El escritor argentino Patricio Pron

El escritor argentino Patricio Pron MAGDALENA SIEDLECKI

Letras

Patricio Pron: "Los finales son lo menos interesante de las novelas"

El escritor argentino se suma al catálogo de Anagrama con La naturaleza secreta del mundo, una obra voluntariamente fragmentada, entre un libro en papel que reúne dos nouvelles y un tercer relato publicado en internet, con la que cuestiona las estructuras ortodoxas de la narración

16 noviembre, 2023 20:10

Patricio Pron es uno de esos autores para los que cada nueva novela es sinónimo de ambición. Para él escribir supone un desafío a las formas, huir del conformismo y evitar la reiteración. La naturaleza secreta del mundo, su nuevo trabajo narrativo, es la prueba de todo esto y el libro con el que el escritor argentino desembarca en el sello Anagrama. “Es un nuevo inicio”, comenta Pron al hablar de esta obra, compuesta por dos nouvelles que hacen del libro un objeto, y por un tercer texto fuera-del-libro al que puede accederse a través de su web. La naturaleza secreta del mundo es una historia sobre finales que, en realidad, son inicios; sobre la libertad y la búsqueda de una salida. Una indagación en la que los protagonistas son artistas que reflexionan sobre el fin del arte. Una novela sobre el lenguaje y una forma incomunicación que no se conforma con el silencio. Una obra sobre la experiencia y el tiempo y su sentido. 

-Su nueva novela es distinta a sus anteriores trabajos, pero incluye elementos y los temas que le definen. Por ejemplo, la reflexión sobre la representación y el lenguaje

-Exactamente. Hay elementos que son distintos y otros que remiten a cosas que he hecho antes. Quizás no habría que hablar de cosas iguales sino más bien de cosas que tienen una intención similar y son resultado de una manera específica de ver el mundo, y que es tan constitutiva de mi forma de observar el mundo que me resulta invisible e imposible de definir. Así como las cosas que son relevantes no son las que uno cree, hay muchas cosas que me interesan pero que, al ser tan íntimas, me resultan difícil percibir. Hay una continuidad entre esta novela y las anteriores, pero también un quiebre en lo que se refiere a la intensidad. No soy el mejor crítico de mi trabajo, pero me parece que esta novela reúne algunas de las virtudes de mis libros anteriores y, con un poco de fortuna, no incurre en sus posibles errores. Es la novela que tenía que escribir en este momento y no porque alguien me lo impusiese, sino porque no hubiera podido continuar adelante si no decía algunas cosas acerca de nuestro modo de vida.

El escritor argentino Patricio Pron

El escritor argentino Patricio Pron MAGDALENA SIEDLECKI

-Se trata de una novela compuesta por dos nouvelles independientes que se complementa con una tercera, que ha publicado al margen de la edición en papel del libro a través de su web. ¿Es un deseo de repensar la forma libro y expandir el texto fuera del objeto?

-Es algo que me interesaba hacer desde hace tiempo. Hay un antecedente en El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia, donde incluía una larga carta que me escribió mi padre acerca de los hechos de los que se habla en la novela. Se trata de una carta real, no un juego autoficcional. Como sabes bien, la política de la literatura está en las formas. Lo decía Lukács y lo dijo Piglia, por citar a alguien más cercano a nosotros. Yo diría que esto se pone de manifiesto en el presente, puesto que nos encontramos con novelas que desafían las formas y novelas que las ratifican. Ratificando la forma, estas novelas avalan el orden imperante, que es el económico.

Me parecía interesante subrayar esta voluntad de desafío. La novela impuso su forma, como suele pasar. Tan pronto como acabé la primera de las nouvelles me di cuenta de que quedaba algo que narrar: la doblez o el reverso de la primera historia. Este nuevo relato lo que hace es ratificar y a la vez desmentir algunas de las cosas que dice Olivia, la protagonista, en la primera historia. 

-Y luego está el tercer texto.

-A continuación vino, efectivamente, una tercera parte que lo que hace es decirnos que algunos de los síntomas que tiene Olivia no son nuevos, sino que tienen una larga historia y que están relacionados con el sufrimiento de las mujeres. Ahora bien, por simetría esta tercera parte no podía estar dentro del libro. Me pareció interesante abrir el libro porque nuestras prácticas lectoras están relacionadas con esa apertura que supone este mundo que, a falta de algo mejor, denominamos virtual. 

-Las dos nouvelles son dos caras de una misma historia pero tienen estilos antagónicos.

-Esto lo tuve claro desde el primer momento. Las nouvelles tenían que ser distintas en todo por varias razones, pero sobre todo porque abordan los mismos hechos. De otra forma el segundo texto hubiera sido redundante e innecesario. Hablamos de las dos caras de la misma cuestión, pero, en realidad, hay tres caras, puesto que el canto es también una cara. De ahí ese epílogo fuera del libro que para algunas personas, en realidad, es el comienzo de la novela. 

'La naturaleza secreta de las cosas de este mundo'

'La naturaleza secreta de las cosas de este mundo' ANAGRAMA

-Usted sostiene que el final es lo de menos, pues ya en la primera página se nos dice cuál es la suerte de su protagonista. 

-Sin duda. Vivimos en una época de finales y lo que a mí me interesaba era sacar a relucir el hecho de que final es el nombre que damos a una forma específica de comenzar o, si lo prefieres, de comenzar de nuevo. Ni me molestaba ni me desagradaba comenzar desde el final, porque consideraba que precisamente el final es un buen punto de partida. Al mismo tiempo, creo que con esas primeras frases donde se dice lo que va a suceder estaba reaccionando contra ese reclamo sobre la necesidad de no hacer spoilers, como si los finales fueran importantes. Al final, suelen ser lo menos interesantes de las novelas. 

-En los finales es donde muchas novelas decaen.

-Efectivamente. Entre las muchas distinciones que podemos hacer ahora mismo sobre el modo en que las personas están leyendo se puede marcar claramente una línea divisoria entre las que reclaman textos muy comerciales que se centran en la peripecia y, por tanto, es fundamental no solo que la peripecia tenga conclusión, sino que su conclusión sea positiva, y aquellas que buscan y exigen otro tipo de literatura. Esta última es la que a mí me interesa escribir y leer.

-La dilatación del tiempo que lleva a cabo en la primera nouvelle es muy cinematográfica. El escenario recuerda a los bosques lyncheanos de Twin Peaks. 

-Es una buena referencia, no lo había pensado. La novela instala su tema desde la primera línea: lo que creíamos un final no lo es. Todo esto está vinculado con el tiempo: me interesaba postular un libro cuya primera parte abordase en unas 120 páginas unos pocos minutos, y cuya segunda parte emplease el mismo número de páginas para abarcar un periodo de diez o más años. Frank Kermode lo decía muy claramente: necesitamos el relato para medir el tiempo, que es algo que nos obsesiona. Los relatos nos permiten habitar de manera distintas el tiempo y no siempre con la precisión de un cronómetro. Está bien que sea así.

Patricio Pron

Patricio Pron MAGDALENA SIEDLECKI

-Se percibe en su novela la influencia de Virginia Woolf y de James Joyce, dos atores que situaron la experiencia del tiempo en el centro de su literatura.

-Absolutamente. Mientras escribía el libro tenía la impresión de que no estábamos leyendo a Virginia Woolf apropiadamente. Me parecía pertinente, aunque sin lugar a dudas a algunas personas les parecerá impertinente, proponer otro tipo de lectura, más centrada en sus innovaciones formales. Me interesaba proyectar su trabajo hacia el presente porque su obra es de extraordinaria importancia para mí. Woolf es una autora que siempre me ha parecido fascinante. A su vez, en mi novela está también presente Henry James, que vete tú a saber si estamos leyendo o no. Este interés en el tiempo está relacionado con el hecho de que tenemos muchas dificultades para medirlo. Tuvimos estas dificultades durante la pandemia, cuando el tiempo y el espacio se encogieron hasta volverse incomprensibles, y las tenemos ahora porque con lo digital los tiempos se solapan. Hay un tiempo real y otro tiempo virtual, mucho más veloz. Estamos continuamente sometidos a estímulos contradictorios ante los cuales nos cuesta reaccionar. Percibimos simultáneamente el tiempo de  dos maneras distintas, lo que sucede es que estas dos percepciones no terminan de convertirse en experiencia. Por decirlo en los términos de Walter Benjamin, estas percepciones no producen sentido.

-Por tanto, ¿no producen un relato?

–Claro, somos incapaces de narrar el tiempo. Quien no crea lo que estoy diciendo solo tiene que intentar al final del día poner el orden sus recuerdos y narrarse a sí mismo lo que ha hecho en esas 24 horas. Se dará cuenta de que es imposible narrar de manera lineal todo lo que ha hecho puesto que a lo largo del día todos hacemos muchas cosas al mismo tiempo y no todas tienen sentido. Esta crisis de la experiencia de la que hablaba Benjamin está relacionada con la técnica y nos sitúa a los que escribimos en esa variante de la literatura fantástica que algunos llaman realismo en la encrucijada de que para ser realmente realistas tenemos que contar una experiencia del tiempo que no es narrable. 

'El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia'

'El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia' RANDOM HOUSE

-Esto que dice entronca con las reflexiones de Félix de Azúa sobre el fin del arte. 

-Los tres personajes están pensando acerca del acabamiento del arte y reaccionan ante este hecho, aunque de maneras distintas a partir de las cuales articulan su experiencia. Alguna de estas ideas las comparto, otras no, pero todas son fuertes: son ideas que vale la pena discutir como está haciendo el arte contemporáneo en las últimas décadas. El arte contemporáneo tiene una gran ventaja respecto a la literatura: habita el presente con mayor agudeza que la literatura. Por eso lo definimos como contemporáneo, porque está inscrito en esta época de manera firme, aunque a ratos apueste por formas con viabilidad comercial, pero que nos dejan con vacíos dado que no producen experiencia. 

-La historia de la  niña salvaje de Sonjy le permite observar de qué manera la crisis de la representación es también la crisis del lenguaje.

-Los niños salvajes son un buen ejemplo del tipo de paradojas a las que nos enfrentamos cuando intentamos comunicarnos: todos ellos han tenido experiencias atroces que, afortunadamente, la mayoría de nosotros no hemos tenido. Todos ellos son rescatados en un momento u otro, por personas que, al poco tiempo, descubren que estos niños desean volver a la naturaleza, en cuanto les ofrece un consuelo que no encuentran en la sociedad. Por este motivo, estos niños resultan inquietantes. La historia de la humanidad tiene una línea de sombra conformada por estos niños, que, efectivamente, reflejan la imposibilidad de comunicación con nosotros y con el resto de la sociedad.

Pensando en el presente, es indudable que tenemos un problema de comunicación, es un problema social. Es bastante evidente que el lenguaje no está sirviendo para comunicar: no nos permite decir ni quienes somos ni quienes queremos ser. Para muchas personas, el lenguaje es sospechoso y, sin duda, de alguna manera lo es, pero quizás no lo sea de la manera en la que estas personas están pensando. Y, naturalmente, una novela que quiera ser contemporánea tiene que hablar de esta cuestión. Yo, por lo menos, quería hablar de ello, pero no solo: quería hablar de ello de tal manera que en el comentario hubiera algo de accesorio a la vez que todo se encadenase, haciéndose así evidente que el libro no era un vehículo de ideas ensayísticas, sino una novela de pleno derecho. 

'Mañana tendremos otros nombres'

'Mañana tendremos otros nombres' ALFAGUARA

-Si bien su escritura cada vez se acerca más al ensayismo.

-Es cierto que mi trabajo de los últimos años, a la estela de autores que para mí son referencia, subvierte la división de géneros, avanza en una dirección ensayística y propone una escritura que no está dispuesta a hacer concesiones ni tampoco a adherir al sistema de los géneros, que es el modo en el cual se proyectan en la literatura limitaciones y convenciones útiles a los regímenes económicos y políticos que vivimos y, a menudo, padecemos. Los géneros literarios son manifestación de un cierto orden específico que se proyecta sobre la literatura. Y a mí me parece mucho más interesante subvertir estos órdenes antes que ratificarlos con lo que yo llamaría la escritura de algo ya escrito. 

-En relación a todo esto, la novela plantea el tema de la desaparición/huida precisamente como vía de escape o como forma de no adaptación al entorno. Pienso, nuevamente, en la niña de Sonjy, por tanto.

-Creo que el deseo de escapar es un deseo bastante compartido en la actualidad. De hecho, algunas personas lo han satisfecho cambiando de profesión abruptamente o, en el caso de los urbanitas, marchándose al campo. Es una constante antropológica que se hace visible en ciertos momentos históricos. Vivimos un momento en el que resulta evidente que nuestro modo de vida nos destruye y, al mismo tiempo, nos atemoriza lanzarnos a la búsqueda de algo que no sabemos cómo es ni qué contornos tiene.

Al final, el tema de la huida esconde una pregunta sobre la libertad. Los personajes de esta novela quieren ser libres de los condicionantes de raza, género y clase que operan sobre ellos e intentan averiguar cómo sería ser realmente libres. Por eso se lanzan y ese lanzarse es el factor que los cambia. En este sentido, mis personajes no están muy lejos de mí: yo también deseo ser libre. Por eso era importante escribir este libro. Supone cambios importantes en relación a la manera en que mi trabajo llega a los lectores. 

-¿Se refiere a que ahora publica en Anagrama?

-A menudo hacemos una distinción entre forma y contenido, cuando en realidad no es posible tal distinción, pues la forma es el contenido. También hacemos abstracciones en relación con lo que el libro es por dentro y con lo que es por fuera, en relación el texto y con el paratexto, con la escritura y con su publicación… Sin embargo, todas estas son categorías que el libro pone en cuestión: no hay un fuera y un dentro. La publicación es también una forma escritura. El contenido se proyecta en la forma y viceversa. 

Patricio Pron

Patricio Pron MAGDALENA SIEDLECKI

-¿Se ha recolocado con este cambio editorial? 

-Es un nuevo comienzo, más próximo a algunas intuiciones mías y a ideas acerca de la literatura y de los libros, como quién los hace, para quién los hace. Tomo este nuevo comienzo con el mismo entusiasmo y las mismas ansiedades de un escritor que comienza.

-No sé si el término editor es el más apropiado, pero lo cierto es que usted está detrás de la reivindicación de la obra de Luis Chitarroni y de la de Copi, del que ahora precisamente Anagrama publica un volumen con un prólogo suyo. 

-Me cuesta hablar de un trabajo de edición porque, en realidad, no lo es. En ambos casos lo único que hecho es escribir prólogos. No soy nada intrusista y no tengo ningún deseo de competir con personas formadas para ser editores. Hay algo que emparenta mi última novela con estos trabajos como prologuista, y es la apuesta por un cierto tipo de literatura y crear un determinado marco de lectura,no solo para mis libros para los libros de otros. Cuando tienes algo parecido a una caja de resonancia y puedes emplearla para decirles a algunos lectores que existe un autor maravilloso llamado Copi o que hay un autor fantástico llamado Luis Chitarroni no dudas es hacer lo que sea necesario para darlos a conocer. Aal fin y al cabo, se trata de ampliar la discusión acerca de la relación entre las palabras y el mundo a través de nuevos autores, en lugar de empequeñecerla mediante la repetición de los mismos argumentos y de los mismos nombres.