 

Las inseparables, Simone de Beauvoir

Una situación equivalente es la que vive el alter-ego de Beauvoir: el amor por su compañera de infancia le asalta de improviso, su amistad se convierte en otra cosa, un sentimiento incontrolable, placentero y doloroso. “Sigo unida a usted en este momento más que nunca, querido pasado, querido presente, mi querida inseparable”, le escribirá Beauvoir a Zaza cuando está en su lecho de muerte. La unión desde la ausencia es una contradicción, como también lo es el Eros sobre el que escribe Carson, y lo es, sobre todo lo demás, la novela, que se define por su condición paradójica. Es relevante, más allá del sustrato autobiográfico de todos sus textos, que Beauvoir haya optado por la ficción para contar ese primer amor inasible al que persigue a través de la palabra escrita. “Una paradoja es un tipo de pensamiento que intenta alcanzar algo, pero nunca lo consigue”, igual que el corredor de Zenón no llega nunca a la meta o Aquiles no supera a la tortuga. 

No fue la muerte quien arrebató a Beauvoir a su amada. Su amor estaba perdido de antemano. Proveniente de una familia conservadora y profundamente católica, Zaza aceptó el matrimonio que le habían concertado y tuvo dos hijos. La filósofa, en cambio, rompió con los moldes sociales, pero siempre siguió unida a su amiga, a la que evoca en sus obras. De cierta manera, continuó persiguiéndola y tratando de atrapar esa pasión inalcanzable. Probablemente, como sugiere al final de su ensayo Carson, porque quizás sería mucho peor vivir sin deseo.