La cultura íbera ha sido una de las más importantes del mediterráneo occidental desde hace más de 2.300 años. Aunque había numerosas tribus con diferentes lenguas, los íberos tenían por lo general unas características muy similares: construían ciudades amuralladas para enfrentarse a un enemigo común, dominaban el cultivo y tenían una religión centrada en la adoración de elementos de la naturaleza, llegando a ofrecer sacrificios a los seres que adoraban.
La ruta de los íberos está compuesta por 17 yacimientos de estas tribus, coordinados por el Museo de Arqueología de Cataluña, y tiene como objetivo dar a conocer los numerosos restos y pueblos que lo habitaban, de los que ahora tenemos referencia por los escritos griegos y romanos de la época.
Creación de la ruta
En 1998, Barcelona inauguró la exposición Los Íberos. Príncipes de Occidente, que tuvo muchísimo éxito. Tanto es así que el Museo de Arqueología de Cataluña, con la ayuda de la Fundación La Caixa, aprovechando el creciente interés por esta cultura, impulsó la creación de esta ruta. A los 17 yacimientos que la componen, y que ayudan a comprender la historia y el modelo de vida de estos pobladores, se incorporan otro tipo de elementos como fortificaciones, museos, aldeas o torres creadas por los integrantes de las tribus.
Algunas civilizaciones, como los cetesanos, los ilercavones o los ilergetes, son un ejemplo de lo que se podrá visitar en este fantástico entorno. Además, la ruta de los íberos se divide en siete itinerarios diferentes, por cada tribu que compone este lugar.
Algunos pobladores íberos
Para aquellos que decidan emprender esta ruta, podrán encontrar yacimientos de la civilización Ausetans, que levantaron fortificaciones en lugares muy elevados y estratégicos para controlar su territorio, y que participaron en rebeliones contra los romanos después de invadirlos. También los Laietans, que ocupaban una de las zonas más pobladas de la ruta, con numerosas explotaciones agrícolas. De este pueblo también se crearon posteriormente ciudades romanas como Barcino, Baetulo o Lluro.
Los íberos de Cerdaña son otro de los pueblos que han dejado su huella en esta ruta. Fue uno de los más importantes, ya que controlaban los pasos estratégicos entre los Pirineos y eran grandes ganaderos y productores de jamón. De estos, destaca el Castellot de Bolvir, un poblado de piedra perfectamente conservado.
Castellet de Bayoles
Además del Castellot de Bolvir, este es uno de los yacimientos más destacados del camino. Se trata de una civilización ibérica que en su época controlaba el río Ebro y, aunque sus comienzos se desconocen, se calcula que antes del siglo VI ya convivían en esta zona. La ciudad controlaba el comercio entre la costa y el interior a través de este río, por el que colonizadores griegos y fenicios navegaban buscando cereales, madera y metales.
Con la llegada de los romanos, a finales del siglo III, tuvieron que abandonarla. El descubrimiento de esta ciudad sucedió mucho más tarde, en 1912, tras encontrar varias monedas y joyas. Después de esto, se comenzó a excavar la zona, encontrando numerosos elementos que han hecho de esta civilización una de las más relevantes por su sistema defensivo y dominio de la metalurgia. Además, ha sido declarado Bien Cultural de Interés Nacional.
El Castellot
Es uno de los pocos poblados ibéricos localizados en el Pirineo y el más importante de los Ceretans hasta la fecha. Apareció en el siglo IV a.C, incorporando estructuras defensivas y elementos domésticos, como chimeneas, molinos de mano o contenedores cerámicos.
Se localiza en el extremos y la zona más elevada de La Corona, en Bolvir. La visión perfecta hacia el tercio occidental de la comarca hacía que pudieran controlar el territorio. Uno de los hechos históricos que más llaman la atención al hablar de este poblado es el paso del cartaginés Anibal cuando iba a combatir contra los romanos durante la Segunda Guerra Púnica.
La Ciudadela
Situada en Tarragona, ha sido reconstruida para dar una imágen real de como vivían los íberos. Se encuentra frente a los estanques de la playa de Calafell y tiene unos 3.000 metros cuadrados fortificados donde vivían los líderes de la tribu de los cesetanos. Su reconstrucción comenzó en el año 1992 y se amuebló con réplicas, teniendo en cuenta todos los elementos que se hallaron en su excavación. Además, siguió el modelo de países del norte, en concreto del yacimiento de la Edad de Hierro de Eketorp, en Suecia.
La Ciudadela forma parte, desde 2007, de la red europea EXARC (European Exchange donde Archaeological Research and Communication), que agrupa yacimientos y elementos arqueológicos para fomentar el aprendizaje didáctico y experimental.
Otras actividades
Además de visitar los restos íberos y recorrer los siete itinerarios que pasan por las distintas civilizaciones, en esta ruta se pueden realizar diferentes actividades para disfrutar al máximo de esta experiencia, sin importar la edad de los visitantes.
El fin de semana ibérico es uno de los más conocidos y se celebra el primer fin de semana de octubre. Además, durante todo el año hay actividades de descubrimiento y experiencias inmersivas que suponen un auténtico viaje en el tiempo.