Una imagen promocional del grupo 'Jarcha'

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Letras

Intrahistoria del himno de la Transición

'Libertad sin ira', la canción interpretada por Jarcha en los años de la reforma política en España, se ha convertido en la música recurrente de causas políticas dispares

22 julio, 2021 23:30

Pocas canciones ocupan un lugar tan privilegiado en la banda sonora de la Transición como Libertad sin ira, publicada por la banda Jarcha en 1976, con música de P. Herrero y J. L. Armenteros y letra de R. Baladés. En el otoño de 1976 esta canción pasó de ser considerada no radiable por las emisoras a alcanzar una popularidad inusitada, precisamente mientras se elaboraba el proyecto de Ley para la Reforma Política en España (15 de diciembre de 1976) que culminaría con su plena identificación posterior con las primeras elecciones generales de junio de 1977

Libertad sin ira ha articulado desde entonces los imaginarios de la Transición, convirtiéndose en lo que Jorge A. Benedicto ha definido como “la matriz cultural” de la democracia y sus mitos fundacionales tras la muerte de Franco. Su intrahistoria, sin embargo, no se limita a este periodo histórico concreto. Al contrario: las múltiples vidas culturales, musicales y políticas que la canción ha tenido a lo largo de más de cuarenta y cinco años evidencian su condición de obra cultural resignificada y útil para impulsar discursos y prácticas ideológicas de diferente signo.

La trascendencia de Libertad sin ira es un asunto tan disputado como el periodo político en el que adquiere su inmensa popularidad. Parte de los usos y funciones culturales de la canción se asocian al recuerdo de los años previos a la vuelta de las libertades a España, al aparecer en series de televisión como Cuéntame cómo pasó, como hilo musical en el Museo Adolfo Suárez y la Transición (Cebreros, Ávila) o ser versionada por el grupo Los Porretas (2017).

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No son los únicos casos. En 1983 los cánticos Libertad, libertad y Se va a acabar la dictadura militar se escucharon en la manifestación celebrada el 27 de noviembre de 1983 en la Plaza del Obelisco de Montevideo. Una publicación de Uruguay, la revista Jaque, recoge la noticia de cómo por la megafonía se escuchó la canción de Jarcha en defensa de las libertades democráticas. En países como Chile, durante la dictadura militar de Augusto Pinochet (1973-1990), el Movimiento de Acción Popular Unitaria (MAPU), organización política clandestina, también la utilizó en sus actos.

Esta práctica ha cobrado intensidad con el correr del tiempo. Así, las diferentes movilizaciones ciudadanas celebradas en 1997 en repulsa por el terrorismo de ETA y el asesinato de Miguel Ángel Blanco estuvieron acompañadas por la música de Jarcha, junto a otros símbolos como lazos azules, las manos blancas, velas o las fotografías de  concejal del PP de Ermua, tal y como recoge Teresa Sádaba. Veinte años más tarde, en una entrevista, el vocalista del grupo musical, Ángel Corpa, recordaba esos momentos: “La canción volvió espontáneamente a la boca de gente que protestaba contra la barbarie al grito de ¡Basta ya!

41pBXuoBxbLUna década más tarde, las manifestaciones y concentraciones apoyadas por el Partido Popular –entonces en la oposición– contra las políticas en el País Vasco de José Luis Rodríguez Zapatero (PSOE) fueron acompañadas también por Libertad sin ira. De la misma forma, la canción ha sido criticada por reflejar visiones celebratorias vinculadas a la denominada cultura de la Transición. Así, por ejemplo, las movilizaciones ciudadanas del Movimiento de los Indignados, o el 15M (2011), no emplearon con asiduidad dicho tema, lo cual puede entenderse por la centralidad en estas manifestaciones de los relatos contrahegemónicos sobre dicho periodo histórico.

Una década más tarde,

Todas estas circunstancias convierten la composición no sólo en una canción emblemática, sino en un eslogan de comunicación política, presente por ejemplo en las campañas del PP frente a los indultos del procés en junio de 2021: “Casado: Con libertad y sin ira, por España, la Constitución y la Justicia. España sí, indultos no”. Aunque a menudo se crea que la letra es la que condensa todos los significados de una canción, su interpretación –la forma en la que es cantada y el acompañamiento elegido– son elementos decisivos para su resignificación en clave política. Libertad sin ira se ha convertido, por estas razones, en el himno no oficial de causas políticas de naturaleza diversa.