Escena de 'Clavells', con Abel Folk y Silvia Marsó

Escena de 'Clavells', con Abel Folk y Silvia Marsó

Cine & Teatro

'Clavells': sin esperanza no hay ni revolución ni gestión del presente

Abel Folk y Silvia Marsó, con una historia de Emma Riverola, emocionan al público en el Teatre Goya con la necesidad de "atreverse" para poner en pie proyectos colectivos e individuales con la revolución de los Claveles de Portugal de fondo

Publicada

Clavells. Sin esperanza, sin un ‘mañana’ que pueda ser algo mejor, ¿qué queda? ¿La nostalgia? Los sueños juveniles no suelen tener un buen final. Sí pueden lograr una situación mucho mejor respecto al punto de partida, pero entonces surge algo difícil de aceptar: la idea de ‘conservar’, de mantener más o menos lo conseguido. ¿A qué nos referimos?

La escritora Emma Riverola ha plasmado en un bello texto, Clavells, todas esas emociones. La obra teatral, que ya lleva un tiempo en escena, desde su estreno en Toledo en abril de 2024, interpela al espectador con muchas preguntas. Con Abel Folk y Silvia Marsó, se estrenó en catalán el pasado miércoles en el Teatro Goya.

La canción Grandola villa morena, de José Afonso, que sirvió como contraseña musical para el Movimiento de las Fuerzas Armadas de Portugal, que dio fin a la dictadura de Salazar, el 24 de abril de 1974, da inicio a la obra. Los dos protagonistas se ven tras cincuenta años. Marsó –Violeta—no quiere saber nada de Folk –Xavier--, que acude con un ramo de claveles tras la incineración de Ramón, el marido de Violeta.

Sílvia Marsó, en una escena de 'Clavells'

Sílvia Marsó, en una escena de 'Clavells' TEATRE GOYA

A través de ese trío se explica la evolución política de un país, sea España o Portugal. Las ambiciones políticas, las fidelidades ideológicas o las traiciones para escalar en el Partido, llámese PCE o PSOE, o PSC, relucen en la escena.

En el estreno en el Teatro Goya en las primeras filas estaba el expresidente José Montilla, también el alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, o el vicepresidente del AMB, Antonio Balmón. Las apreciaciones de Silvia Marsó y Abel Folk son precisas, hirientes, realistas, pero también emocionan y plantean alguna hoja de ruta para salir del embrollo. ¿Tomaron nota?

Riverola conoce a la perfección ese paño. Lo que queda en el aire es si toda esa generación que bailó en la plaza Rossio en Lisboa, con la revolución de los claveles, y que hoy ya está jubilada, o a punto de hacerlo, le pidió demasiado a la política. Y se trató, claro, de derrotar una dictadura, de intentar consolidar una democracia, y para ello se necesitaban cargos públicos, dirigentes, proyectos políticos realizables, no quimeras. ¿Eso se hizo?

Abel Folk, en una escena de 'Clavells'

Abel Folk, en una escena de 'Clavells' TEATRE GOYA

Sí, Violeta reconoce a Xavier las mejoras, el “plan social” que él implementó como presidente del Gobierno, un presidente “efímero”. Riverola no esclarece su inspiración. Montilla atendía la obra con suma concentración. Él mismo ha vivido mucho de lo que se cuenta en ‘Clavells’.

Pero, ¿por qué se impone lo agridulce? Porque todo pudo ser mucho mejor, sin tanta lucha personal, sin tanto arribismo, y porque esa izquierda hoy se ve derrotada, sin pensar que su triunfo es que ahora toca ‘conservar’ lo ganado. En cambio, lo futurista, lo que se identificaba con la izquierda, ese “atreverse”, que repite Violeta, y que era la consigna entre ella y su marido –el intelectual orgánico, frente a Xavier, el político arribista—es hoy terreno de la ultra derecha.

Y el joven, y ese es el peligro que los que bailaron en Rossio no pueden entender, se decanta hoy por la fórmula derechista que quiere cambiar el estatus que.

Albel Folk y Sílvia Marsó, en 'Clavells'

Albel Folk y Sílvia Marsó, en 'Clavells' TEATRE GOYA

Xavier, el político profesional de izquierdas que fue revolucionario, que mantiene el escolta y el coche oficial, es el ‘carca’ instalado. Lo que representa es lo que la derecha quiere hoy derribar.

Gran paradoja la que plantea Riverola, la que debería asumir esa ‘izquierda’ si quiere reconvertir sus postulados, y decide “atreverse” y no sólo gestionar el presente, o ir a remolque de los problemas que vayan surgiendo.

Clavells lanza el mensaje: sin esperanza en algo, sin un proyecto colectivo algo más ambicioso, no se podrá llevar a cabo esa ‘revolución de los claveles”. Pero tampoco da para gestionar el presente. Ni hay fuerza ni deseos.

Aplausos al final de la obra 'Clavells'

Aplausos al final de la obra 'Clavells' LG

Riverola plantea también otra cuestión decisiva. ¿Qué papel dejaban esos intelectuales de la izquierda a la mujer? ¿Por qué no pudo ser Violeta, precisamente, la dirigente del partido elegida para la presidencia? ¿Por qué no se tuvo en cuenta su plan de gobierno?.

Aplausos a todo el equipo de 'Clavells', con Emma Riverola en el centro

Aplausos a todo el equipo de 'Clavells', con Emma Riverola en el centro TEATRE GOYA

Y surge otra idea de fondo. La mejor creación, la iniciativa y las ganas son cosas hoy de mujeres. Y, con toda la lógica, lo que plantean son temas que atañen al género femenino. Sí, los hombres no salen bien parados en Clavells. Desde hace años, están a la defensiva, ofuscados, escondidos o con ganas de gresca.

Emma Riverola recoge muy bien esa realidad. Al final, ofrece una salida: Violeta y Xavier, junto con las cenizas del marido de Violeta, viajarán a Lisboa.

Un último baile, esta vez sí, en Rossio para dar espacio a la nostalgia. Fue bonito. Eran jóvenes. ¿Quién no querría haber vivido todo aquello, cuando ‘todo estaba por hacer’?