La periodista y escritora Txell Feixas en la entrevista con 'Letra Global'

La periodista y escritora Txell Feixas en la entrevista con 'Letra Global'

Ideas

Txell Feixas: "Shatila, la pequeña Palestina, es también luz, feminismo y empoderamiento"

La periodista plasma en 'Aliadas' una historia particular sobre un equipo de baloncesto de mujeres en el campamento de refugiados de Shatila, en Líbano: "El feminismo debe acompañar, no se debe aleccionar desde Occidente"

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Empatía y la distancia necesaria. Sí, pero ¡es tan difícil cuando el profesional se encuentra con historias tan duras! Txell Feixas (Mediona, Barcelona, 1979) es muy consciente de esa doble vertiente que debe atender un periodista. Cubrió la información económica en Madrid para Catalunya Ràdio, y quiso probar otros territorios más complicados, como corresponsal de TV3 en el Líbano.

Fruto de esa experiencia, de su convicción de que se debe conocer a fondo una determinada historia, pero siempre asumiendo el deber de un profesional de la información, con el rigor exigido, es el libro Aliadas, en Capitán Swing (la versión original en catalán, Aliades, se publicó en Ara Llibres en 2023). 

Su trayectoria profesional ha venido marcada en los últimos años por la perspectiva de género, con la publicación de Dones valentes, (Ara Llibres, 2020) y el ya citado Aliades. En 2024 fue reconocida con el Premi Nacional de Periodisme.

Su mirada provoca un choque emocional en el lector. Feixas descubrió un equipo de baloncesto de chicas en Shatila, el campo de refugiados palestinos en el Líbano, que todavía muestra “las enormes cicatrices” de las matanzas de palestinos que se produjeron en 1982, en Sabra y en Shatila, a cargo de las milicias cristianas del Líbano con el amparo de Israel.

Se dejo seducir por un equipo femenino de baloncesto, a partir de la voluntad de Majdi, el impulsor de la iniciativa, hijo y nieto de palestinos, de familiares que se vieron obligados a huir de Palestina en 1948, con la creación del estado de Israel, y que se salvaron casi de milagro en 1982. “El padre de Majdi vio que podía pasar algo muy grave en el campo de refugiados y se escondieron un día antes”. Evitaron, por tanto, esa enorme mancha negra que todavía arrastra Israel con la muerte de 3.000 palestinos en Sabra y Shatila.

¿Qué choca al llegar a Shatila? “Cuando entras el impacto físico es enorme. Es un kilómetro cuadrado, que toca a Beirut. Es como una favela vertical, que no se puede expandir, es una prisión a cielo abierto, sin agua potable, sin trabajo, y sin la ayuda humanitaria necesaria. Y con un paisaje humano que sorprende todavía más. El campamento era para 3.000 refugiados, pero hoy hay 30.000 personas. En la calle se ven hombres y niños, pero no mujeres, que no pueden pasear sin un hombre al lado. Se respira la injusticia de 1982. En cada calle se perciben las grandes cicatrices de aquella matanza”.

Pero hay esperanza: "Shatila, la pequeña Palestina, es también luz, feminismo y empoderamiento", asegura en esta entrevista con Letra Global.

La periodista y escritora Txell Feixas, en la entrevista con 'Letra Global'

La periodista y escritora Txell Feixas, en la entrevista con 'Letra Global'

El lector no puede dejar de emocionarse por esa historia concreta que ejemplifica la realidad de la región. Majdi, con la convicción de que debe salvar a su hija Razan, impulsa un equipo de baloncesto para chicas, con la voluntad de que tengan “un espacio seguro en un campo de juego que es la quinta planta de un piso, como un comedor sin muebles”.

¿Qué desea Majdi que Razan evite? Esa es la cuestión que Feixas quiere mostrar, para que el lector de las democracias europeas entienda lo que realmente está en juego en países autoritarios en los que la mujer “vale menos que nada”. Lo explica en el libro:

“Las crías se pierden (en la sala de entrenamiento) para, paradójicamente, encontrarse a sí mismas y convertirse en lo que no las dejan ser: niñas. Shatila no es Kabul ni Teherán, pero las posibilidades de ver su infancia arruinada son muchas. Un matrimonio demasiado temprano, morir en el parto, abandonar la escuela, convertirse en esclavas domésticas, laborales o sexuales, ser violadas, ser víctimas de un crimen de honor, enterrarse en el mundo de las drogas o en la desesperación propia de un campo. Estos peligros son reales en Shatila y en el resto de la región. Son amenazas que Madji quería evitarle a su hija, Razan”.

La paradoja es que ese mundo cerrado, en la que se prohíbe todo a las mujeres, donde se permite la escuela, pero para ir a cada de inmediato y encontrar la salida en un matrimonio, con edades muy jóvenes, casi niñas, se da en lo que se ha denominado como la pequeña Palestina, siempre considerada como más avanzada que otros países de religión musulmana.

Portada del libro de Txell Feixas

Portada del libro de Txell Feixas

Txell Feixas admite que se trata de una sociedad “cerrada”, dominada por los hombres, pero hay “agentes de cambio”. Es como denomina a Madji, que no quiere que su hija siga ese camino, el único que se le permite a la mujer, el tradicional. “Lo presento como un agente de cambio, porque sin manual de feminismo, aplica el sentido común. No quiere que se case a las niñas con nueve años, que mueran durante el parto. Y es un hombre amado en la comunidad, pero también odiado. Él ha hecho explotar las cabezas de muchos hombres. Y siempre con una condición para las chicas, la que debían estudiar y aprobar si querían jugar en el equipo, desde la convicción de que la educación lo puede cambiar todo”.

Feixas deja claro una cuestión clave. "El Islam no tiene nada que ver. Hay dirigentes religiosos que les dicen a los hombres en Shatila que el Islam no señala que se deba casar a niñas con nueve años, ni entregarlas a nadie".

El equipo, el Palestine Youth Basket Team, que se ha hecho un nombre y ha jugado fuera de las fronteras del Líbano, --en Barcelona, Madrid, Dublín, Roma o Bilbao—constata esa “alianza” entre mujeres, junto con otras experiencias que ha vivido y explicado Txell Feixas en sus crónicas y en el libro. “Se tejieron otras alianzas, con un equipo de cricket, y un taller de vídeos para que las mujeres pudieran retratar Shatila a su manera, y un equipo de viudas, que cosían compresas de tela, algo que dejaba consternados a los hombres”, señala la periodista.

¿Qué sucede, entonces? “Las mujeres son aliadas, resisten, se empoderan, reclaman su lugar en esas sociedades”.

Txell Feixas no evita las contradicciones, porque la hija, a la que quiere salvar su padre, se muestra esquiva. No iba a muchos entrenamientos, quería estar con su novio. “Mi padre se quería salvar a sí mismo”, le espeta a la periodista. Se casa con el padre en contra, --que acaba accediendo de mala gana-- con 17 años, y acaba volviendo a casa, con un hijo de cinco años, tras ser objeto de la violencia y los malos tratos de un hombre totalmente enganchado a las drogas

El relato perdido de Israel

Razan admite que ha cometido errores, y apoya a las amigas que juegan en el equipo de baloncesto. La cuestión es que es el hombre el que decide, con iniciativas pensadas para salvar a las mujeres de un destino de condena, o, directamente “vendiendo a sus hijas con falsos argumentos”.

Y es que muchas familias casan a sus hijas muy jóvenes con la idea de que con un hombre al lado estarán protegidas. “La cuestión es que con la idea de salvarlas de violaciones, lo que hacen es condenarlas a las violaciones de sus maridos, que las dejan cuando tienen hijos en muchas ocasiones y vuelven a casa deshonradas”.

La periodista tiene esperanza y lanza un mensaje: “Para ayudar hay que acompañar, pero no imponer. Es decir, hay avances, transformaciones, pero deben ser las propias mujeres las que mantengan sus ritmos. No debemos aleccionar. En la mayoría de casos, las mujeres avanzan cuando se las deja. Si se presiona, no funciona. Para que ellas decidan, los feminismos deben acompañar. Lo que crea rechazo es que desde Occidente se les explique qué es el feminismo”.

Palestina resiste, pese a todo. Sus mujeres buscan su propio lugar. Pero en Shatila todo es más difícil, con el Líbano muy poco interesado en mejorar la situación de esos refugiados. "El hecho es que se piensa en Shatila como un lugar oscurso, de horror, pero la pequeña Palestina es también luz, feminismo y empoderamiento".

Feixas señala que en Gaza también se resiste, pese a la crítica situación y los ataques constantes de Israel. “En Gaza podrían haber optado por irse a Egipto, pero no quieren irse. Les puede la dignidad. En la llamada pequeña Palestina, en Shatila, se ha acabado con el romanticismo de la lucha armada, y cobra forma el poder de la educación. Los que pueden intentan formarse, porque entienden que tendrán una puerta de salida, como es el caso de las niñas del equipo de baloncesto”.

La periodista considera que Israel “ha perdido el relato” y que no podrá superar lo que ha hecho en Gaza. “Israel depende de lo apoyos que tiene, de Estados Unidos y de Europa, con países como Alemania, que es su segundo proveedor de armas. Lo que ha pasado es contradictorio, porque es el país más seguro del mundo, pero es hoy el menos seguro y lo será en las próximas décadas. Sabe que sin apoyos no podrá hacer nada”, remacha Feixas.