Portada de 'El Rinoceronte' de Ionesco, en la edición de Losada

Portada de 'El Rinoceronte' de Ionesco, en la edición de Losada

Letras

Ionesco, Lernet-Holenia y la invasión de los ultracuerpos

El mismo Ionesco recordaba que en su juventud en Bucarest solía reunirse en tertulia con una docena de amigos intelectuales y en unos pocos meses casi todos se iban sumando al movimiento de la Guardia de Hierro, el fascismo rumano. Se volvían rinocerontes

El alegato antisemita de Ionescu y la réplica de Mihail Sebastian

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Hablábamos aquí el otro día de la famosa sesión de fotos en la parisiense plaza Furstemberg –una plaza que en realidad no existe, es un simple ensanchamiento de la calle del mismo nombre--, sesión en la que quedó inmortalizada la reunión de Cioran, Ionesco y Eliade, amigos de juventud en Bucarest, los tres exiliados. Después de contemplar una vez más esas fotos (están en internet) he releído El rinoceronte, la obra teatral que junto a La cantante calva hizo famoso a Ionesco.

El lector quizá recordará el argumento de El rinoceronte. Trata de un grupo de oficinistas y pequeño burgueses de una pequeña ciudad francesa, que reciben la noticia de que ha aparecido en la calle un rinoceronte que lo va rompiendo todo a su paso. En principio todos los personajes le restan importancia al extraño fenómeno.

Pero en seguida aparece otro rinoceronte, y otro, y otro, y se hace evidente que esos animales son seres humanos que, sin que se sepa cómo, han sufrido la aparición de un bulto en medio de la frente, que es el principio de un cuerno, y rápidamente se han metamorfoseado en esos tremendos y estrepitosos animales que lo rompen todo a su paso.

El libro de Ionescu

El libro de Ionescu

Pronto la rinocerontización se va difundiendo por la ciudad como una epidemia. Los personajes contemplan el fenómeno, primero, con sorpresa; luego le restan importancia –no pasa nada, también se puede convivir con los rinocerontes--; luego empiezan a considerar que tal vez no está tan mal ser un rinoceronte, tiene sus ventajas, es más “natural” que la condición humana, y uno tras otro todos se van bestializando.

Todos rinocerontes

Todos, salvo Berenguer, el protagonista, alter ego del autor y personaje de varias de sus piezas: un oficinista oscuro y sin ambiciones, inclinado en exceso a la bebida y la pereza, pero con una sólida base moral e independencia de criterio, que se conjura consigo mismo a no ceder a la llamada de la selva y de la comunidad: “¡Me defenderé contra todo el mundo! ¡Soy el último hombre, seguiré siéndolo hasta el fin! ¡No me rindo!”. Telón. 

Realmente impresionante la obra de Ionesco, a la vez angustiosa y divertida, y está muy bien llevada la dramaturgia. Suele encuadrarse El rinoceronte en el marco de la literatura del absurdo, del surrealismo o del existencialismo, y también se la considera una parábola sobre la ascensión de los fascismos y del comunismo. El mismo Ionesco recordaba que en su juventud bucarestina solía reunirse en tertulia con una docena de amigos intelectuales como él y en el curso de unos pocos meses vio cómo primero uno, luego otro, luego casi todos, se iban sumando al movimiento de la Guardia de Hierro, el fascismo rumano. Se volvían rinocerontes.

Todos están enfermos

El Rinoceronte se estrenó en 1959. Es recomendable la lectura de los diarios de Ionesco de los años sesenta y siete y sesenta y ocho, publicados en español por la editorial Páginas de Espuma: allí Ionesco reseña su estupor y angustia ante los acontecimientos revolucionarios de mayo del 68 y la simpatía que despertaba entre la juventud y la intelectualidad francesas el comunismo, el sistema que había destruido, entre otros países, el suyo. Sus rinocerontes volvían a pulular por las calles… Como decía Berenguer, “Todos se han vuelto locos. El mundo está enfermo. Todos están enfermos.”

Eugène Ionescu, en una imagen de 1950

Eugène Ionescu, en una imagen de 1950 WIKIPEDIA

Era una sensación que yo mismo tuve (aunque sólo parcialmente, pues no todos se volvieron locos) durante los años del procés. De repente gente cabal mostraba su simpatía con la secesión. “En algunos aspectos no les falta del todo la razón, yo estaría de acuerdo con ellos…”. La situación que describe El Rinoceronte tiene algo de arquetipo que vemos repetido en otras obras.

En la excepcional y breve novela El barón Bagge, del escritor austriaco Lernet-Holenia (ed. Siruela), ambientada durante la primera guerra mundial (en la que Lernet-Holenia combatió), el protagonista cabalga hacia el este con su escuadrón de caballería, persiguiendo al enemigo, que nunca aparece. El capitán del escuadrón y sus compañeros, los demás jinetes, se vuelven progresivamente lacónicos y esquivos con Bagge. Éste tarda en comprender que días atrás, durante el cruce de un puente, fueron acribillados por el enemigo y todos cayeron: está cabalgando, como único ser vivo, entre los muertos, por el reino del Más Allá…  

Carentes de cualquier emoción

En el cine encontramos variantes de este arquetipo. En Solo ante el peligro  tiene que enfrentarse a unos forajidos que llegan al pueblo donde es sheriff, y aunque pide la ayuda de los vecinos, todos son cobardes, todos se la niegan, todos se encierran en sus casas, le toca enfrentarse él solo a los tres o cuatro asesinos. Es inolvidable la figura de Gary Cooper caminando angustiado por la desierta calle mayor del pueblo.

Gary Cooper, en 'Solo ante el peligro'

Gary Cooper, en 'Solo ante el peligro'

En La invasión de los ultracuerpos, novela de Jack Finney de la que se han hecho cuatro versiones para el cine, unas semillas extraterrestres se desarrollan en forma de vainas que sustituyen a los vecinos de una ciudad norteamericana mientras duermen, creando duplicados perfectos, pero carentes de cualquier emoción o sentimiento humano. Una vez que el proceso está completo sus víctimas humanas se convierten en polvo. También es inolvidable la escena final en la versión protagonizada por Donald Shuterland, cuando su novia acude a la cita con él, para escapar juntos de la ciudad en la que ya todos son ultracuerpos, y comprende horrorizada que también él es ahora uno de ellos.

Ahora no se me ocurren más ejemplos. Invito al lector al que le interese el tema y conozca otras novelas o películas sobre este asunto rinoceróntico a que me escriba a IgnacioVidalFolch@gmail.com.