Wislawa Szymborska en Cracovia (1980)

Wislawa Szymborska en Cracovia (1980) EL ESPAÑOL

Letras

Wislawa Szymborska y la tinta simpática (o no)

Se cumplen cien años del nacimiento de la poeta polaca, galardonada con el Nobel de Literatura en 1996, autora de una poesía genuinamente humilde y capaz de complacer al mismo tiempo al lector más exigente y al neófito

30 julio, 2023 19:00

El paso del siglo XX al XXI ha venido marcado por un fenómeno que, aunque general en todas las disciplinas artísticas y esferas de la vida, ha visto en la poesía lírica un caso especialmente llamativo. Es el de la irrupción de numerosas voces femeninas que están en pie de igualdad con las de sus colegas masculinos, si no en muchos casos las superan. Esto, que es manifiesto en los EEUU, con un par de generaciones de mujeres que casi han copado las traducciones a otras lenguas (Anne Carson, Louise Glück, Mary Oliver, Sharon Olds, Jorie Graham…) también ha ocurrido en otros países, incluido el nuestro. En Polonia, potencia poética de primer orden, ha sucedido igualmente y, si hay obras excelentes en estas coordenadas de la Europa nororiental, ninguna, por su éxito, por su capacidad de conectar con los lectores, como la de Wisława Szymborska.

Su conocimiento y disfrute vienen en realidad de finales del siglo XX, cuando en 1996 recibió el Premio Nobel de Literatura. En aquella centuria escribió el grueso de su obra, pero no ha menguado el interés en los años transcurridos del XXI, en los que también escribió algunos poemas más hasta su muerte en 2012. Su poesía es, como ella misma, simpática. Y si tinta simpática es el nombre de la que después de escribirse permanece invisible hasta que se aplica un determinado reactivo, expediente utilizado en mil ardides y trapacerías, la simpática tinta de Szymborska no desaparece a la vista. Permanece su impresión en la página en la que los aficionados a la poesía guardan la lista de sus sensibilidades afines. Porque el reactivo, nada sofisticado, lo pone el lector, la lectora.

Si este año, además, celebramos el centenario de su nacimiento, miel sobre hojuelas para repasar la vida y la poesía de esta mujer sencilla que se ha ganado el corazón de los frecuentadores del género y que, además, y esto es importante, sirve a la perfección a quien, no leyendo habitualmente poesía, quiera acercarse a esta con garantías de que la dedicación de su tiempo (que no esfuerzo, porque ella no es nada abstrusa, ni ardua la lectura) se verá recompensada.

Szymbosrska es genuinamente humilde, jamás se sube a pedestal alguno, no es oscura, resta importancia a la supuesta superioridad de la poesía, descree de hermetismos. Se podrá o no estar de acuerdo con la idea, pero para ella la poesía solamente es una rama más de la literatura, “ni más ni menos importante que el resto”.

'Paisaje con grano de arena'

'Paisaje con grano de arena'

Nacida el 2 de julio de 1923 en una de esas localidades –demasiadas– que han cambiado de nombre según el quita y pon de las fronteras víctimas de los zarandeos de la historia, Szymborska publicó su primer poema en 1945, año en que cae Hitler y empieza a levantarse el Telón de Acero. Luego ha publicado una docena de libros de poemas, aunque los tres primeros, fundamentalmente por decisión de la autora, se han visto representados con cuentagotas en las compilaciones. Su poesía digamos que canónica comienza en 1957 con Llamando al Yeti.

“La de Szymborska no es una poesía mística; sin embargo, sus poemas tienen la magia de la revelación. Y de la sonrisa”, acertó a definir Elena Poniatowska en el prólogo a Poesía no completa de su lejana compatriota. Y es así porque la nobel de 1996 usa como muy pocos la ironía, la muy inteligente ironía, y ya sea escribiendo sobre animales circenses, un felino o el mito de la Atlántida, es reina de los matices, de los puntos de vista, de las dudas, de las vacilaciones. 

Y esa ironía recae antes que nada sobre ella misma, a quien se pueden aplicar estos versos del poema 'Mono': “se burla de sí mismo, es decir, nos da un buen ejemplo, / a nosotros, de quienes sabe todo, como un pariente pobre, / aunque no nos saludemos”. Ella, que padeció las rotundas certezas de los totalitarismos, sabe que no hay verdades absolutas. También, que se llega más al lector hablando de las objetos, los animales, las paradojas, que no desde el ensimismamiento, el narcisismo y un yo omnipresente.

Nada pagada de sí misma, es capaz de escribir un poema como 'Lecturap que recuerda esos escenarios de charlas, recitales, conferencias que una y otra vez aparecen en los diarios de Andrés Trapiello: “Hay doce personas en la sala, / es hora de empezar. La mitad vino porque llueve, / los demás son parientes”. Señora de las paradojas, de los quiebros imprevistos; reina de las líneas oblicuas y los saltos de acróbata; maestra de las sorpresas; consumada artífice de llamadas de atención sobre aquello en lo que no solemos fijarnos, Szymborska es entrañable, sabia, talentosa, imaginativa.

'Correo literario'

'Correo literario'

Que se fije con cercanía, empatía y hasta piedad en las cosas cotidianas no impide que la poeta también se mueva a sus anchas por los sueños. En un poema que se titula así, 'Los sueños', vemos cómo la voz lírica es capaz, en el terreno vaporoso de lo onírico, de pintar tan bien como Vermeer, hablar griego, y es una virtuosa pianista. Reinterpreta los mitos, pone el foco en lo pequeño (por ejemplo, un escarabajo muerto).

No despreció sin embargo algunos temas históricos. En 'Todavía' escribe un estremecedor poema sobre el genocidio sufrido por los judíos a manos de los nazis. Dedica otro poema a 'Vietnam' (que hay que reconocer que no es de los mejores) y se adentra en la psique de un asesino en 'El terrorista, él mira', uno de sus textos más justamente antologados y reimpresos. Su comienzo corta la respiración: “La bomba va a estallar en el bar a las trece y veinte. / Ahora son sólo las trece y dieciséis. / Algunos todavía tienen tiempo para entrar. / Otros, para salir”.

Pero no solo escribió poesía. De 1953 a 1981 fue redactora de la revista Życie Literackie (Vida literaria), donde se ocupó de editar la poesía ajena y publicó singulares reseñas sobre libros recibidos de cualquier temática con la autoimpuesta limitación de que no fuesen de literatura (con pocas excepciones, entre las que se cuenta una recensión del Cantar de Mío Cid). Fue un acierto, porque no hay aquí resabios de escritor sino, al contrario, un constante asombro ante el mundo, la naturaleza y los mil pliegues de una realidad mucho más vasta. 

Como dice la propia Szymborska, son impresiones de lectora amateur, y agrega: “El libro es a veces el tema central; en otras ocasiones, solo el pretexto para entretejer libres asociaciones”. Siempre la sana ironía, la guasa. Al margen de un libro titulado El ciervo, anota esto tan certero sobre la falta de operatividad de los regímenes comunistas, como el que padeció Polonia: “Si nos pusiéramos a ello con determinación, podríamos aniquilar hasta la última de las grandes especies en dos o tres años y, con la activa colaboración de nuestros burócratas, quizás lo conseguiríamos en unos cinco años”. 

'Canción Negra'

'Canción Negra'

O sobre la figura de Napoleón, que nunca le ha despertado gran atención hasta entonces: “No obstante, tras leer este libro, he sentido por él algo parecido a la compasión: ese tipo de piedad que se experimenta hacia el tigre que se encuentra encerrado en una jaula”. Ha recogido estos textos la editorial Alfabia en Lecturas no obligatorias, Más lecturas no obligatorias y Siempre lecturas no obligatorias, traducidos por Manel Bellmunt Serrano y varias veces reimpresos. Estos ensayos breves, estas páginas siempre entretenidas tienen cimas, solo en el primer volumen, como 'Imágenes que hablan', 'Jaulas de cristal', 'Divas', ¡La vida psíquica de las mascotas' (que conecta directamente con el poema 'Un gato'), 'Viejos amigos', 'El mito de la poesía', 'Lo que queda atrás' o 'Migajas' (quizás embrión del poema sobre el terrorista). 

Aquí se demuestra una vez más que mucho de lo mejor de la literatura del siglo XX se publicó en periódicos: Álvaro Cunqueiro en 'El envés' (Faro de Vigo), Jorge Ibargüengoitia en sus desternillantes crónicas mexicanas en Excélsior, Myles na Gopaleen (Flann O’Brien) en el, por otra parte bastante circunspecto, The Irish Times. Y añada cada cual los nombres que desee, de Camba a Chaves Nogales o Pla.

Es amplio el surtido de publicaciones que en español firma la polaca. Paisaje con grano de arena (Lumen) fue el primer libro de la autora que se tradujo al español, de la mano de Jerzy Sławomirski y Ana María Moix, aquella única mujer incluida en la promoción de los Nueve novísimos. En Igitur han visto la luz los poemarios Dos puntos e Instante, traducidos por Abel Murcia y Gerardo Beltrán.

'Antología poética'

'Antología poética'

Hasta aquí (Bartleby) recoge los trece últimos poemas de la polaca, en traducción, nuevamente, de Murcia y Beltrán, quienes firman asimismo la traducción de Poesía no completa publicada en Fondo de Cultura Económica. Beltrán y Murcia nos cuentan aquí en su 'Nota de los traductoreso que fue pionero en la traducción de Szymborska al español el poeta polaco radicado en México Jan Zych, que compartió los borradores que hizo con León Felipe, “quizás el primer lector de Szymborska a nuestra lengua”. Recordemos que Felipe fue también un cantor de lo parvo y lo sencillo.

Hiperión por su parte publicó dos libros juntos, más una propina, en El gran número, Fin y principio y otros poemas, vertidos por un grupo de traductores. Hay además una Antología poética en Visor, debida a Elzbieta Bortklewicz, cuyo nombre y apellido no deben hacer creer que el español empleado sea en modo alguno torpe, pues se trata de una traducción fluida y más que solvente que no sale perjudicada al compararla con las arriba mencionadas.

En Nórdica hay un estuche que contiene Canción negra y Saltaré sobre el fuego. El primero de ellos, traducción de Abel Murcia y Katarzyna Mołoniewicz, que no vio la luz en forma de libro en vida de Szymborska, se remonta a 1944-1948, época que coincide con el final de la Segunda Guerra Mundial y el comienzo de la Guerra Fría y, en consecuencia, el paso de una Polonia conquistada por los nazis a otra tomada por Stalin. 

El segundo, una selección de sus versos, fue traducido por Murcia y Gerardo Beltrán. En la misma editorial está disponible, también gracias a Murcia y Mołoniewicz Correo literario, una selección de las respuestas a un consultorio sobre escritura que incluía la citada revista Vida literaria. Hay ahí destiladas mucha sensatez, mucha experiencia, lecciones que no pretenden serlo. 

Hay poetas que ahondan en simas, modifican el lenguaje, se adentran por el deslumbramiento de la epifanía. Szymborska, no, pero no es prosaica, si por este calificativo queremos decir pedestre. Sencilla, sí, ya se dijo. Pero no simple. Representa solo una de las líneas posibles en la poesía. Si usted quiere que alguien se aficione a esta, ella puede cumplir con creces ese cometido.