Ciencia

¿La Tierra, una unidad?

7 febrero, 2017 00:00

Digámoslo una vez más, un sistema es más potente cuanta mayor interacción tenga entre sus componentes, y mejor distribuida esté. Cuando en una sociedad se agrandan brechas como, por ejemplo, la de la renta el sistema resulta más inestable y débil, y por tanto más peligroso e indeseable. Hace años que en nuestro planeta se introdujo el título de "patrimonio de la humanidad", una idea que cree en la bondad e inteligencia de los bienes globales y en el sentido de la propiedad de todos; pasados, presentes o futuros. El planeta Tierra puede verse así como una sola entidad. Todos vamos en un mismo barco y se considera inaceptable el desorden de un lema como el "sálvese quien pueda".

No sólo se ha de valer, sino saber. Junto a la idea de persona, el método científico nos abre un camino seguro, por lento y arduo que sea, del que se deriva un mejor conocimiento de lo que nos rodea. Hay que distinguir siempre ciencia de pseudociencia, una suplantación de aquella que se conduce según falsas razones. Es habitual encontrar embaucadores hablando ex cátedra y contradiciendo los hechos. Por ejemplo, hace unos años en Nigeria se proclamó que las vacunas contra la polio formaban parte de un plan norteamericano para propagar el sida y la infertilidad por el mundo islámico. También hay quienes se atreven a asegurar que el kétchup y la mostaza ocasionan demencia. Huelgan comentarios.

Hay que hallar alternativas a los combustibles fósiles, como la de almacenar energías renovables y distribuirlas. Se trata de nuestra supervivencia, el mayor reto a medio y largo plazo de la humanidad

Hablemos de la realidad del calentamiento global y del efecto invernadero. Hay gente que niega esos hechos cual paparruchas, basándose en que otros hagan uso ideológico de ellos; los extremos se tocan en los malos modos. Está demostrada la creciente fusión de hielos polares y glaciares, y esto implica una inexorable subida del nivel del mar (los glaciares aceleran su movimiento hacia el mar y elevan el nivel de las aguas globales; ahora se prevé en la Antártida el desprendimiento de un iceberg de unos 5.000 kilómetros cuadrados de superficie). Pero lo más grave es que se provoquen fenómenos que al rebasar un cierto umbral, se lleguen a desbocar y produzcan interacciones calamitosas. Así, la desviación de las corrientes marítimas y circulación libre de éstas; o la menor salinidad de los océanos. El clima de la Tierra, como señala Ramón Tamames en su libro Frente al apocalipsis del clima, nunca ha sido constante, se han producido notables cambios en los miles de años de que se tienen registros de temperaturas. Pero debido a la acción humana, ahora estamos en el período más cálido de los últimos 2000 años. Desde 1950 se ha disparado la intensidad del efecto invernadero. ¿De qué se trata? Veamos: casi un tercio de la energía que el Sol vierte en la Tierra vuelve directamente al espacio, mientras que de la energía solar absorbida por la tierra y los océanos, una buena porción torna al aire en forma de radiación infrarroja, que es absorbida por los gases de la atmósfera (en especial, dióxido de carbono, metano y vapor de agua); son los gases del efecto invernadero (GEI). Al emitirse en una longitud de onda diferente, más larga, y no lograr alejarse, la energía se concentra en el entorno de la Tierra como en un invernadero y hace subir la temperatura. Por todo ello se postula la reconversión de la economía hacia una sociedad baja en combustibles fósiles. Hay que hallar alternativas como la de almacenar energías renovables y distribuirlas. Se trata de nuestra supervivencia, el mayor reto a medio y largo plazo de la humanidad.

Tamames ha recordado cómo en 2014 el líder de la mayoría republicana en el Senado norteamericano hizo campaña para conservar su escaño con el lema ultramontano: ‘carbón, armas, libertad’, y llamó a desobedecer las regulaciones del Presidente de la Unión. Hay que saber qué tenemos entre manos y con quiénes andamos.