Dante leyendo

Dante leyendo

Letras

Un libro, Dante, una frase de Micó y otros escritores

'De Dante a Borges', de Micó, constata la necesidad de hablar sobre los buenos libros, pero, ¿de verdad son tan escasos o hay buena literatura por todas partes?

18 noviembre, 2023 19:45

“La vida son cuatro días, y la literatura, cuatro libros”, dice Micó, en la página 105 del libro que acaba de publicar Acantilado, un conjunto de ensayos literarios reunidos bajo el título De Dante a Borges. La frase es ingeniosa, y además anuncia que el autor sólo está dispuesto a hacer la exégesis de lo mejor, de libros que valen realmente la pena, pero en su sentido literal es discutible: hay tantas páginas memorables, muchísimas. Luego volveremos sobre ello.

Estas noches he estado leyendo el libro de Micó, cuyo solo título anuncia una operación aventurada, pues Borges fue un gran aficionado a Dante; leyó por primera vez La divina comedia en 1938, por las mañanas, en el autobús que le llevaba a la biblioteca Miguel Cané donde trabajaba, gracias a la recomendación del padre de Bioy Casares, como empleado auxiliar. Luego con los años dictó varias conferencias sobre el clásico italiano, que dieron pie a su libro Siete noches dantescas. Un precedente así tiene que producir alguna impresión, pero claro que Micó está más que autorizado a escribir sobre Dante, entre otros motivos de peso porque es el autor de la última y celebrada traducción de la Comedia (también en Acantilado).

Borges y Bioy Casares, literatura a cuatro manos / DANIEL ROSELL

Borges y Bioy Casares, literatura a cuatro manos / DANIEL ROSELL

Libros suyos como éste deparan una lectura muy grata, porque sólo hablan de la más alta literatura clásica y porque, como ha dicho con acierto un crítico, “aúnan la amenidad y la erudición”. Creo recordar, pero puedo equivocarme, que era en su libro Clásicos vivos donde Micó reflexionaba sobre la poética de Rubén Darío y donde por primera vez citaba la página de Juan Ramón Jiménez --en un pasaje de Mi Rubén Darío--  de cómo éste compuso la famosa Salutación del optimista (“Ínclitas razas ubérrimas, sangre de Hispania fecunda, / espíritus fraternos, luminosas almas, ¡salve!...”), composición prodigiosa de ritmos nuevos, de métrica, de sonoridad, de composición y de entusiasmo.

LIBROS VALIOSOS

Aquí, en un ensayo analítico electrizante Las formas truncas de Rubén Darío, reproduce Micó el relato de JRJ  tan impresionante (Rubén murió joven, con el hígado destruido):

“Llegaba a su mesita de noche, tomaba una copa de whisky y soda, más whisky que soda, y luego se enjuagaba la boca con soda y se volvía adonde yo estaba refregándose las manos (…) Lo que estaba escribiendo, dictando, era la Salutación del optimista línea a línea. Unas veces escribía el secretario (…), otras quien estuviera en la habitación, la criada, yo, el pupilero, algún poeta joven de la bohemia madrileña. Esta Salutación del optimista tan magnífica, la escribió para leerla en el Ateneo de Madrid, en una memorable sesión hispanoamericana que presidió don Segismundo Moret y en la que leyeron el gran Rubén Darío y el gran majadero Vargas Vila. Vargas Vila pudo leer su necedad vitoruguesca y danunciana entre mares de risas y bromas; Rubén Darío fue oído por todos con un silencio absoluto y clamoreado al terminar”.

(Queda claro que a JRJ no le caía nada bien Vargas Vila).

Ahora aquí Micó habla también solo de autores sustanciales, autores del canon, de Ariosto, de Cervantes, de Lope, de Gracián, de Quevedo, de las Coplas a la muerte de su padre de Jorge Manrique, hasta concluir con Borges en el soneto. Hay un ensayo sobre El lazarillo de Tormes, que empieza con la frase que hemos dictado al principio: “La vida son cuatro días, y la literatura, cuatro libros. Uno de ellos es El lazarillo de Tormes”.

Retrato de Dante (1495) pintado por Botticelli

Retrato de Dante (1495) pintado por Botticelli

Bueno, la primera parte de estas tres sentencias, “la vida son cuatro días”, no pide discusión, es un dicho que resume la impresión milenaria de la brevedad de la vida, de que pasa volando. Ahora bien, en cuanto a la segunda sentencia… Hay días en que, en efecto, uno diría “sí, es verdad, tiene usted toda la razón”.

Pero otros días piensas que si la literatura fuesen de verdad cuatro libros –o sea, una sustancia escasísima, rodeada de metástasis monstruosas— no tendríamos nuestros pisos abarrotados de libros que probablemente no volveremos a leer. Si no nos deshacemos de ellos, si los dejamos ahí, ocupando espacio y acumulando polvo, es porque sentimos que entre los muchos que son triviales o innecesarios, muchos otros –ahora mismo, por ejemplo, estoy releyendo una novela de Andrzej Kusniewicz, El rey de las Dos Sicilias, que Anagrama publicó hace exactamente cuarenta años, en 1983, y que, como su gemelo del mismo autor La lección de lengua muerta, pasó entre nosotros sin pena ni gloria, siendo dos logros del espíritu humano-- son valiosísimos como otros tantos sagrarios de algo inefable: literatura. Esos días felices siente uno que ella está por todas partes, calladamente solicitando que la descubramos.