¿Patriotismo o patrioterismo?
No soy partidario de toda esta parafernalia de las fiestas nacionales, banderas, himnos y demás quincallería patriotera. Es algo que me provoca un auténtico repelús. Son simples manipulaciones de la historia que los que mandan nos imponen, como nos imponen la creencia de que España se paso ochocientos años luchando sin parar para echar a la morisma infiel en una cosa llamada la Reconquista que empezó Don Pelayo en Covadonga y acabaron Isabel y Fernando en Granada. Ahora han querido hacer algo así como una puesta a punto y se han sacado de la manga eso del "patriotismo constitucional", que es como la versión reggae de lo ya conocido.
A mí no me duele España porque creo que es imprescindible pensarla. No es una cuestión de sentimientos sino de argumentos; no va de testosterona sino de neuronas
Unos dicen que descubrieron América, y otros que cometieron un genocidio. Aunque no parece que por aquellos tiempos las cosas se hicieran de una forma muy diferente a tal como se hicieron en la guerra de la antigua Yugoslavia, que al fin y al cabo la tuvimos aquí al lado y, como quien dice, hasta hace dos días. Sin embargo, como muy bien explica Steven Pinker, "pese a todas las tribulaciones de la vida, pese a todos los problemas que sigue habiendo en el mundo, la disminución de la violencia es un logro que podemos saborear". No podemos mirar el pasado a través del retrovisor de hoy, y menos con anteojos. Por mucho empeño que pongan, es poco factible que la conquista de Valencia y Mallorca por parte de los catalanes fuera el resultado de la acción de una ONG para los refugiados ni que haya diferencia alguna entre la prosopopeya de la Hispanidad y los llamados Países Catalanes, o entre la invención del 2 de mayo y el 11 de septiembre. Tampoco estaría de más recordar que la última conquista colonial española --Ifni-- se efectuó en tiempos de la II República. Ni que la utilización de gas mostaza fue auspiciada por Alfonso XIII, con el apoyo entusiasta de Francesc Cambó, ministro de Hacienda, para usarla contra la población del Rif ,como venganza por el Desastre de Annual en el que las tropas españolas en Marruecos sufrieron una humillante derrota.
Contraprogramar un patrioterismo a otro puede ser un tactismo para ver quién acaba poniendo la bandera más grande o quién silba más fuerte, si al himno y al Rey de España o a Piqué. A mí no me duele España porque creo que es imprescindible pensarla. No es una cuestión de sentimientos sino de argumentos; no va de testosterona sino de neuronas. Así que no me esperen en esta contienda de patio de colegio porque estoy plenamente convencido de que, como ya escribió Samuel Johnson en el siglo XVIII, "el patriotismo es el último refugio de los canallas".