Tolkien, recién cumplidos los 19 años

Tolkien, recién cumplidos los 19 años

Letras

Tolkien, fuera del tiempo

Medio siglo después de su muerte, el escritor británico, rey de la alta fantasía con la saga de 'El Señor de los Anillos' aún no ha sido destronado el trono de la fábula

21 agosto, 2023 19:00

La épica había consistido, en Grecia e India, en relatos en verso sobre sucesos que no se ponían en duda y que, aunque colindaran con la mitología, se entendían como reales, históricos, indiscutibles. En China y Japón, tres cuartos de lo mismo, e igual en Mesoamérica, por lo que sabemos. Las narraciones medievales y renacentistas, hasta los primeros atisbos del Barroco, fueron igualmente crónicas de hechos sucedidos, hazañas, gestas, y el público que las oía o leía daba por sentado que respondían a lo ocurrido (si no, que le pregunten al pobre Alonso Quijano), así fuera en los versos sobre Orlando de Ariosto, extremo de lo ideado, así los batallares australes que borda prolijamente en La Araucana Alonso de Ercilla, por no hablar de la veraz crónica y sin embargo tan maravillosa de la conquista de la Nueva España, salida de la pluma de Bernal Díaz del Castillo.

Hasta Dante, en su Comedia, por visionario que sea su contenido, se apoya en un amplio repertorio de personajes y lugares conocidos, cuyos índice onomástico coincide con el de los ya incluidos en otros libros o conocidos de los mapas. Por eso la creación ya en el siglo XX del británico J. R. R. Tolkien (1892-1973) posee tanta singularidad. En su epopeya de tres tomos El señor de los anillos (el título procede de un verso de la gesta anglosajona Beowulf) lo que hace es crear un mundo nuevo, distinto, ajeno a la cronología conocida y sin más asidero que el de la fantasía que, no contenta con esa trilogía, tiene los apéndices de El hobbit y el Silmarillion, junto con unos cuantos textos más suplementarios.

Pero para que esa imaginación tuviera éxito no podía salir de la nada, debía hundir sus raíces en precedentes míticos y literarios que el escritor conocía a la perfección, no en vano fue catedrático de anglosajón en la Universidad de Oxford, primero en Pembroke College (donde el poeta W. H. Auden, que después tendría mucho trato con él, asistió a sus conferencias) y posteriormente en Merton.

Tolkien en 1925

Tolkien en 1925

Al abrir el tomo 18 de la Macropaedia de la Encyclopaedia Britannica que mi padre compró en 1979, y de la entrada sobre Tokio se pasa allí a la dedicada a Tolstói. Tolkien está solo presente como fantasma. Es explicable. Su gran éxito internacional ya se había extendido como la pólvora (perdón por el lugar común) por esas fechas, y no es que a los editores no les hubiera dado tiempo de incorporarlo a su gran obra de consulta, sino que todavía no se había entendido su calado filosófico como literatura seria, sino como mero entretenimiento. La gran difusión de su obra tuvo mucho que ver con el desencanto de muchos jóvenes ante la sociedad consumista de la época y el vuelco en general sufrido en torno a Mayo del 68. Luego se convirtió en un fenómeno de masas.

Nació en Bloemfoentein, en el Estado Libre de Orange, poco antes de que el niño Pessoa marchara a residir con su familia a Durban, en la cercana provincia de Natal, también en la actual Sudáfrica. Eran las postrimerías de la reina Victoria. Las infancias de ambos fueron parecidas durante un breve tiempo, incluidos viajes a sus respectivas metrópolis, pero la madre de Tolkien al enviudar se asentó cerca de Birmingham, donde pasó de la religión baptista a la católica, en la que el futuro escritor fue educado por un sacerdote, luego su tutor al morir la progenitora, que pertenecía a la vinatera familia Osborne, del Puerto de Santa María, y era sobrino nieto de la escritora Fernán Caballero. 

'The Lord of the Rings'

'The Lord of the Rings'

Junto con la formación religiosa fue adquiriendo la de lenguas reales o inventadas, juegos de la inteligencia en los que se solazó con sus primas primero y luego, ya solo, se sacó del magín raros y más elaborados idiomas, que más adelante perfeccionó en el quenya (con influencias del finés) y el sindarin (parecido al galés, incluidas sus irritantes mutaciones consonánticas a principio de palabra, que complican el uso del diccionario) a partir de sus conocimientos filológicos (incluso de una lengua tan ajena a su ámbito como el finés cantado en el Kalevala, poema múltiple que en España también atrajo a Cunqueiro). Estudió clásicas en Exeter College (Oxford) pero terminó pasando a la lengua y literatura inglesas, con especialidad en el antiguo inglés, la lengua de La batalla de Maldon, El sueño de la cruz o los acertijos que aligeran el Libro de Exeter, obras que estudió Borges, quien sin embargo, no llegó a interesarse por Tolkien. 

Al poco de contraer matrimonio y eludir inicialmente el servicio de armas una vez comenzada la Primera Guerra Mundial, Tolkien recibió instrucción y marchó en 1916 al frente como alférez, pero cayó enfermo y fue repatriado. Durante su recuperación comenzó los bosquejos de lo que constituiría su gran ciclo narrativo. Como un doctor Johnson con menos libertad de urdir definiciones que se salían por la tangente o floreadas (él solo se dedicó a aspectos etimológicos de palabras de origen germánico y ceñidos a la letra W), tras la guerra comenzó a trabajar en el Oxford English Dictionary.

Luego ocupó un modesto puesto en la Universidad de Leeds, donde colaboró con E. V. Gordon en la edición del poema en inglés medio (más o menos contemporáneo de nuestros Arcipreste de Hita, infante Don Juan Manuel y Ramon Llull) Sir Gawain y el Caballero Verde, poema artúrico que más tarde él mismo vertería al inglés moderno. También tradujo Perla y Sir Orfeo, dos poemas del mismo periodo, el de Chaucer, con un alado alarde de aliteraciones. 

'El Silmarillion'

'El Silmarillion'

Igualmente empezó a traducir Beowulf (lamentablemente, en prosa, desdibujando la magia de sus hemistiquios y sus reglados ménages à trois fonéticos). Aunque concluyó la tarea, este trabajo permaneció inédito mientras vivió y no vio la luz hasta 2014. Lo que sí hizo fue dar una célebre conferencia, 'Beowulf, el monstruo y los críticosp, inexcusable en la bibliografía sobre el poema y muchas veces reimpresa. Yo destacaría su importancia porque, al ver más de lo que el texto parece decir en primera instancia, se adelanta a la presencia de un sentido trascendental, simbólico, en su propia obra El señor de los anillos.

Ya catedrático en Pembroke College, de nuevo en su alma mater oxoniense, escribió El Hobbit, publicado en 1937, y seguidamente los dos primeros tomos de su trilogía, finalizada en 1948 pero dada a la imprenta más tarde, en los que desarrolla ese germen de La Tierra Media. En la universidad inglesa formó parte de un grupo de intelectuales y escritores conocido como 'The Inklings', del cual parte activa C. S. Lewis, muy buen conocedor también de la literatura medieval y autor de Las crónicas de Narnia.

Aparte de su magno ciclo, escribió cuentos para niños (incluidos los que componía para sus propios hijos en Navidad, que él ismo ilustraba) y otros relatos variados entre los que destacan el alegórico 'Hoja de Niggle', 'El granjero Giles de Ham', 'El herrero de Wooton Major' o los poemas agrupados bajo el título común de Las aventuras de Tom Bombadil. Y muchas otras piezas de diversa índole que, como páginas y anotaciones del baúl portentoso de Pessoa, su remoto paisano, fueron saliendo póstumamente.

'Sir Gawain y el Caballero Verde'

'Sir Gawain y el Caballero Verde'

De sus dos grandes obras conectadas, El hobbit y El señor de los anillos, cabe decir que surgieron como narraciones más o menos infantiles pero que, sobre todo la segunda, evolucionaron a un complejo nivel que retrata, en la amplia panoplia de sus rasgos, el alma humana, su elevada grandeza y mezquindades abisales. Gracias a su éxito el género fantástico fue objeto de una gran revitalización, que desembocó en obras más o menos inspiradas en él o directamente dependientes, hasta la arrolladora Juego de tronos, de George R. R. Martin hace poco años (sin olvidar las Crónicas de Tierramar, de Ursula K. Leguin).

El cine, por más que haya adaptado su literatura, no ha hecho, no ha podido hacer, justicia a Tolkien, aunque fue el celuloide un acicate para la reedición de los libros (en eso estaba pensando el Grupo Planeta cuando al comenzar el siglo adquirió la editorial Minotauro, casa en España de la producción tolkieniana). El ambiente mágico del comienzo de El señor de los anillos con la llegada a la posada El Poni Pisador,es algo que no hemos visto con igual fuerza en la pantalla que en la página, por más que hayan sido poderosas y visualmente arrebatadoras las adaptaciones de Peter Jackson (ya hubo en los años setenta una versión parcial en dibujos animados).

El mundo de Tolkien se pude analizar en profundidad, pero no será aquí donde se haga. Sí resumiremos diciendo que su concepción es por entero tradicional, aunque invente: en su meollo está la idea (la Weltanschauung, pongámonos estupendos) de que las edades pasadas confluyen en la presente, que hay una convivencia de razas, formas de ser, que viven en paralelo e interactúan. Que existe el Mal y existe el Bien. Que para lograr grandes fines hay que aceptar enormes sacrificios.

Tolkien fumando una pipa en su biblioteca

Tolkien fumando una pipa en su biblioteca

En España, Tolkien, que empezó a ser publicado en 1977, goza de un gran éxito doble: de un lado, están los amantes de la literatura fantástica, en la que el inglés reina; de otro, los jóvenes y no tan jóvenes católicos que lo han leído en clave religiosa y que lo han adoptado como una figura tutelar, con núcleos en la Universidad de Navarra (con la poeta Rocío Arana) y el colegio Altair de Sevilla, en cuyo seno surgió, gracias al profesor Fidel Villegas, el grupo Númenor, que edita la revista y colección del mismo nombre. De él han salido poetas como Jesús Beades o Alejandro Martín Navarro, y han publicado poetas consolidados como José Julio Cabanillas o Enrique García-Máiquez. Númenor era el nombre de una isla, inspirada en el mito de la Atlántida combinado con el la Ultima Thule y Avalon, de gran importancia en la fabulación de Tolkien. Su Árbol Blanco de Gondor tiene también un destacado papel en toda esta ficción.

Aparte de homenajes por el cincuentenario de la muerte del escritor, también este septiembre Plaza y Janés publica la novela La Dama Blanca, de Alicia García Herrera, sobre un episodio de la batalla del Somme en el que el hospitalizado Tolkien conoce a una enfermera que le servirá como prototipo de la elfa Galadriel en El señor de los anillos.

Desde la obra de Tolkien, de su Tierra Media, se han aposentado en el léxico común el topónimo Mordor, la volcánica Tierra Negra, sinónimo más o menos de un lugar infernal. Gandalf, por su parte, ha quedado como emblema del brujo bueno (bastante modelado sobre el Merlín de los romances del rey Arturo). En cuanto a la frase quejumbrosa “Mi tesoro…”, pronunciada por Gollum, que levante la mano quien no la haya empleado alguna vez, aunque sea jocosamente.