Portada de 'Consumida (Spent)', el cuarto libro de Alison Bechdel

Portada de 'Consumida (Spent)', el cuarto libro de Alison Bechdel

Letras

Alison Bechdel y los límites de la autoficción

Con 'Consumida', Bechdel vuelve a sí misma para explicarnos su vida cotidiana, ahora que es más o menos rica y famosa y lleva una apacible vida en Vermont

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Como creador -en cine, literatura o comic-, la auto ficción puede acabar volviéndose en tu contra si no te pasan las suficientes cosas de interés que explicar al consumidor cultural. Dentro de la historieta, Art Spigelman se convirtió en el autor de una sola obra con su excelente Maus, que ganó el premio Pulitzer y que se centraba en las desgracias de sus antepasados, judíos centroeuropeos, durante la Segunda Guerra Mundial.

Y me temo que algo parecido puede acabar pasándole a Alison Bechdel (Lock Haven, Pensilvania, 1960), que se vació prácticamente con su excelente primera novela gráfica, Fun Home (2006), y todo lo que vino después, sin carecer de interés, parece extraído de un cajón en el que cada día quedan menos cosas que exhumar.

Esa es la conclusión a la que uno ha llegado tras leer Consumida (Spent), el cuarto libro de la señora Bechdel, que acaba de publicar entre nosotros, como toda su obra anterior, Reservoir Books, el sello alternativo y moderniqui de Penguin Random House. Fun Home era un magnífico relato de iniciación centrado en la adolescencia de la autora, nacida en una familia, digamos, peculiar en la que el padre regentaba una funeraria y se dedicaba a la taxidermia mientras ocultaba un oscuro secreto que se acabó revelando.

Doble salida del armario

Poco después de salir del armario a los diecinueve años, la lesbiana Alison descubrió, gracias a una conversación con su madre, que su padre siempre había sido un homosexual en la sombra. Al cabo de unos meses, Bruce Bechdel fue arrollado por un camión, hecho calificado de accidente, pero que su hija interpretó como el suicidio de un hombre que ya no puede más consigo mismo y sus mentiras. En Fun home, pues, la salida del armario es doble, aunque una de ellas sea a título póstumo.

Portada del libro de Alison Bechdel

Portada del libro de Alison Bechdel

Alison Bechdel contó con muy buenos mimbres para fabricar su cesto, y el resultado fue una novela gráfica conmovedora que alcanzó una gran popularidad (hasta entonces, entre 1983 y 2008, la dibujante estuvo fabricando su tira de prensa Unas bolleras de cuidado, que le dio justa fama entre la comunidad LGBTI, pero no llegó al mainstream, lo que sí sucedería con Fun Home, título de doble sentido: Casa divertida y Funeraria).

Ortodoxia woke

Después de un debut tan logrado, el futuro se intuía problemático si Alison quería insistir en la historieta autobiográfica, como así fue. ¿Eres mi madre? (2012), dedicado a su relación con la autora de sus días, era una novela gráfica correcta, pero no tan brillante como Fun Home, tal vez porque mamá, aunque suene un poco bestia decirlo, no era un ser tan torturado como papá y, narrativamente hablando, daba menos de sí. En cualquier caso, el fantasma de la repetición empezaba a asomarse a la obra de la señora Bechdel.

Tal vez por eso, su siguiente libro, El secreto de la fuerza sobrehumana (2021) pareció una especie de experimento semi fallido para asomarse a mundos nuevos. Cuatro años después, con Consumida, Bechdel vuelve a sí misma para explicarnos su vida cotidiana, ahora que es (más o menos) rica y famosa y lleva una apacible vida en Vermont, el estado más liberal y anti trumpista de América, junto a su esposa, Holly Rae Taylor, que hace unas esculturas feísimas, y una pandilla de amigas y amigues devotas de la ortodoxia woke (el único hombre heterosexual es el barbudo Stuart, que siempre va con falda, como si quisiera pedir perdón por tener pene), liberales, veganas, contribuyentes a causas justas (su última pájara, claro está, es Palestina) y toda la pesca alternativa que se nos pueda ocurrir.

La historietista estadounidense Alison Bechdel

La historietista estadounidense Alison Bechdel WIKIPEDIA

De hecho, Consumida es dos cosas: un libro sobre el bloqueo creativo de su autora y un ejercicio de auto irrisión por parte de ésta. Alison recuerda su juventud, cuando había tanto por hacer, tanta injusticia por reparar, tanta prisa por crear un mundo nuevo…Y la compara con su presente, agradable, pero tirando a banal y, ¡horror!, a pequeñoburgués, y le entra algo muy parecido a una tranquila desesperación. Intentando crear un nuevo tipo de sociedad, Alison y sus amigues lo único que han conseguido es una versión alternativa de la vida burguesa que hasta puede resultar un tanto ridícula desde la lucidez, esa bendición o maldición que nunca ha hecho feliz a nadie.

Amigas y 'amigues'

Esa es la mejor parte de Consumida, la auto ironía desplegada sobre su autora y su entorno, que a veces, en sus mejores momentos, puede recordar al francés Gerard Lauzier y sus bromazos permanentes sobre los progres. Para equilibrar un poco la balanza, Bechdel se ha inventado un personaje, una hermana que no existe en la vida real (a sus dos hermanos nunca los ha sacado en sus comics), que es artista de semillas (sí, hace cuadros con semillas: se los pueden imaginar, son tan absurdos como las esculturas de la novia de Alison), fan de Trump y forofa de las armas de fuego.

Dentro de lo escaso del material, Consumida funciona bastante bien. Lástima que su autora se traicione a sí misma con un final seudo feliz en el que se reconcilia con su hermana imaginaria y da gracias a Dios, o a la Pachamama, no sé, por las estupendas amigas y amigues que la rodean.

No hay desdoro alguno en ser autor de una sola obra, como la espléndida Fun Home, pero si Alison Bechdel insiste en explicarnos su vida, van a tener que pasarle más cosas que ahora. A no ser que se separe de Holly Rae y el divorcio le de para una nueva novela gráfica. Lo que también podría ser.