'Bugonia'

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Cine & Teatro

'Bugonia' o la humanidad según Yorgos Lanthimos

El cineasta griego recrea las relaciones de poder y las manipulaciones mentales que se establecen entre tres personajes, uno de los cuales es interpretado de forma prodigiosa por la actriz Enma Stone

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Yorgos Lanthimos ama el ojo de pez. El ojo de pez es una lente de gran angular que curva las imágenes por los laterales, creando un efecto mirilla. El cineasta lo ha usado con profusión en títulos como La favorita o Pobres criaturas, y de forma más comedida en otros, como este Bugonia que llega esta semana a los cines. El ojo de pez refuerza la distorsión de la mirada del director ateniense sobre la realidad y sobre la humanidad. Una mirada demoledora. Un poco como la de Michael Haneke, solo que el ya jubilado autor austriaco sometía al espectador a un expeditivo tratamiento de shock, consistente en arrearte una patada en las partes pudendas (metafóricamente, o tal vez no, porque con La pianista hubo hasta desmayos en las salas), mientras que el griego le hace cosquillas para divertirle y cuando está desprevenido le propina el patadón.

Proveniente del teatro de vanguardia -sus películas tienen ecos del absurdo de Ionesco y Beckett-, Lanthimos se hizo un nombre en el panorama internacional cuando dejó boquiabierto al desprevenido público del Festival de Cannes con Canino, su tercer largometraje, que construía un mundo de absurdos rituales en el hogar de una familia aislada del exterior. Parecía que el buen Yorgos se asentaría con sus marcianadas como un auteur de aquello que en su día llamaban cine de arte y ensayo (traducido al cristiano: minoritario y elitista), pero resultó que en la chifladísima Langosta ya contó con las estrellas Colin Farrell y Rachel Weisz encabezando el reparto, sin por ello reducir ni un ápice su genial locura.

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Ha seguido en una carrera ascendente dentro de la industria, en la que un buen día apareció Emma Stone en el papel de musa, productora y actriz dispuesta a darlo todo y ponerse en las situaciones más extremas y denigrantes como sublime acto de entrega al arte interpretativo. Como mínimo, los esfuerzos le valieron el Oscar a mejor actriz por Pobres criaturas. Bugonia es la cuarta colaboración -un punto sadomaso- entre el cineasta y la actriz, que aquí es secuestrada, recluida en un sótano, rapada al cero, cubierta de lechosa crema antiestamínica, sometida a brutales electroshocks… Y de nuevo Stone está que se sale, un prodigio.

La película cuenta las relaciones de poder y las manipulaciones mentales que se establecen entre tres personajes -en realidad dos, porque el tercero es un pasmarote- cuando la exitosa CEO de una compañía farmacéutica (Stone) es raptada por dos chalados. Los tipos son primos: el que lleva la voz cantante es un tarado adscrito a las teorías conspiranoicas (un excelente, como de costumbre, Jesse Plemons) y el otro un borderline abducido por él (el debutante Aidan Delbis). Están convencidos de que la ejecutiva es en realidad una alienígena de Andrómeda y pretenden que les ponga en contacto con su emperador para negociar el futuro de la Tierra. Lo de raparle el pelo es para impedir que se comunique con los suyos y lo de los electroshocks es para cerciorarse de que es una alienígena.

'Bugonia'

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En este caso, el guion no es de Lanthimos y su colaborador habitual Etfrymis Filippou -cuyas dos obras maestras son El sacrificio del ciervo salvaje y Kinds of Kindess, no aptas para todos los paladares-, sino que parte -como en La favorita y Pobres criaturas- de un texto ajeno, en este caso escrito por Will Tracy. Entre sus guiones previos destaca el de El menú, una fábula macabra sobre un cocinero estrella que resulta ser un psicópata (es una película menor, pero muy disfrutable y de visión obligada para cualquiera que deteste a los foodies y considere la cocina de vanguardia una memez para esnobs aquejados de gula). Lo que hace Tracy es adaptar una delirante película coreana de 2003, titulada Salvar al planeta Tierra, cuya premisa era la misma: dos botarates secuestran a un ejecutivo y lo someten a todo tipo de sevicias convencidos de que es un extraterrestre (en la versión de Lanthimos pasa a ser una ejecutiva, cambio significativo). Solo que la cinta coreana se quedaba en comedia macabra y Bugonia despliega más complejidades.

Para abordarlas, tal vez sea conveniente empezar aclarando de dónde viene el título. El término bugonia o bugonía hace referencia a la creencia, extendida en la Antigüedad, de que la vida podía generarse de manera espontánea. El concepto aparece en las Geórgicas de Virgilio, donde se relata que del cadáver de un animal nacen insectos voladores. Lo cual se liga con la tragedia del apicultor Aristeo, al que se le mueren las abejas como consecuencia de un castigo divino por haber provocado de forma involuntaria la muerte de Eurídice. Tras expiar su culpa, Aristeo conseguirá nuevas abejas mediante la bugonía. También el personaje de Jesse Plemons es apicultor y vincula la reducción de las poblaciones de abejas con la presencia entre nosotros de los alienígenas de Andrómeda, que están llevando a cabo experimentos con productos químicos.

El director de 'Bugonia' dirigiendo a la actriz Enma Stone

El director de 'Bugonia' dirigiendo a la actriz Enma Stone

Al principio, Bugonia circula siguiendo las coordenadas de una sátira cruel sobre la imbecilidad del mundo contemporáneo, azuzada por las redes y sus falsedades, ofrecidas a los incautos como teorías conspiranoicas que les sirvan para dar sentido a sus patéticas vidas. La película da un pasito más allá cuando la CEO empieza a utilizar sus habilidades manipuladoras, que ya ha mostrado cuando, antes de ser secuestrada, anuncia muy ufana a sus empleados la nueva política flexible que les permitirá salir a las cinco y media para conciliar, pero acto seguido se encarga de que cualquiera que tenga la tentación de acogerse a esta prerrogativa sienta sobre sus espaldas la losa de la culpabilidad.

El largometraje vira hacia nuevos territorios cuando se entrevé que entre secuestrador y secuestrada hay algún vínculo previo que va más allá de las teorías alienígenas y además hace su aparición un sheriff local obeso que cuidó del secuestrador cuando era niño y se intuye que algo muy sórdido sucedió en aquel entonces. De modo que los tonos de comedia se van haciendo más sombríos y siniestros, y desembocan en alguna escena gore. Mientras, ante esa Emma Stone rapada y de aspecto algo reptiliano al espectador le va entrando la duda de si el pirado que la ha secuestrado no estará en lo cierto y esa ejecutiva agresiva es en realidad una alienígena.

'Bugonia'

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Poco a poco, una película que parecía avanzar por un carril perfectamente definido se va transformando en algo más complejo y desconcertante. A este resultado contribuye el buen oficio de dos colaboradores habituales de Lanthimos: Robbie Ryan como director de fotografía, en su cuarta película con él, y el compositor Jerskin Fendrix, en su tercera colaboración, con una banda sonora sorprendente, que saca al espectador de su zona de confort. Y me gustaría destacar la figura de otro cómplice ya veterano: Vasilis Marmatakis, el autor de los deslumbrantes carteles de todos los largometrajes de Lanthimos desde Canino, que siempre ha sabido plasmar gráficamente el particular universo del cineasta.

Bugonia no está exenta de imperfecciones: no todos los giros están urdidos con la misma habilidad y el final es cuando menos discutible, aunque cuenta con el perverso toque irónico de que suene la melodiosa Where Have All the Flowers Gone? de Pete Seeger, en la versión que cantaba Marlene Dietrich. Con todo, Lanthimos sigue avanzando con paso firme en una de las trayectorias más originales, sorprendentes, radicales y seductoras del cine contemporáneo. Asume riesgos y nunca deja indiferente. Lo cual ya es un mérito en estos tiempos de banalidad, algoritmos, corrección política y pacatería creativa.