Los filósofos

Los filósofos DANIEL ROSELL

Ideas

Will Durant y el arte (humilde) de la enciclopedia

Arpa publica una nueva edición de la Historia de la Filosofía del ensayista norteamericano, un excelente compendium del pensamiento universal desde la Grecia clásica hasta 1926, y el Libro de las Meditaciones Marco Aurelio

22 diciembre, 2023 22:59

Las ingratitudes, igual que en la vida ordinaria, son un ingrediente recurrente en la historia de la cultura. Al margen de los grandes héroes de la epopeya del conocimiento –muchos con capas y púrpuras académicas– existen un sinfín de iniciativas particulares (la cultura es un asunto de los individuos) que han enriquecido ese acervo compartido que (todavía) llamamos civilización contra el viento, las mareas y las tempestades de su propio tiempo, incluso frente al soberano desprecio de los mandarines de la academia, la universidad y los medios de comunicación. Uno de esos ejemplos (milagrosos) es la asombrosa obra de María Moliner, una mujer que levantó en solitario, desde su propia casa, con talento, constancia y dedicación, ese monumento lexicográfico que es el Diccionario de Uso del Español. 

La suya fue una gesta huérfana de birrete, construida contra la suficiencia idiota de la cultura oficial, que la despreció por ser mujer, trabajar como archivera y bibliotecaria y haberse atrevido a enmendar a la Academia de la Lengua que, obviamente –el rencor que causa el talento ajeno es ecuménico– decidió no elegirla nunca entre sus insignes miembros a pesar de haber creado –son palabras del Gabriel García Márquez– “la obra más completa, útil y divertida de la lengua castellana”. Moliner escribió su diccionario –con humildad y mucha paciencia, que es como trabajan todos los sabios– en sus ratos libres, haciendo realidad ese verso infalible del Poema de Mío Cid: “¡Dios, qué buen vassallo, si oviesse buen señor!”. 

Portada de la Encyclopédie (1751).

Portada de la Encyclopédie (1751).

Algo similar ocurre con los compendios, esas obras que, nacidas por la generosidad infinita de muchos autores, condensan y divulgan el conocimiento (universal) sobre una materia, de forma que, sin perder rigor, sea accesible para cualquiera. Esta tradición (editorial) existe desde el pretérito más lejano, como muestran los Libros de Ejemplos (Exemplaria), las colecciones medievales de sermones o los tratados áureos dedicados a la formación de reyes y monarcas. Obras que vienen a ser algo así como la arqueología de la literatura de ideas que, entre los autores clásicos, adoptó la forma del (falso) diálogo filosófico o moral y que, desde la Ilustración, despojada por completo de su antigua misión doctrinal, cristaliza en la famosa Encyclopédie de Diderot y D’Alembert (1751), cuyo objeto era catalogar de forma sistemática todo el saber universal disponible para democratizar el conocimiento. 

Acaso el lector más famoso de enciclopedias, que en las cortes europeas únicamente estaban al alcance de las élites, sea el argentino Jorge Luis Borges, que construyó su colosal obra narrativa y poética únicamente con la Britannica, las bibliotecas de barrio y las discretas librerías de la ciudad de Buenos Aires en los años treinta como fuentes principales. Las enciclopedias y sus variantes más vulgares –véase la célebre revista Reader's Digest (1922), creada por el matrimonio Wallace en el sótano de su casa del Village de Nueva York, una suerte de primera newsletter (por supuesto en papel) de la historia, financiada con una suscripción de tres dólares–, nunca han gozado, salvo excepciones, de prestigio académico, pero durante bastante tiempo han hecho más que muchas universidades por divulgar el saber. 

Primer número de la revista 'Reader's Digest' (1922)

Primer número de la revista 'Reader's Digest' (1922)

Con esta misma ambivalencia (menosprecio académico, popularidad inmediata) se publicaron las obras de Will Durant (1885-1981), el ensayista norteamericano que junto a su mujer Ariel, dedicase todos los esfuerzos de su vida a escribir una monumental Historia de la Civilización –once volúmenes; existe una selección en español: Lecciones de la Historia– y, antes, en 1926, una Historia de la Filosofía. El sello barcelonés Arpa publica ahora una nueva edición de esta última obra, cuyo gran éxito editorial –más de cinco millones de lectores– permitió a la pareja abandonar la precariedad en la que vivían e invertir cinco décadas en viajar, investigar y redactar su crónica universal sobre el hombre y el mundo. 

La Historia de la Filosofía de Durant fue un best-seller hace casi un siglo, alcanzando mucho antes que la wikipedia la condición de enciclopedia vulgaris, con la diferencia de que la primera es la obra de un único autor y la segunda es una publicación colectiva. No es la única distinción: Durant, que realiza un viaje en el tiempo, desde la Grecia clásica hasta los años del modernism anglosajón, justo antes de la quiebra de la bolsa de Wall Street, asume de partida la humilitas que parece acompañar desde siempre a los escritores enciclopédicos. 

'Lecciones de la Historia' de Will y Ariel Durant

'Lecciones de la Historia' de Will y Ariel Durant ARPA EDITORIAL

En el prefacio a la segunda edición en inglés del libro –Apología Pro Suo, que los editores de Arpa han tenido el gran acierto de conservar en su versión–, el ensayista estadounidense, tras una hábil captatio benevolentiae, justifica la utilidad de los compendios filosóficos amparándose en una necesidad de los lectores no cubierta ni por los expertos, ni por los eruditos ni tampoco por la academia, que entonces –como ahora– escribía para sí misma, aunque reclame la atención de un público al que despreciaba.

El mérito de este ensayo de Durant, además de estilístico, pues se trata de un libro magníficamente escrito, cosa nada fácil ni por el asunto ni por la complejidad que tiene escribir con claridad, es trazar un relato continuo, sin cesuras, de la tradición del pensamiento crítico a partir de sus principales protagonistas. Sus palabras, escritas hace 97 años, parecen haber sido redactadas ayer. Frente a la desbordante especialización de las ciencias y las disciplinas académicas, su ensayo aboga por abordar la historia de los filósofos con una perspectiva panorámica donde lo importante no es la erudición ni los datos, sino el sentido. 

El filósofo Baruch Spinoza (1907)

El filósofo Baruch Spinoza (1907) SAMUEL HIRSZENBERG

“Los hechos han venido a sustituir a la comprensión, y el conocimiento dividido en un millar de fragmentos aislados es incapaz de engendrar sabiduría. Todas las ciencias y ramas de la filosofía han elaborado una terminología técnica inteligible sólo para sus devotos: a medida que el hombre ha aprendido más sobre el mundo, se ha encontrado más incapacitado para comunicar a sus colegas cultos lo que ha aprendido. El abismo entre la vida y los conocimientos se ha hecho cada día más profundo. En medio de una cultura sin precedentes ha florecido la ignorancia popular, que ha elegido a sus modelos para gobernar las grandes ciudades del mundo”. 

¿Acaso no es esta la encrucijada de la cultura en tiempos de la Inteligencia Artificial? En internet, la actual biblioteca universal del saber, cohabitan por igual la verdad y la mentira. El conocimiento está atomizado y fragmentado, igual que las esquirlas de un cerebro que hubiese explotado y cuyo sepelio anuncian los fanáticos de la  transhumanización.

'Historia de la Filosofía' fde Will Durant

'Historia de la Filosofía' fde Will Durant ARPA EDITORIAL

Tenemos todos los datos del universo a nuestro alcance, pero cada vez entendemos menos todo lo que nos rodea porque carecemos de la capacidad para interpretarlo. A este problema –saturación mental e ignorancia ante la infinita complejidad de las cosas– es al que quiso dar solución Durant cuando escribió este libro que ha soportado, mejor que obras académicas con voluntad totalizadora, el paso del tiempo. Obviamente, su recorrido por la filosofía occidental es limitado e incompleto, igual que en cierto sentido lo es también la extraordinaria Historia del Pensamiento que escribió Bertrand Rusell. 

Se trata de una obra de autor, lo que implica un cierto grado de subjetividad –dentro de una objetividad de partida– y una jerarquía de valores. Ambos elementos son justamente los que han hecho que ni el libro del filósofo y matemático inglés, ni este compendium de Durant, hayan envejecido. Es la personalidad de sus autores la que los ha salvado del deterioro del calendario. Ambos pueden leerse con aprovechamiento y el mismo entusiasmo del momento en el que fueron escritos.

Will Durant y su esposa Ariel

Will Durant y su esposa Ariel

Durant, que conoció a su esposa Ariel en la Ferrer School de Nueva York, una institución libertaria inspirada en las ideas del pedagogo anarquista Francisco Ferrer y Guardia, creador de la Escuela Moderna, fusilado en Barcelona por ser considerado cabecilla intelectual de la Semana Trágica de 1909, defiende el diálogo entre las ciencias y el pensamiento filosófico. “Un hecho” –escribe– “no es nada sino en relación con el deseo; no está completo sino con relación a un propósito y a un todo. La ciencia sin filosofía, los hechos sin perspectiva ni evaluación, no pueden salvarnos de los estragos y la desesperación. La ciencia nos da conocimiento, pero sólo la filosofía puede darnos sabiduría”. 

Si hay un libro que muestre esta afirmación son las Meditaciones de Marco Aurelio, que Arpa suma también a su catálogo con una magnífica traducción e introducción de David Hernández de la Fuente. Un tratado íntimo –fue escrito a modo de reflexiones personales, sin voluntad de que fuera leído por nadie distinto a su autor– en el que el emperador romano más sabio de la historia reflexiona sobre sus experiencias humanas. Escrito desde la cima del poder absoluto, lo que fascina de este breviario es su luminosa desnudez, el desapego ante las cosas, la suma inteligencia con la que distingue los espejismos sociales de los verdaderos anhelos humanos, su serena reflexión sobre la muerte y el olvido, su trasfondo estoico y la inmensa influencia que ha ejercido –y aún ejerce– sobre la cultura universal. 

'Meditaciones' de Marco Aurelio

'Meditaciones' de Marco Aurelio ARPA EDITORIAL

Concebido sin título –el que aparece en las ediciones es meramente descriptivo– y también sin lectores, aunque haya tenido millones con el curso de los siglos, los aforismos y anotaciones del prócer romano, natural de la Bética, compuestos en las oscuras zonas septentrionales del Imperio, donde la luz del Mediterráneo no era más que un vago recuerdo, muestran la noble dignidad de un carácter admirable, capaz de trascender las vanidades terrestres para formularse las incógnitas espirituales que nos hacen iguales, aunque sea de forma distinta.

Es un libro misterioso que ha llegado a nuestras manos de forma milagrosa –la primera edición, tomada del manuscrito de la Biblioteca Palatina de Heidelberg, tiene fecha de 1559– y que desmiente a aquellos que insisten en que el pasado es un simple recuerdo y el futuro (inexistente) una prometedora promesa. Los quebrantos y esperanzas de Marco Aurelio son idénticos a los actuales. Sus miedos son también los nuestros. Su honda sabiduría alumbra el camino de arena que nos conduce –a todos– hacia la oscuridad del Finis Terrae.