Pau Claris, el canónigo 'president'
Su muerte precoz permitió mitificar su figura y pasar a la historia como "el president del corpus de sang", el presidente de la ilusión antes del desencanto
18 febrero, 2018 00:00A Pau Claris se le considera el presidente de la Generalitat catalana cuando Cataluña se separó de la monarquía española en 1641. Hay que empezar por decir que en el siglo XVII no existía la presidencia de la Generalitat como institución. La Diputación de la Generalitat la formaban tres diputados y tres oidores en representación de cada uno de los tres brazos: real, militar, y eclesiástico. La elección se hacía por insaculación. El diputado eclesiástico ejercía la presidencia del colectivo de seis personas. Pau Claris fue elegido diputado eclesiástico en julio de 1638, junto a Francesc de Tamarit, diputado por el brazo militar, y Josep Miquel Quintana, por el brazo real, junto a los tres oidores.
Nació en 1586 en Barcelona. Su familia procedía de Berga. Fue el hermano pequeño de los cuatro hijos de Pau Claris y Petronila Casademunt. La familia Claris pertenecía a una burguesía acomodada que se movió entre el comercio y el derecho. Su padre fue jurista. Su hermano Francesc, mercader. Pau se doctoró en derecho civil y canónico en Lleida. Fue elegido como representante del brazo eclesiástico en las cortes polémicas de 1626, que se enfrentaron por primera vez a Olivares. Como canónigo en la Seu d'Urgell, tuvo colisiones con el obispo catalán de esta diócesis Pau Duran. En 1638 su hermano Francesc fue elegido conseller segundo de la ciudad de Barcelona.
Francia
La guerra con Francia desde 1635 tensionó especialmente las relaciones de la Generalitat catalana con la monarquía. El ejército de los Tercios ocupó parte de Cataluña, planteando la problemática de los alojamientos y de las levas. Las únicas ciudades que acogieron bien a los tercios fueron Blanes, Pineda y Malgrat. En marzo de 1640, Claris estableció los primeros contactos con la Francia de Luis XIII. En ese mes fue detenido el diputado Tamarit y dos de los miembros del Consell de Barcelona. En mayo estalló el alzamiento rural con Santa Coloma de Farners como avanzadilla. El obispo de Girona, el gallego fray Gregorio Parcero, dictó sentencia de excomunión contra los tercios de Leonardo Moles por la destrucción de la Iglesia de Riudarenes. El 22 de mayo, 200 campesinos lograron liberar a los detenidos. La revuelta campesina se trasladó a Barcelona.
El corpus de sangre del 7 de junio de 1640 ha pasado a la historia como el día en que se asaltaron infinidad de casas de nobles o miembros de la Real Audiencia. Los líderes serían Sebastiá Estralau y Rafal Goday. El asesinato de Dalmau de Queralt, virrey de Cataluña, fue el hito más sangriento de aquel corpus. Claris rechazó verbalmente los actos de violencia popular y reiteró que "el primer negocio y el mayor es ablandar a Cataluña" y depositó la responsabilidad en "alguna gente ruin y sediciosa". Pero lo cierto es que paralelamente, negoció con Francia fórmulas de entendimiento y pacto que se concretaron en el convenio del 24 de septiembre de 1640 en el convento de capuchinos de Ceret por el que se concertaba una ayuda militar de Francia a Cataluña para enfrentarse al ejército castellano que amenazaba con invadir Cataluña. En ese mismo mes, todavía enviaba cartas a su embajador en Madrid, Bernardirno de Manlleu, con pronunciamientos de lealtad a la Corona.
La República catalana
Los representantes de Francia, Duplessis, Besançon y Espenant, vinieron a Barcelona y negociaron directamente con las instituciones catalanas. El 16 de enero de 1641 los Brazos proclamaban la República catalana. Duró siete días. El 23 de enero los franceses exigían que Cataluña se pusiera bajo la obediencia francesa. Las condiciones establecidas fueron draconianas. Francia se comprometía a respetar las instituciones catalanas pero el virrey sería francés y los cargos políticos y eclesiásticos también. Seguiría la inquisición y se prometían alojamientos militares ajustados a las constituciones. El ejército castellano del marqués de los Vélez sería derrotado por el franco-catalán al pie de Montjuic el 26 de enero. Duplessis, entraría en Barcelona como capitán general.
Pau Claris moriría el 27 de febrero, un mes después. Richelieu lo haría en 1642 y Olivares sería cesado en marzo de 1653. Empezaba una nueva época, la de la separación de Cataluña que se prolongaría hasta 1652 en un contexto político diferente. Ya desde 1643, se registran no pocos signos en Cataluña de voluntad de retorno a integrarse en la monarquía española.
El mito de Claris
El mito de Claris nació con la Renaixença y fue Víctor Balaguer su principal promotor. En 1865 se bautizó una calle de Barcelona con su nombre; un año más tarde en los Juegos Florales sería premiado el poema Nit de sang de Verdaguer; en 1877, en otros Juegos Florales, sería premiado el Plant de Pau Claris de Ángel Guimerà. En 1880, se puso el retrato de Claris hecho por Antoni Raynés en la Galería de Catalanes Ilustres del Ayuntamiento de Barcelona. En 1873 publicaban Josep Coroleu y Pella y Forgas una biografía de Claris y en 1884 el seminarista Salvador Bové escribiría otra. Se buscaron ansiosa e inútilmente en la Iglesia de San Juan de Jerusalén en 1886 los restos de Claris ante el replanteamiento urbanístico que suscitó la Expo universal. El escultor Rafael Atxe hizo una estatua del personaje que se inauguró en 1917 y hoy está situada al lado del Arco de Triunfo, ocupando el lugar que dejó la de Casanova, actualmente en la Ronda. El himno de Els Segadors tomó la letra de Emili Guanyavents en 1899, basándose en un romance del siglo XVII recogido por Milà i Fontanals.
En los últimos años se ha escrito mucho sobre el canónigo Claris. En los acercamientos más recientes al mismo, algunas ideas quedan bien explícitas: el aura religiosa con la que su figura dotó a la revuelta, cuyos ideólogos como Gaspar Sala la vincularon siempre al integrismo católico, la inviabilidad del sueño autónomo entre las monarquías de España y Francia y la entrega a Francia como recurso inevitable para frenar la revolución social popular. El miedo a la revolución, el chantaje francés y la vuelta al redil español como mal mucho menor que la dependencia del centralismo francés. Lecciones que la muerte temprana de Claris le evitaron asumir directamente y que le permitieron, por su muerte precoz, pasar a la historia como "el president del corpus de sang", el presidente de la ilusión antes del desencanto.