
El escritor y periodista Quim Aranda, en la entrevista con 'Letra Global'
Quim Aranda: "El Brexit y el Procés comparten el mensaje populista: Bruselas nos roba, España nos roba"
El periodista y escritor publica 'D'una hora lluny', una mirada desde Londres que sirve para analizar cómo ha cambiado la sociedad británica y catalana, que tiene en Barcelona "una ciudad global, como es Londres desde hace décadas"
Otra obra de Aranda: Cine y pasión por el periodismo en la Barcelona de los setenta y ochenta
Contundente. Palabras gruesas, cuando toca. Sinceridad y capacidad de análisis. Es Quim Aranda (Barcelona, 1963), un periodista que llevaba un escritor dentro, o un narrador, que ha ejercido de periodista. Aranda, corresponsal en Londres del diario Ara, acaba de publicar D’una hora lluny, notes d'un corresponsal: d'Elisabet II a Carles III (Folch & Folch), un libro peculiar y ambicioso: entre el ensayo político, el retrato sociológico y la propia autobiografía.
La crítica siempre está presente. Es el mensaje que siempre ha querido transmitir este periodista, que reclama ese esfuerzo a toda la profesión. Respeta a muchas personas, a escritores y políticos, pero es duro con muchos otros. Se ha sentido decepcionado por algunas “estrellas” del firmamento periodístico, y tiene palabras de admiración, por su talante personal, por haberlo tratado de forma estrecha, para uno de los grandes: Manuel Vázquez Montalbán. Todo eso lo refleja en el libro, tras 25 años viviendo en Londres, donde ha visto cómo sus dos hijos –hijo e hija-- se educaban en las escuelas británicas, y son hoy ciudadanos británicos, mientras él sigue pendiente de Catalunya y el resto de España.
En esta entrevista con Letra Global constata lo que ha sucedido en el Reino Unido y en Catalunya en los últimos decenios. Su conclusión es clara: "El Brexit y el Procés comparten el mensaje populista: Bruselas nos roba, España nos roba".
Con algunos referentes, los periodistas que han cubierto la información del Reino Unido para medios en Catalunya, como Eugeni Xammar, Josep Pla, Augusto Assía, Enric González o Lluís Foix, Quim Aranda considera que faltaba algo nuevo. “Creo que no se ha tenido la voluntad de intervenir en el debate en Catalunya desde una perspectiva foránea, la que da vivir en un país como Reino Unido. Eso es lo que he intentado, al comparar situaciones, hechos, y creo que puede tener un valor y ser útil”, asegura.

Quim Aranda, en la entrevista con 'Letra Global' Barcelona
Quim Aranda no cree en muchos mitos, salvo en Vázquez Montalbán. Y señala que lo británico no debe considerarse como muy elevado. Es decir, no ve que el Reino Unido deba verse por encima de España. “Tuve una conversación con una investigadora del Imperial College de Londres, y lo que decía es que el talento que se produce en España es a veces mucho mejor que el que genera Oxford y Cambridge. Claro que hay diferencias en cuanto a la financiación de proyectos, pero el Reino Unido está sobrevalorado”.
Otra señal es la que transmite el sistema político británico. “El presidente del Parlament –Josep Rull—vistió recientemente Westminster, y salía maravillado del parlamento británico, como cuna de la democracia liberal. Pero en lo único que brilla es en la oratoria, y lo he visto con mis hijos, porque eso lo enseñan en la escuela. En lo demás es una democracia tan imperfecta como lo es la española, con sesiones de gobierno tan espectaculares como inútiles. El primer ministro contesta lo que le da la gana, cuando se le pregunta. Hay una gran parafernalia, eso sí, y todo eso acaba confundiendo a quien no sigue el día a día, cosa que yo he hecho durante más de veinte años”.
¿Un ejemplo debería ser la tradición de las comisiones de investigación? “No, son prácticas que no sirven para nada. Duran años y acaban en nada. Lo que pasa es que hay una tradición, una trayectoria larga de democracia, que aquí desgraciadamente no se ha tenido”.
La intención de Quim Aranda se podría concretar como un desmontaje del Reino Unido. Porque la cara multicultural, la impresión de que el Reino Unido era más tolerante con la inmigración ha podido ser un espejismo. “Esa gran democracia que pensamos que es el Reino Unido ha tratado a los inmigrantes racializados, la población antillana, la caribeña o la africana, a patadas. Hay muchos testimonios que señalan que fueron perseguidos. Y lo mismo sucedió con Irlanda del Norte, que fue un caso colonial”.
Pero, ¿cómo ha evolucionado ese Reino Unido, antes del Brexit, hasta ahora? “Es cierto que yo llegué a Londres –con su mujer Mari Paz Balibrea, profesora de Literatura en Londres— cabalgando una ola de optimismo, con Tony Blair y el Brit Pop, con Anthony Giddens y la Tercera Vía –en la que nunca creí, y que me pareció un fraude político, moral y económico. Esa etapa se desmorona con la crisis de 2008 y se aprovecha la tensión interna que genera”.
¿Cómo? “Se señalaron las cabezas de turco, los inmigrantes, con los famosos comentarios sobre los polacos, por ejemplo. Se comenzó a lanzar la idea del “Bruselas nos roba, algo que se repitió en Catalunya, respecto a España. El resultado es el Brexit, que ha hundido el comercio para las pequeñas y medianas empresas. Es un desastre para la mayoría de empresas de menos de veinte empleados, que no pueden vender nada fuera. Lo explicó Simon Kuper, con su libro que en español se tradujo como Amigocracia. La banda de Boris Johnson y David Cameron, desde las universidades de élite, como Oxford y Cambridge, habían establecido el paradigma: si sus padres y abuelos habían salvado la democracia frente a los nazis, ellos se otorgaron la misión de salvar el Reino Unido frente a la burocracia de Bruselas”.
Pese a todo y mirando también a Francia, ¿no ha reconocido el Reino Unido mejor a lo foráneo, no lo ha integrado mejor, como se muestra a través de los periodistas que aparecen en la BBC? “Es verdad que hay rostros multicolores, en comparación con la TF1 francesa, pero son respetuosos sólo hasta cierto punto. En Navidades, por ejemplo, el día de Navidad, el metro está cerrado. Los musulmanes de Londres se quedan fuera de la fiesta. Es decir, se sigue ordenando la vida en función de una mirada particular”.
La idea de la integración la ha vivido Quim Aranda de forma directa. Sus hijos se han educado en Londres. ¿Cómo se vive? “Lo que queremos en casa es que ellos sean lo que quieran ser. Y mi hijo ya es británico y trabaja para el gobierno británico. Es británico, que no inglés, porque para ello se necesitan ocho apellidos ingleses. Pero lo vivo todo con naturalidad”.

Portada del libro de Quim Aranda
¿La escuela, por tanto, hace británicos? “Sí, la escolarización hace británicos y espero que, en el caso de mis hijos, sean británicos críticos. Una cosa que me molestaba cuando se lo enseñaban es que el Reino Unido recuerda de forma constante la gloria de la II Guerra Mundial. Es una victoria de la democracia liberal, sí, pero es la última. No hay niño escolar que no haya visitado el Imperial War Museum, para admirar la capacidad de resistencia”.
¿Qué sucede, entonces? “Lo ha señalado Fintan O’Toole, en Un fracaso heroico. Explica el Brexit casi como un problema psicológico. El Reino Unido ganó la guerra para Europa, menos para España y alguna otra dictadura, pero el mundo no se lo reconoce. Así lo cuenta O’Toole. La Historia no es como se la merecían los británicos. Y ahora lo pagan con Europa. Es una visión que explica O’Toole desde Irlanda, donde hay, en cambio, un gran apoyo al europeísmo. Por ejemplo, el Sinn Féin nunca ha puesto en cuestión la pertenencia a la UE”.
Aranda ha cubierto fenómenos en el Reino Unido como el referéndum de independencia de Escocia o el referéndum del Brexit. Y ha considerado que en Catalunya sucedían cosas muy parecidas, alentadas por intereses y sentimientos similares. ¿Qué similitudes se dieron entre el Brexit y el Procés?
“Hay muchas similitudes. Algunos dirán que el Procés en Catalunya nace con las consultas de Arenyas de Munt, o con Artur Mas, cuando se lía la senyera o la estelada y se deja llevar por un movimiento que es muy diverso. Lo es más que el Brexit, y tiene mayor complejidad, pero hay algo en común, que es muy populista. El Brexit y el Procés comparten el mensaje populista: Bruselas nos roba, España nos roba”, señala Quim Aranda.
¿No se quiso analizar las posibles consecuencias? Aranda responde con calma, pero con claridad: “No tuvieron en cuenta las consecuencias porque no pensaron en llegar tan lejos. Recuerdo una viñeta en la que se empujaba hacia el precipicio, desde la CUP hasta Junts. Se iba al precipicio sin pensar en las consecuencias, que han llegado hasta la cárcel, como el caso de Junqueras y de tantos otros. La prueba es que Puigdemont iba a convocar elecciones y desistió tras el tuit de Rufián. Si un líder actúa de esa manera es que no es un líder”.
¿Entonces? “Lo peor de todo es que no preveían las consecuencias, porque no decían la verdad. El derecho a la independencia de Catalunya me importa tan poco como la unidad de España, pero también hay que decir que no se puede señalar que por no dejar un referéndum de independencia entonces España no es un país demócrata, porque tampoco lo hubieran permitido en Francia o Italia”.

Quim Aranda, en la entrevista con 'Letra Global' Barcelona
Y esas lecciones aprendidas en el Reino Unido las aplica a Catalunya y al resto de España. “Un periodista debe decirle al lector de su diario aquello que no quiere oír y es lo que se debería haber hecho: decirle que eso que se pretendía era imposible. Decirle que los políticos estaban engañando a la sociedad. Tampoco se le dijo a Rajoy que no tenía ni idea de lo que sucedía. El único que lo apuntó fue Duran Lleida, cuando le espetó a Rajoy que un día se iba a despertar con una declaración de independencia, y así fue”.
¿Por tanto? “Los medios de comunicación no hicieron su trabajo, no lo hizo TV3, que no intentó analizar la estructura social de Catalunya ni tuvo en cuenta las condiciones sociopolíticas del momento. En Londres llegaron Junqueras o Romeva, que habían sido eurodiputados y sabían que la Unión Europea no iba a permitir lo que intentaban”.
¿Tenían todo el conocimiento, entonces? En ese caso, ¿no es más grave? “Absolutamente”, concluye Aranda.
En el libro, Quim Aranda reflexiona sobre la coherencia de los electores, sobre la responsabilidad individual, a partir de la elección de su peluquero. El primero, el sobrino de un londinense de origen chipriota, votó a favor de que el Reino Unido siguiera en la Unión Europea, pero acabó votando a Boris Johnson, uno de los que más trabajó para el Brexit. Aranda dejó de acudir a su peluquería.
El segundo, es de Kosovo. Con él mantiene conversaciones sobre todo, convencido de que Londres es una de las ciudades más globales del mundo. Y en ese largo lapso, 25 años en la capital británica, Quim Aranda ha visto cómo Barcelona también cambiaba. “Barcelona se ha ido convirtiendo en una ciudad global, como Londres, y es un proceso imparable, por más muros que se quieran levantar, los que intenta levantar Trump o Sílvia Orriols en Catalunya. Es un fenómeno imparable y también un reto, claro, que se debe gestionar, para no crear guetos que puedan provocar resentimiento, porque no puede haber territorios sin ley”.