
'Pero tienes amigas': acompañar la enfermedad mental Malpaso
'Pero tienes amigas', o cómo acompañar la enfermedad mental
La novela gráfica de la británica Emilia McKenzie desarrolla con extrema sensibilidad la historia de una amistad, truncada por la depresión y la enfermedad mental
"Cuando eres joven, piensas que habrá muchas personas con las que conectarás. Más adelante en la vida, te darás cuenta de que esto solo sucede unas pocas veces". Richard Linklater introduce esta píldora de reflexión en dos frases, como parte del diálogo infinito que es su película Antes del atardecer. Una verdad difícil de asumir, aunque puede llegar a ser dolorsamente cierta. Puede entenderse también con este refrán popular: no sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos.
A lo largo de nuestro tiempo en la tierra, compartimos la vida con personas que consiguen hacerse indispensables. Creemos que estarán allí para siempre, o por lo menos, que siempre estaremos a tiempo de conocer a otras que serán igual de especiales... Quizá, pero nada nos garantiza que suceda así. Perdemos algún afecto, soltamos lastre y en determinado momento, nos damos cuenta de que no volveremos a conocer a alguien así.
Pero tienes amigas (Malpaso), la novela gráfica de Emilia McKenzie, es un breve, pero intenso relato sobre la magia de ese encuentro y el dolor de su pérdida.
McKenzie, dibujante de cómics desde 2008 bajo el seudónimo de Emix Regulus, escribe su primera obra autobiográfica para, a través de viñetas sencillas y a un solo color –el morado, y no es casualidad–, rendir homenaje a Charlotte, su mejor amiga. En 2018, la depresión puso fin a su vida y Emilia decidió recordarla a través de sus dibujos.

pero tienes amigas 2 Malpaso
Crónica de una amistad
A finales de los años 90, Emilia, acostumbrada a mudarse una y otra vez, aterriza por primera vez en el Reino Unido y no puede evitar que la invada una intensa sensación de extrañeza. No encaja en una escuela estricta, en un ambiente demasiado encorsetado. La soledad podría haber sido su mejor compañera, pero conoce a Charlotte: inteligente, divertida, inconformista y creativa, como ella. Hablan de cine, de música indie, de feminismo. Y ambas sienten que han encontrado en la otra a alguien especial. Ya no están solas.

'Pero tienes amigas' Malpaso
Este es el inicio de una amistad que seguirá durante veinte años. Con sus altibajos, con sus momentos de encuentro y también de desencuentro, de desapego, a veces rozando el olvido, porque ya se sabe que no es posible coincidir con una persona en todas y cada una de nuestras etapas vitales. La universidad, el trabajo, las nuevas amistades, van arrinconando en el recuerdo aquellas promesas de fidelidad eterna –ese "tú y yo nunca seremos como el resto"– que se hacen en la intensidad de la adolescencia.
La enfermedad aparece y tambalea la vida de una de las dos amigas. La depresión de Charlotte llega como una ola inmensa, oscura, con capacidad para destruirlo todo. Se presenta, como sucede la mayoría de las veces, en un mal momento. Emilia tiene sus propias dificultades y, aunque mantiene el contacto, no se atreve a molestar, a insistir. Van pasando los años, y poco a poco se impone una falsa sensación de calma. Esa que precede a la tormenta.
De pronto, a Emilia le impacta la ola que acabó por herir a Charlotte. Siente el horror, el pánico, el vacío. En medio del duelo, le asalta la duda: "¿cómo pudo pasar?", "¿podría haber hecho algo más?", "no debería haberla dejado sola"...
Sufrir porque fuimos felices
Pero tienes amigas tiene un estilo sobrio y sencillo que encaja con el relato tan personal que Emilia McKenzie quiere –y necesita– narrar. El único color que destaca es el morado, una decisión nada arbitraria, porque era el preferido de 'C', 'Charlotte' en la novela.

'Pero tienes amigas' Malpaso
La impresión inicial, debido a estas decisiones formales, es que nos encontramos ante un cómic para adolescentes. Sin embargo, la elección de los elementos visuales (el trazo fino, monocromático, el tratamiento de los personajes, cuyas emociones se perfilan de forma muy sutil) es correcta, porque siendo una novela gráfica para adultos, su trama está muy marcada por la conexión intensa y pura de la amistad infantil, la añoranza de ese recuerdo.
Superar el sentimiento de culpa
La necesidad de apoyo cuando hay problemas de salud física es evidente, y aunque la enfermedad mental actúa de manera invisible, aunque asusta y aleja, el acompañamiento es igual de necesario. O más. Esta es una verdad que cualquiera puede entender. Pero, a pesar de que el tema de la salud mental "está más de moda" que nunca, el estigma ante palabras como "depresión" o "ansiedad" sigue aislando a las personas que sufren de estos trastornos. El miedo reside en la ignorancia, y el temor lleva a la inacción. Pero, –como se preguntaba The Fray en How to save a life– ¿realmente hay algo que uno pueda hacer para salvar a un amigo?
Desde los clásicos, en novelas como La señora Dalloway de Virginia Woolf o La campana de cristal de Sylvia Plath, hasta propuestas más recientes como Por si las voces vuelven de Ángel Martín y Por qué lloran las ciudades de Elisa Levi, se ha escrito mucho sobre salud mental en literatura. Son novelas que ahondan en la vivencia de la enfermedad, en su superación o en sus secuelas. Pero en el caso de Pero tienes amigas, aunque la narrativa está atravesada por la enfermedad mental, la autora deja claro desde su prólogo que no es "un libro sobre el suicidio o la salud mental" porque no considera que deba ser ella quién cuente esa historia.
Como llegamos a entender en la segunda parte de la novela, McKenzie concibe su novela como otra cosa: cada una de sus páginas es para ella una suerte de liberación, una forma de terapia. Porque no pudo, y quería, haber hecho más.
Pero tienes amigas, en realidad, es una carta de amor a una amiga. Y el amor, a veces, es lo único que cura.