
Imagen de la portada del libro de Pankaj Mishra 'El mundo después de Gaza'
Pankaj Mishra y la miseria moral de Occidente tras la destrucción de Gaza por Israel
El ensayista indio golpea en el estómago al ciudadano occidental que todavía es sensible ante la llamada a la decencia en el mundo, con el estado de Israel como 'chantajista' perpetuo al recordar una y otra vez la Shoah
La verdad incómoda de Rashid Khalidi sobre Palestina
Ciudadanos sensibles, que admiran obras de una gran altura intelectural que proceden del mundo judío. Personas muy conscientes de la Historia reciente, que han reflexionado sobre la Shoah, y que rechazan cualquier ataque antisemita. Hombres y mujeres occidentales, que conocen su lugar en el mundo, que saben las enormes heridas provocadas por la colonización en todo el planeta. Y que se indignan con la actitud del Estado de Israel, que no saben cómo ni a quién gritar cuando se han dado cuenta de la destrucción absoluta de Gaza. ¿Qué pueden hacer? ¿Cómo entender una nueva situación en la que todo se ha legitimado, en la que la fuerza bruta vuelve a estar presente?
El filósofo Karl Jaspers habló de la "culpa metafísica" para afrontar la cuestión de la responsabilidad moral en la posguerra, en 1945. Se trataba de analizar la aflicción que experimentan quienes son conscientes de su impotencia ante una barbarie inconcebible. El ensayista y novelista indio, Pankaj Mishra, ha querido escribir sobre ello a partir de los sucedido en Gaza. Y abraza las palabras de Jaspers: "Existe una solidaridad entre los seres humanos que hace a cada uno de ellos corresponsable de todo error y toda injusticia que se cometen en el mundo, sobre todo en relación con los crímenes cometidos en su presencia o con su conocimiento. Si no hago lo que esté en mi mano por evitarlos, yo también soy culpable".
Mishra escribe sobre esa culpa, "una condición humana muy extendida tras la oleada de asesinatos en masa en Oriente Medio, a cargo de Israel, retransmitida en directo". Lo hace en El mundo después de Gaza (Galaxia Gutenberg), con la convicción de que se debe trazar una línea muy gruesa a partir de lo sucedido.
Siempre desde su condicción de ciudadano indio, conocedor de las atrocidades del colonialismo, y sin ocultar su veneración por escritores y artistas judíos desde muy pequeño, Mishra se pregunta si realmente la diferencia para poder criticar asesinatos hay que buscarla en el color de la piel. "Escribo también con la fe de que existe eso que se llama solidaridad entre unos seres humanos y otros, y que no acaba donde se ha trazado la línea del color".
El golpe en el estómago al ciudadano occidental es directo. Duele. Porque este novelista indio incide en algo que los defensores de un universalismo neutral --siguiendo al maestro John Rawls-- creían superado. El liberalismo universalista, basado en derechos universales, ¿ha tenido excepciones en función de la piel de los seres humanos?

El ensayista y novelista Pankaj Mishra
La Historia demuestra que ha habido 'muchas excepciones'. La respuesta de Occidente con la invasión de Ucrania, por parte de Rusia, ha sido muy distinta a la reacción frente a los ataques constantes de Israel en la Franja de Gaza, después de los atentatos de Hamás en Israel el 7 de octubre de 2023. La critica contundente, el reproche frente a esos asesinatos de Hamás, --la necesaria respuesta militar-- no puede justificar la destrucción completa de Gaza, con el mensaje diáfano: los palestinos no podrán volver, porque todo está destruido.
Lo que Mishra plantea, --sin embargo, va más allá. Israel como estado, ¿puede realmente actuar como desee con el recuerdo de la Shoah permanente como gran coartada?
¿No ha habido en la Historia enormes matanzas tan o más crueles que la de los nazis frente a los judíos? ¿Con qué ojos ve un occidental la destrucción de Gaza y cómo la ve un indio, un ciudadano del sur global? ¿Sabemos en detalle cómo masacró el Ejército británico a los Mau Mau en Kenia, diezmando al pueblo kikuyu?

Graffiti callejero con la imagen de Hannah Arendt
Occidente se ha visto, en los últimos años, acosado por ese sur global, que pide cuentas, y que exhibe una mueca de desagrado cuando se apela a los valores universales occidentales. Sí, hay una posibilidad de acuerdo. Kant existe. O debería seguir vivo entre nosotros. Pero la realidad ha sido otra.
El universalismo occidental se ha aplicado para "los blancos". Mishra señala que Israel debería interiorar esa cuestión, porque los judíos fueron considerados como 'no blancos' por parte de los alemanes durante el nazismo.
Si la Shoah fue considerada como un asidero para valorar lo que ya no podía suceder nunca más, si estableció el rasero del mal que es capaz de perpetrar el ser humano, ¿cómo se puede hoy destruir por completo Gaza con total impunidad? ¿Cómo asiste el mundo ante esa situación? ¿Qué hace Occidente frente al sacrificio del pueblo palestino?
Porque si se cruzan los brazos, entonces se admite que los palestinos no cuentan. Que se pueden sacrificar, porque no son blancos.
El dolor en el estómago se acrecienta. Mishra es implacable. Traza diferencias, por ejemplo, entre escritores y analistas que sufrieron la Shoah. Primo Levi estuvo preso en Auschwitz. También Elie Wiesel. Primo Levi y Hannah Arendt, que se exilió en Estados Unidos, mostraron su distanciamiento con Israel, con el proyecto sionista. No fue el caso de Wiesel. Los dos quisieron alejarse de sus puntos de partida, cuestionar el proyecto de un estado para los judíos.

Portada del 'El mundo después de Gaza'
Hoy esa cuestión es tabú para muchos judíos. Mishra indaga en los norteamericanos, judíos de Estados Unidos, que fueron ajenos a la experiencia de la Shoah, pero que mantienen una especie de ligazón ancestral y que por ello defienden al Estado Judío, 'haga lo que haga'.
Lo que ha sucedido en Gaza no se quiere admitir. Es el fracaso del proyecto occidental. Porque no se quiere defender lo mismo en Gaza que en Ucrania, en Kenia o la propia India. No son población blanca. Ya habrá relatos o argumentos para justificar cada operación por sí sola. El terrorismo de Hamás, en el caso de Gaza, la imposibilidad de reprochar nada a Israel porque, claro, hay que recordar la Shoah, cuando el caso de Israel y Palestina debe ubicarse en el capítulo de la colonización occidental, como bien ha explicado el historiador Rashid Khalidi, porque se remonta a la compra de tierras desde el último tercio del siglo XIX.
La miseria moral de Occidente es una realidad. Mishra la expone. ¿Son las reglas del juego, las de los pueblos más poderosos hoy, las de Estados Unidos y las de un país como Alemania que quiso blanquear su culpa con acuerdos militares muy ventajosos para Israel y otros que siguen ocultos?
Algo de esperanza
Entonces se conlleva como se pueda esa realidad, pero se deja claro que no hay valores universales. Hay los que Occidente ha tratado de imponer donde le convenía. Esa es la tesis de Mishra.
Porque hay que saberlo: "La magnitud de la devastación (en Gaza) es mucho mayor en proporción que la infligida por los bombardeos aliados sobre Alemania en la Segunda Guerra Mundial".
Mishra, que ha sido apartado de distintos altavoces mediáticos por su posición crítica con Israel --le cancelaron la conferencia que ha sido, en parte, el tema central de su libro, en el Barbican Centre de Londres-- ve en Gaza todo un símbolo:
"Gaza ha sido la que ha impulsado a muchos a enfrentarse de verdad a la enfermedad crónica de sus respectivas sociedades. Es lo que les ha llevado a darse cuenta de repente de que estamos en un mundo decrépito que ya no cree en sí mismo, y que tan preocupado como está en sobrevivir a toda costa, pisotea sin menoscabo los derechos y principios que en otro tiempo consideró sagrados, repudia todo sentido de la dignidad y el honor y recompensa la violencia, las mentiras, la crueldad y el servilismo".
Como muestra de valentía y seriedad, de compromiso con el rigor, el CCCB organizó la presentación del libro este pasado jueves, con el propio autor y un éxito de asistencia.
No es plancetero el texto de Mishra. Y produce en el ciudadano, el que desee conocer qué sucede en el mundo, más allá de sus problemas cotidianos, ese sentimiento de culpa metafísica de la que hablaba Jaspers.
En función de las posibles reacciones, "habrá esperanza para el mundo después de Gaza".