Steven Spielberg durante una pausa del rodaje de 'Tiburón'

Steven Spielberg durante una pausa del rodaje de 'Tiburón'

Cine & Teatro

Cincuenta años del 'Tiburón' de Steven Spielberg, una lección de cine moderno

La película del director norteamericano, considerada hace medio siglo un mero producto comercial 'made in Hollywood' ha sobrevivido al paso del tiempo hasta convertirse en uno de los clásicos cinematográficos más populares de la historia

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Un relevante filósofo español del que fui editor durante varios años me contó la siguiente anécdota: estaba en la cola para ver Tiburón cuando llegó a los cines españoles en las navidades de 1975 y se topó de cara con un colega que se disponía a sumarse a la fila. Se miraron incómodos, avergonzados, como diciendo: ¿cómo tú por aquí? Cuando se estrenó, la película de Spielberg fue considerada como un producto comercial hollywoodiense y la crítica más sesuda la trató con displicencia. 

Cincuenta años después de su estreno -el 20 de junio de 1975 en Estados Unidos-, Tiburón es un clásico indiscutido del cine contemporáneo. Su relevancia es triple: histórica, sociológica y cinematográfica. Fue un éxito de taquilla que cambió el modelo de distribución de Hollywood y además se convirtió en un fenómeno popular con múltiples ramificaciones. Pero por encima de todo, fue y sigue siendo un ejercicio imbatible de narración visual. Para celebrar el cincuentenario vuelve a las salas de cine en una copia restaurada el 29 de agosto, Disney+ ha estrenado un documental de Laurent Bouzereau titulado Jaws@50 y Planeta ha publicado una reedición especial de la novela que dio origen al largometraje, con nueva traducción y documentos adicionales. 

El libro de Peter Benchley.

El libro de Peter Benchley.

Todo empezó con la novela de Peter Benchley, periodista del Washington Post, Newsweek y National Geographic, que había trabajado para la Casa Blanca, escribiendo los discursos de Lyndon Johnson. Cuando se le acabó el oficio de escriba político, creyó que era el momento de probar suerte como novelista. Años atrás había leído una noticia sobre un pescador que en 1964 atrapó en sus redes un gran tiburón blanco en la costa americana y ese fue el punto de partida. Como curiosidad, el escritor hace un cameo en la película: es el reportero que retransmite desde la playa. 

Universal compró los derechos de la novela antes de que saliera a la venta, algo habitual en el mercado estadounidense, cuando los scouts de Hollywood olfatean un potencial bestseller en la industria editorial neoyorquina. Los productores fueron Richard D. Zanuck y David Brown. Al primero, hijo del legendario Darryl Zanuck, fundador de la 20th Century Fox, lo avalaban éxitos como Sonrisas y lágrimas y El planeta de los simios. El segundo tenía en su haber el taquillazo El golpe, de George Roy Hill, con Redford y Newman. La intención inicial fue contratar a un cineasta con veteranía y oficio-se tanteó a John Sturges, Dick Richards y Joseph Sargent, que rechazaron el proyecto-, pero se acabó optando por un joven llamado Steven Spielberg, bajo contrato en Universal desde 1969. 

Tenía un único largometraje en su haber, todavía por estrenar: Loca evasión, producida por Zanuck, que había podido comprobar la eficacia del primerizo cineasta. Sin embargo, lo que impulsó a este y a Brown a contratarlo para Tiburón fue un telefilme que había dirigido en 1971: El diablo sobre ruedas. Basado en un relato de Richard Matheson, cuenta la historia de un tipo perseguido por un enorme camión a cuyo conductor nunca vemos. Una bestia mecánica acosando por desiertas carreteras a un perplejo conductor. Pura acción, pura adrenalina, un ejercicio superlativo de narración cinematográfica. El material era tan bueno que se decidió estrenarlo en salas de cine. 

'Tiburón'

'Tiburón'

Spielberg tenía solo 28 años cuando se puso al frente de Tiburón. El equipo no se lo tomaba muy en serio y, cuando empezaron los problemas durante la filmación en Martha’s Vineyard, su autoridad se vio cuestionada. La filmación arrancó en mayo, adelantándose varios meses al calendario previsto. Por dos motivos: porque mientras se preparaba el proyecto la novela de Benchley salió a la venta y se quiso aprovechar el tirón, y por otro lado porque se atisbaba en el horizonte una huelga de actores.

La precipitación provocó diversos problemas: los factores climáticos, un guion todavía pendiente de pulirse y un tiburón mecánico cuya construcción hubo que acelerar sobre los plazos planificados. La acción de la cinta se situaba en verano y en primavera en esa parte del Atlántico el agua estaba helada y además el tiempo no acompañaba, lo cual provocó los primeros retrasos. El escualo de fibra de vidrio se estropeó en la primera toma: asomó en la superficie y se hundió sin que nadie pudiera impedirlo, porque le entró agua salada en el mecanismo hidráulico interno que movían a distancia varios técnicos.

Lo había diseñado Joe Alves, con la ayuda del legendario veterano de los efectos mecánicos Bob Mattey -autor del calamar gigante de Veinte mil leguas de viaje submarino-, que aparcó temporalmente su jubilación para enfrentarse al reto. Spielberg bautizó a la bestia como Bruce, en honor a su agresivo abogado, y todo el equipo acabó usando ese nombre. El fallo del tiburón mecánico acabó siendo providencial, porque obligó a rodar diversas escenas en las que estaba prevista su presencia sin poder contar con el monstruo marino. Spielberg tiró de ingenio y le permitió aplicar una regla infalible: da mucho más miedo lo que no se ve que lo que está perfectamente identificado. 

'Tiburón'

'Tiburón'

En la redacción del guion habían intervenido varias personas. La primera versión se le encargó al propio Benchley, que después reconoció en algunas entrevistas que no supo entender las diferencias que hay entre la literatura y el cine. Entró entonces en escena el dramaturgo Howard Sackler, que entre otras cosas introdujo el celebérrimo monólogo de Quint sobre el que volveremos más adelante. Pero la figura clave fue Carl Gottlieb, amigo de Spielberg, que iba reescribiendo y puliendo escenas e inventándose otras nuevas sobre la marcha durante el rodaje. Como Benchley, también él aparece en la película, en el papel del editor del periódico local. 

Las sucesivas reescrituras acabaron convirtiendo el guion en puro músculo narrativo. Hay varios cambios con respecto a la novela para soltar el lastre de subtramas innecesarias. Por ejemplo, en el original de Benchley el alcalde -al que en pantalla da vida Murray Hamilton, el esposo de la señora Robinson en El graduado- tiene vínculos corruptos con la Mafia. Esto desaparece en pantalla por innecesario, ya que su mera decisión mercantilista de abrir las playas a pesar de la presencia de un tiburón ya lo convierte en el malvado de la función sin necesidad de añadir nada más. 

El mismo criterio se aplica en relación con un triángulo amoroso presente en el libro y eliminado en el largometraje: la aventura adúltera de la esposa del jefe de policía con el joven biólogo marino, con cuyo hermano mayor había tenido una aventura en su juventud. Esta situación en el bestseller añade unas gotas de picante y perfila de forma más compleja a la figura femenina. Para ella el biólogo representa esa libertad perdida de la que gozó antes de casarse y tener hijos. Pero en la adaptación al cine se optó por borrar por completo esta subtrama porque distraía de lo único importante -la lucha contra el tiburón- y era innecesaria para crear tensión entre los personajes masculinos. 

La estructura de la película es prácticamente simétrica: una primera hora de acumulación de incidentes, muertes y tensiones políticas, mientras se va presentando a los tres protagonistas, y una segunda hora con el trío a la caza del escualo.Lo componen personajes al mismo tiempo antagónicos y complementarios, y la relación que se establece entre ellos es esencial para la trama. 

'Tiburón'

'Tiburón'

En primer lugar, está Brody (Roy Scheider) el jefe de policía local de la isla, que le tiene miedo al agua y ha dejado Nueva York en busca de tranquilidad para su familia. Esta es una pincelada sociológica interesante: en esa época el éxodo de las clases medias neoyorquinas, hartas de la inseguridad, era una realidad constante. Como es habitual en este tipo de héroes, no logrará huir de la violencia que pretende dejar atrás; se le aparecerá bajo otra forma en la plácida isla. El papel de la esposa lo interpretó Lorraine Gary, mujer del entonces mandamás de la Universal Sidney Sheinberg, de modo que era intocable.

Un detalle sobre las escenas familiares del jefe Brody: el entrañable momento en el que se pone a hacer muecas con su hijo pequeño se improvisó. Spielberg vio que en una pausa Scheider estaba jugando con el niño para entretenerlo y decidió rodarlo. Es algo más que un detalle simpático: aunque la película se considerase en su momento cine comercial frente al más autoral de sus  compañeros de generación Coppola y Scorsese, Tiburón es prototípica de la apuesta estética del nuevo Hollywood. Se filmó en escenarios naturales -salvo las escenas submarinas de la jaula antitiburones, grabadas en un tanque de agua del estudio- y el cineasta buscaba por encima de todo la veracidad. 

'Tiburón'

'Tiburón'

El segundo personaje del trío que parte en busca del escualo asesino es Hooper, el biólogo marino que siente interés científico -fascinación- por el monstruo y que se comporta con el ímpetu y el engreimiento propios de la juventud. Su actitud choca con la del viejo marinero Quint (el británico Robert Shaw). En pantalla saltan chispas entre ambos gracias a que en la realidad Shaw, con serios problemas con la bebida, no soportaba a Dreyfuss, que le parecía un niñato pretencioso. 

El viejo Quint es, de los tres protagonistas, el más envuelto en un aura legendaria: parece salido de una novela de piratas de Robert Louis Stevenson. Su primera aparición, en la reunión vecinal, arañando la pizarra con las uñas y atemorizando a todos los presentes, lo dibuja de un plumazo. Y su odio a los escualos se explica en el largo monólogo en el que se presenta como superviviente del histórico naufragio del USS Indianápolis durante la Segunda Guerra Mundial, en el que los tiburones tuvieron un papel horripilante. Es uno de los grandes momentos de la cinta, en la noche de calma y camaradería que precede al enfrentamiento final con la bestia. Como corresponde al arquetipo de personaje que representa, Quint está destinado a ser la víctima sacrificial antes de culminar la misión. 

El proceso de elaboración del monólogo merece contarse: lo introdujo en el guion Howard Sackler, Spielberg se lo pasó a John Millius para que le diera vuelo épico y como las ocho páginas que escribió eran excesivas, Robert Shaw -que además de actor era dramaturgo- pidió recortarlas y reescribirlas él. Las personalidades contrapuestas del trío generan conflictos y finalmente se suman en la lucha contra el monstruo. Brody es el agente del restablecimiento del orden roto; Hooper, como biólogo, se siente seducido por la perfecta máquina de matar marina, y Quint busca su aniquilación como venganza. Es obvio el eco que hay en esta obsesión de la locura vengadora del capitán Ahab. 

'Tiburón'

'Tiburón'

Tiburón bebe de Moby Dick-aunque no posee su dimensión bíblica y simbólica- y de todas las narraciones que enfrentan al hombre con la bestia. También de la moda del cine de catástrofes que se impuso en los setenta: Aeropuerto, La aventura del Poseidón, El coloso en llamas, Terremoto…, escenificaciones populares de las angustias que se vivían en esa época convulsa. Las expresan de forma mucho más compleja y profunda títulos como La conversación de Coppola y sobre todo Taxi Driver de Scorsese, que resume como ninguna otra la profunda crisis social y moral de esa década (que daría paso al rearme moral reaganiano de los ochenta).

Tiburón estuvo a punto de no existir. El rodaje se complicó tanto por las dificultades de filmar en el mar, por el defectuoso funcionamiento del mecanismo hidráulico del tiburón y por el mal tiempo, que estuvo a punto de descarrilar. A la previsión inicial de cincuenta y cinco días de filmación hubo que añadir más de cien extra, lo cual disparó el presupuesto. Empezaron a surgir dudas entre los técnicos y los actores sobre la idoneidad del joven director. Saltaron las alarmas y el mismísimo Sidney Sheinberg se presentó en el rodaje. Hubo serias dudas sobre si abortar el proyecto, pero se había gastado ya tanto dinero que se decidió que la única alternativa era seguir adelante. Y Sheinberg mostró su inquebrantable confianza en Spielberg y se negó a sustituirlo. 

El pulso narrativo del cineasta es modélico. No hay ningún tiempo muerto, ni un solo bajón de ritmo, y las escenas de tensión son un prodigio. Un ejemplo: la del jefe Brody vigilando inquieto en la playa llena de bañistas. Se alarga acumulando pequeñas pinceladas y culmina con lo que se llama un travelling compensado sobre Brody, que sirve para dar forma visual al horror que siente. Consiste en combinar un travelling hacia adelante con un efecto de zoom hacia atrás. La técnica está tomada de la secuencia de las escaleras de Vértigo de Hitchcock. No es casual, Spielberg aprendió muchas lecciones del maestro del suspense. 

Otro ingrediente para el éxito: el leitmotiv compuesto por John Williams, que anticipa las apariciones del tiburón. Un hito de las bandas sonoras, mil veces imitado y parodiado. Y también es icónico el cartel con el dibujo de Roger Kastel, tomado de la edición en bolsillo de la novela, publicada por Bantam. La cubierta de la edición original en tapa dura de Doubleday era más conceptual, con un tiburón esquematizado de forma fálica, que parecía más un consolador que un escualo. 

La maquinaria del tiburón

La maquinaria del tiburón

Acabado el montaje, la Universal supo que tenía un potencial taquillado entre manos. E hizo algo nunca visto: dada la temática playera, decidió hacer el lanzamiento en verano, una época entonces considerada inadecuada para los grandes estrenos. Y tiró la casa por la ventana: machacona campaña de anuncios televisivos y estreno simultáneo en 464 salas de Estados Unidos y Canadá, algo inaudito. Resultado: inventaron el blockbuster veraniego y cambiaron las reglas de la distribución. Es además la película que inicia, con camisetas y otros productos, el negocio del merchandising, perfeccionado tres años después con La guerra de las galaxias de George Lucas. 

Además, el impacto sociológico de la película fue tal que se convirtió un fenómeno cultural. Lo atestiguan detalles como que en la primera emisión de Surday Night Life, programa que empezó ese año 1975, parodiaran Tiburón y que revistas tan distintas como Time y Mad le dedicaran la portada. Hubo además abundantes viñetas humorísticas que hacían referencia a ella. Con el tiempo, dio pie a tres secuelas oficiales y una pirata (la italiana de Enzo Castellari, L’ultimo squalo, perseguida legalmente por los abogados de la Universal), además de a una larga lista de refritos con todo tipo de asesinos acuáticos: Orca, Piraña, Barracuda, Tentáculos Tiburón, que lanzó la carrera de Steven Spielberg, es por encima de todo una lección de cine moderno.