A Javier Milei le gusta Ayn Rand, una libertaria de origen ruso. Ni Ludwig Von Mises ni Friedrich Hayeck, que son los grandes referentes de los políticos neoliberales, son tan importantes para él como Rand. Es una corriente intelectual, la de Rand, que recorre América Latina, después de que el intervencionismo del Estado no haya solucionado los graves problemas estructurales. Será excesivo, o un 'fantasma', en realidad, que sólo funciona en las novelas. Pero el hecho es que Javier Milei, el polémico presidente de Argentina, ama a Ayn Rand, es un amor por una libertaria judía que huyó de la Rusia revolucionaria para instalarse en Estados Unidos.
Y desde el país de la libertad se juró a sí misma que haría todo lo posible por difundir unas ideas nuevas, sin ambigüedades, con una defensa férrea por el individualismo y en contra de cualquier opresión de la colectividad. Milei, economista, que maneja bien los conceptos teóricos, ya señaló en sus primeros días como presidente electo de Argentina que quiere privatizar todo lo que sea posible, que lo mejor es que el mercado se haga cargo de la mayoría de servicios, y que ello "beneficiará mucho" a los argentinos.
Ayn Rand mira a Milei desde las alturas con una amplia sonrisa. Piensa en su arquitecto Howard Roark, el protagonista de El manantial, que quiere seguir sus propios postulados intelectuales y se niega a construir viviendas sociales por orden del Estado.
'El Manantial', la novela sobre un arquitecto y la política de vivienda de Milei
La novela de Ayn Rand fluye, es larga, llena de reflexiones. Es una maravilla para el intelecto. Sentado en un sillón, el lector disfruta de las disgresiones de Rand, en las que pone al individuo y su realización personal como noble objetivo, y en contra de las fuerzas del Estado, que consideran que el peso debe estar en el colectivo.
Para Milei es algo prodigioso. Pero, ¿qué pasa cuando uno tiene la responsabilidad de gobernar un país? Las nuevas generaciones deben hacer un esfuerzo y entender a Rand, porque el contexto es siempre determinante y la emigrante rusa era muy consciente de lo que podía suceder en la Rusia comunista, tras la revolución de 1917. Una cosa era el rechazo al dirigismo del Estado, con un poder autoritario, dictatorial en realidad, y otra muy distinta la apuesta por una especie de anarquismo liberal, donde lo único que prima es el individuo.
Milei ha expresado barbaridades al pretender borrar del mapa ministerios enteros del gobierno de Argentina, al margen de sus insultos a políticos, como a Pedro Sánchez. Aunque no lleve a cabo lo que ha señalado en la campaña electoral en doble vuelta de las elecciones presidenciales, sí quiere modificar la economía del país con cierta celeridad. Y la prioridad es privatizar servicios, y adelgazar el estado, al entender que la clase política se ha servido de él, con prácticas corruptas.
Elon Musk y Peter Thiel, en la línea ideológica de Milei (y Rand)
No es el único. Los grandes ideólogos de la tecnología que impera en Silicon Valley, como Elon Musk o Peter Thiel, beben de libertarios como Ayn Rand. Defienden que la democracia está anquilosada, que está bajo el mando de la burocracia, que perjudica la innovación, y que es extremadamente lenta a la hora de tomar decisiones. La respuesta debe ser la de dotar al individuo de más poder, con menos controles, y con el mercado como el únido Dios.
Porque, ¿quién es Howard Roark, el arquitecto protagonista de 'El Manantial'? Podríamos decir que la imagen que tenemos de él es el rostro de Gary Cooper, que lo interpretó en la película con el mismo nombre, El manantial, en 1949. El guión, de hecho, lo escribió la propia Ayn Rand, con la dirección de King Vidor. Cooper admitió que le había costado entender el mensaje filosófico de su personaje. No era fácil. Rand, de hecho, había discutido con un joven... Allan Greenspan, el que sería presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, y al que el grupo de amigos de la época le llamaban 'El funerario'.
Ayn Rand y la filosofía del Objetivismo en que se basa Milei
Rand tuvo mucho éxito con la novela 'El Manantial', publicada en 1943. Más tarde también lo tendría con otra obra cargada de ideas, La rebelión del Atlas, de 1957.
La filosofía que no entendía Cooper, y que abanderaba Rand se dio a conocer como Objetivismo, en la que el hombre es "un ser heroico, con su propia felicidad como el propósito moral de su vida, con el logro productivo como su actividad más noble, y con la razón como su único absoluto".
De hecho, el título de El manantial lo tomó Rand de una cita suya: "El ego del hombre es el manantial del progreso humano".
Sin embargo, ese hombre o mujer vive en comunidad, y debe atender las necesidades de otros hombres y mujeres. Milei bebe de ese Objetivismo, pero ahora deberá atender las necesidades de toda una sociedad, que, aunque molesta y cabreada por unos dirigentes políticos que han hablado en nombre de la colectividad --los peronistas-- exigirá respuestas sociales al hombre que sólo cree en el individuo.
La editorial Deusto (Planeta) apostó hace unos años por publicar la obra completa de Rand. Y en español están casi todos sus títulos y reflexiones filosóficas. Se trata de novelas y de ensayos. En todos sus escritos Rand defiende su propia filosofía de la vida, con personajes fuertes que tienen principios, que son insobornables, que creen en sus propios talentos y que entienden que, al apostar por ellos mismos, fortalecen a todo un colectivo.
Rand, una fuente de la que se bebe en Estados Unidos
La influencia de Rand es enorme en Estados Unidos y en círculos económicos elitistas en todo el continente americano, también en América Latina, entre una clase intelectual y económica que ha estudiado en buenas universidades norteamericanas. La novela El manantial llegó a generar una corriente de pensadores en Nueva York. Se autodenominaban Clase 43, por el año de la publicación del libro.
El arquitecto Roark representaba al hombre íntegro, que se enfrenta a un establishment que no quiere ningún cambio, que no acepta experimentos ni cosas originales. En El manantial, el resto de personajes se caracterizan por ser "second-handers", las personas que para Rand sólo buscan tener éxito y para ello se 'venden' dejando en un segundo plano sus ideales, si es que alguna vez los tuvieron.
Milei se cree ahora el arquitecto Roark. Ha leído y ha estudiado a Rand. Ama a la filósofa y escritora libertaria, está enamorado de la rusa de Sant Petersburgo que emigró a Estados Unidos, se nacionalizó norteamericana y aportó, al país elegido, de un nervio individualista, sin tapujos. Pero, ¿qué se puede construir en la práctica desde el pensamiento libertario, casi ácrata? En Argentina esperan respuestas con cierta urgencia.