Víctor Palmero (Onda, Castellón, 1989) ha dejado al personaje de Alba en La que se avecina, pero eso no supone que vaya a ser un desaparecido. Está más activo que nunca. Compagina ser el presentador de The Hole X con Johnny Chico, una obra que le ha reportado muchas alegrías.
El intérprete buscaba un cambio a nivel actoral tras tantos años en la comedia y apostó por un drama en el que da vida a diez personajes en uno solo. Un texto que habla de la LGTBIfobia, de las etiquetas, el cuerpo, el sexo, las drogas… Un espectáculo lleno de violencia, música y amor.
Paso por Barcelona
El texto es de 1990 y, como subraya Palmero, lamentablemente está de rabiosa actualidad. Él lleva ya tres años con este montaje y el espectador sigue atraído por un personaje que, como indica, “cambia a la gente” que va a verlo.
Crónica Directo entrevista al actor castellonense antes de aterrizar en el Teatre Goya de Barcelona, donde estará hasta el 27 de marzo, para hablar de este atractivo personaje y de sus retos como actor.
--Pregunta: 'Johnny Chico’ va por el tercer año y llega a Barcelona. ¿Cuál es el secreto de este éxito?
--Respuesta: Es porque es una obra muy poliédrica que toca textos de mucha actualidad pese a que fue escrita en los 90. A la gente le atrae mucho porque hablamos muy clara y crudamente de sexo, drogas, LGTBIfobia, agresiones… Al final, funciona mucho por el boca-oreja porque toca al corazón y cambia a la gente que viene a verla. Además, tiene toques de comedia, de musical, es un montaje muy completo.
--¿Cómo valora que una obra que retrata todo eso en los 90 suene actual debido a todo lo que sucede?
--Es la parte más dolorosa de la obra. El director, Eduard Costa, que fue mi profesor de teatro cuando era un adolescente, y yo pensamos proyectar titulares reales de actos de violencia actuales en una escena en que se produce una agresión homófoba. Al principio, nosotros éramos los que buscábamos los titulares y en los últimos meses esos titulares aparecen solos en primera plana en muchísimas publicaciones. Eso tiene una cara A, que es lamentable que siga ocurriendo, y la cara B, que es que se denuncia más y es necesario que se haga para que cada vez ocurra menos.
--¿Vamos para atrás en este sentido?
--Cada vez hay más miedo a la mayor libertad que tenemos. E incluso repercute a la hora de hablar. Recuerdo un artículo que leí que hablaba de que nos genera tanto vértigo la libertad que tenemos que nos autocensuramos en todo, incluso a la hora de hablar. Nos autoboicoteamos con cosas absurdas. E, igualmente, ahora da más miedo que se adquieran derechos, que el colectivo adquiera derechos y parece que nos quieran callar e ir atrás. Lo interesante es que peleemos para que eso no pase y se haga a través de la cultura.
--Volviendo a la obra, el escenario se pone en la piel de diez personajes distintos, ¿cómo es meterse en ellos?
--Pues una locura. Cuando empezamos a preparar la comedia vi Múltiple y me apetecía ir por ahí. La diferencia es que el cine tiene su caracterización, sus cambios de vestuario y aquí era de una forma mucho más cruda de contarlo, y hacerlo en directo. Tenemos que hacer creíble que uno pasa de una persona a otra en pocos segundos y sin cambios de vestuario. Era una locura que me apetecía vivir. Me parecía interesante en el plano actoral cambiar de registro, interpretar en un mismo texto a mujeres, hombres y diferentes nacionalidades. Es un poco el mensaje de la obra también. Qué más da si eres hombre o mujer, y de una manera mucho más terrenal, todos somos lo mismo cuando nos desnudamos.
--¿Siguen siendo muy necesarias las etiquetas? En la actuación imagino que también pasa.
--El texto hace una pregunta muy interesante: ¿es posible hacer coincidir lo que eres por fuera con lo que eres por dentro? Al final todos tenemos por dentro nuestras filias, fobias, gustos, formas de amar o no... La sociedad ha evolucionado mucho y resulta interesante ponerle un nombre a todo, para sentir que formas parte de algo y no estás solo. Cada vez entiendo más las etiquetas por eso, pero en sí, el texto va a algo más profundo: más allá de los nombres que les pongamos a las cosas o a las personas, lo más importante es la aceptación, amar y ser amado, y el respeto.
--¿Es eso lo que le atrajo de la obra? ¿Qué lo llevó a ponerlo en marcha?
--Como has dicho antes, a los actores también se nos etiqueta y yo empecé a nivel nacional con algo muy heavy, dramático y fuerte como matar al personaje de Javi Calvo en Física o Química. Después de ese dramón, la vida me lleva por el camino de la comedia. Hago Con el culo al aire, La que se avecina (LQSA), en el teatro, Clímax. A nivel actoral, tenía mucha sed de poder hacer otras cosas y eso implicaba drama. Buscaba textos que conmovieran por alguna razón y en 2018 busqué en una web australiana que me había recomendado un compañero, Abel Caballero, hace diez años cuando llegué a Madrid. Lo leí cuando estaba en un albergue, de viaje por Nueva York. Encontré este de Stephen House, que en su versión australiana se llama Go by night, y me conquistó desde la historia inicial. Johnny Chico es un chaval de provincia con una vida complicada. Un padre maltratador, un hermano drogadicto y el detonante de la acción es la muerte de su madre, quien era su único vínculo afectivo. Y había mucha poesía en esa muerte de la madre. Cuando llego a España, traduzco la obra y me encuentro con que trata tantos temas, coincide con que estoy haciendo un personaje trans en Telecinco y este es un punto de vista distinto que va al momento del interrogante en el que una persona se encuentra cómoda en el cuerpo en el que está me gustaba.
--A todo esto, usted que se metió en el papel de una persona trans, ¿cómo vio el debate que se generó al respecto del proyecto de la ley trans?
--Cualquier cosa que podamos hacer con respecto a la transevolución me parce necesaria e interesante. Yo mismo he vivido ser un actor cis que interpreta a un personaje trans. Cuando me metí en el papel de Alba en LQSA no existía este debate y qué significaba que una persona cis interpretara a una persona trans. Con lo que me quedo de eso es con que empatizo con la gente a la que haya podido molestar y entiendo la sensibilidad y evolución desde la creación de este personaje hasta ahora. Me alegra y es necesario que haya personas trans que puedan trabajar como actores.
--Retomemos la obra. ¿Qué le diría a la gente que piensa que 'Johnny Chico' es solo una obra para el colectivo LGTBIQ+?
--Sería interesante que esta obra la viera gente que no entiende o empatiza con el colectivo. Veo complicado que así sea, por eso. De todos modos, muchísimas personas se pueden sentir reflejadas con la historia que cuenta Johnny porque tratamos muchísimos temas. En concreto, hay uno que es universal, la necesidad de amar y ser amado. Cualquiera puede empatizar también con el maltrato, las adicciones personales o el hecho de buscarte a ti mismo, perderte en la noche en un lugar frívolo que por exaltación encuentras un lugar un poco falso. Por eso, creo que emociona independientemente de a quién te guste amar o con quién te acuestes.
--¿No es triste que gente de fuera del colectivo no se acerque?
--No creo que no les vaya a interesar. Creo que sería interesante que viniera a ver la obra un maltratador o un homófobo porque creo que, de una manera diferente, a través de la cultura, podemos llegar adentro de estas mentes cuadriculadas y hacer crack en ellas. A veces pienso que se obliga a ciertos delincuentes a hacer algún tipo de trabajo social y sería interesante acercarlos a este tipo de propuestas. Sin que fuera un castigo ir al teatro, aunque para muchos lo es (sonríe).
--Y a la par está con 'The Hole X'. ¿Cómo puede convivir con tanto trabajo?
--Procurando descansar mucho y mantener la mente lo más tranquila posible. Si te soy sincero, te diría que puedo con más, porque mi profesión para mí es una vocación y una pasión. Física y mentalmente a veces me agoto, pero poder hace mi trabajo me hace muy feliz. Es verdad que ahora he tenido que dejar LQSA para poder compaginarlo con The Hole y Johnny y ensayar otra obra que haré en septiembre que dirige Juan Carlos Rubio que se llama Música para Hitler, donde interpreto a un soldado nazi y comparto reparto con Emilio Gutiérrez-Caba, Kiti Mánver, Marta G. Velilla… Me apetecía hacer cosas nuevas y distintas y estoy volcado en ello, pero quiero más.
--¿Fue duro dejar 'La que se avecina'?
--Ha sido duro por el hecho de dejar a un equipo con el que me he sentido feliz, cómodo, me han brindado una oportunidad brutal y una visibilidad alucinante. Voy a echar muchísimo de menos al elenco, a Laura y Alberto Caballero a los que quiero y admiro porque consiguen hacer de esta historia de una comunidad de vecinos algo infinito y que sigue enganchando al público. Va a ser duro eso y abandonar un personaje que me ha hecho disfrutar mucho, pero siento que es un salto que debía dar aunque me daba un poco de miedo.
--Y ese salto es al teatro. ¿Qué le engancha?
--A mi me gusta actuar, el cine, la televisión, el teatro. Del teatro, me mola muchísimo el contacto con el público, el poder sentir que llevas a una masa de gente por un camino y los conmueves, les haces sonreír. Yo hago una comparación un poco odiosa, pero que se entiende: cuando haces televisión es como trabajar en un McDonalds, porque haces un producto que va a funcionar, se va a vender a mucha gente y debe hacerse rápido y, a poder ser, repitiéndolo mucho para que sea perfecto, algo así como una fábrica de comida rápida. En cambio, hacer teatro es trabajar en una hamburguesería gourmet, en la que has macerado la carne durante un tiempo y se ha cuidado muchísimo este producto para servirlo de una forma determinada. Son formas distintas de trabajar y ambas funcionan.
--Y se retroalimentan, ¿no?
--Exacto. Cuando empecé a hacer teatro en Madrid fue en Atrapados con Eva Isanta y Mauricio Bautista en el Teatro Alfil. Yo hacía un personaje pequeño, pero vinieron a verme los directores de LQSA y creo que se basaron en él, un poco, para poder hacer a Alba. Y ahora es al revés, la oportunidad televisiva me ha permitido escoger la obra que quería contar. Todo va encadenado.