
Imagen en el día de Sant Jordi en Barcelona Barcelona
El día de los peregrinos de la palabra: la Barcelona del Sant Jordi
La superilla literaria acoge a miles de paseantes entre rosas y literatura, en una jornada cada vez más multitudinaria que, pese a ello, sigue manteniendo viva su esencia
Sant Jordi. Qué suerte vivir en una ciudad en la que un día al año la gente sale a las calles para celebrar el día de los libros y las rosas. Es la inevitable reflexión que uno tiene al pasear por Barcelona un 23 de abril, incluso antes de adentrarse en las principales avenidas que enmarcan la superilla literaria. Se percibe en los rostros de la gente, se siente en la alegría de quienes tan solo un día antes atendían a la rutina de un día laborable: es el efecto de poner la cultura, la literatura y el amor en primer plano.
A partir del mediodía las calles comienzan a llenarse de todo tipo de paseantes, convertidos en verdaderos peregrinos de las letras. Para ellos es un día en el que vale la pena hacer varios kilómetros de la Rambla de Catalunya y Passeig de Gràcia, para curiosear aquí y allá entre puestos de rosas –algunos de lo más originales, hechos con globos inflables–, casetas de asociaciones culturales, paradas de librerías y editoriales y por supuesto, aquellas en que los autores se prestan a regalar su firma.

Una de las calles de la superilla literaria Barcelona
Antes de llegar a ese núcleo, la avenida Diagonal también ofrece, a la altura de la Dreta de l'Eixample, una serie de paradas de editoriales independientes. “Quien tiene la palabra tiene la espada”, es la frase que adorna el stand de Malpasoycía, una proclama que bien valdría la pena esgrimir como insignia por parte de los lectores de Letra Global, es decir, aquellos que aman la literatura y las artes.
Porque es un título adecuado si se atiende a la leyenda de Sant Jordi, complemento perfecto para la diada del llibre: la palabra es la espada, la espada que mata al dragón, de cuya sangre nace la rosa, la otra gran protagonista de este miércoles.
Editoriales independientes
Bajando por Rambla de Catalunya, los comercios se visten de rojo y adornan sus portales de flores. Alguna que otra tienda de ropa se lanza a vender tomos envueltos en tela: una iniciativa curiosa, solo posible, por supuesto, en el día en que todos los que pasean se vuelven amantes del literatura por un día, o al menos desean serlo. Un par de chicas jóvenes conversan entre sí, y en el aire queda una frase enigmática: “Me encantaría saber leer, sabes… pero no sé, no puedo”.

Una mujer lee mientras hace cola para la firma de Milena Busquets
La asombrosa oferta editorial –cada casa ofrece un reclamo distinto, la mayoría un cierto porcentaje de descuento– desvela el pulso fuerte que tiene el panorama literario en Cataluña. Son decenas las editoriales independientes que muestran sus obras con una calidad de edición asombrosa, vendidas con mimo por sus dueños o colaboradores, sonrientes y deseosos de hablar de su tema favorito, no hace falta decir cuál. La mayoría, a la vista está, son mujeres. Merece y mucho la pena mencionar algunas de ellas: in-Verso, Ela Geminada, Icaria Editorial, El viejo topo, Edicions 1984, Edicions del Periscopi, Quaderns Crema.
Como puede deducirse, la oferta editorial en catalán es amplia y rica. Clásicos como la nueva traducción de Notre-Dame de París de Victor Hugo, de Edicions de 1984, bestsellers, como el ganador del premio Sant Jordi Roc Casagran, por Somiàvem una illa, autores ya consagrados como Sergi Pàmies, que lanza con Cuaderns Crema Tres novel·les antològiques, o Irene Solà, que ahora publica Et vaig donar ulls i vas mirar les tenebres (Anagrama), conviven con las obras de autores que escriben en castellano.

Irene Solà firma su libro 'Et vaig donar ulls i vas mirar les tenebres'
Algunos de estos últimos, eso sí, han conseguido formar las primeras colas de la jornada, como Julia Navarro, Lorenzo Silva, Milena Busquets o Javier Cercas. Al hilo de la obra más reciente de este último, El loco de Dios en el fin del mundo, uno puede observar cómo –de manera más o menos acertada, según se mire– las editoriales han elegido destacar aquellas obras que tienen alguna referencia al fallecido papa. Una muestra: como reclamo, un pequeño cartel que destaca en negrita un libro que contiene un “prólogo del papa Francisco” a precio reducido.
La firma de libros se alarga durante todo el día. Escalonados en diferentes horarios, durante una hora en su mayoría, firman –y se prestan a charlar, si la fila de lectores ansiosos por una dedicatoria lo permiten– Pierre Lemaitre, Rodrigo Fresán, Enrique Vila-Matas, Xita Rubert, Fernando Aramburu, María Reig, Blanca Llum Vidal, Virginia Feito, Ignacio Martínez de Pisón, entre muchos otros.

"Autors que 'firmen'", en la avenida Diagonal
Está por ver cuál será el impacto de esta diada de Sant Jordi, que al contrario de los pronósticos ha podido desarrollarse con normalidad, sin una gota de lluvia. Más allá del beneficio económico –que para muchas editoriales catalanas supone un importante porcentaje–, al peregrino que ha paseado por Barcelona no le habrá faltado lo esencial de esta fiesta: la sensación de que por un día y solo uno, todos vamos a una, todos entendemos el valor de la cultura, admiramos a la figura del escritor y coincidimos en que, en días así, vivir aquí no es solo una suerte. Es un privilegio.