Aitana Sánchez-Gijón (Roma, 1968) e Israel Elejalde (Madrid, 1973) son dos grandes actores con una larga trayectoria que se estrenan con Pedro Almodóvar en Madres paralelas. Un reto que han afrontado de la mejor manera posible.
“A priori, rodar con Almodóvar impone muchísimo, pero en seguida se te pasa”, confiesa la actriz. “En las primeras pruebas, yo que hice varias, impone, luego se diluye y se convierte en una relación normal”, indica él.
Un Pedro tranquilo
Cierto es, admite Aitana, que “Pedro está en una etapa muy dulce, muy tranquila, muy en paz consigo mismo y en un momento muy placentero y gozoso para trabajar con él”. Claro que los años que llevan ambos en la profesión ayuda. “Nos pilla ya con un bagaje y un oficio como para disfrutarlo sin ese vértigo que te puede dar cuando eres más joven”, matiza.
Sea como sea, la intérprete defiende que el cineasta “es alguien cercano, que trabaja de tú a tú, te escucha, te interpela para que le aportes. Utiliza tu bagaje a favor, tu sensibilidad y tu intuición”.
Perfeccionismo
Sin duda alguna, la clave de esta conexión y del buen trabajo que se ve en pantalla es el perfeccionismo del director. “Como trabaja con tanto tiempo y se ensaya tanto en el lugar de rodaje, cuando te pones a rodar, todo ese respeto de más que te puede imponer se ha diluido”, resume.
“Ha sido un placer y muy fácil”, subraya Elejalde. “Pedro tenía la película muy clara y afortunadamente todo fue viento en popa desde el principio”, prosigue. El hecho de que ensaye durante meses “también te permite ver el cine de una manera muy determinada, con mucho tiempo, todo va bastante lento, para entender y ver dónde pone la cámara. Aprendes muchas cosas con él”, resume.
Cuadrar agendas
La llamada de Almodóvar les pilló a ambos hasta arriba de trabajo. Sánchez-Gijón estaba con cuatro trabajos a la vez: la gira de Juana, un audiolibro de J. K. Rowling, un recital poético para el Princesa de Asturias y rodando una serie en latín. “Y personalmente en un momento difícil”, añade.
“Cuando me llamaron pedí que esperaran un mes. Además, la escena que tenía que preparar es un cuasimonólogo que tengo con Penélope Cruz. Les dije, ‘yo esto lo puedo hacer en buenas condiciones dentro de un mes’. Lo pude hacer y de esa escena salí con el papel”, indica.
Posicionamiento ideológico
Israel estaba un poco en las mismas en cuanto a compromisos, pero no lo dudó: “En este caso sí lo dejé todo”. “Me dediqué 15 días a la prueba. Hice unas tres o cuatro. Hasta el punto de que le dije que no sabía si estaba dentro o no”, reconoce entre risas.
Más serio se pone a la hora de hablar de uno de los temas más controvertidos y uno de los ejes centrales de la película: la memoria histórica y las fosas comunes aún por abrir. No entiende el debate y le dan igual las críticas sobre un supuesto posicionamiento político de la cinta y del mundo de la actuación. “La gran mayoría de actores somos de izquierdas para compensar que la totalidad de los banqueros son de derechas”, zanja.
¿Apolíticos?
La misma película se ríe de estos debates y estas acusaciones. Incluso Teresa, el personaje que interpreta Aitana Sánchez-Gijón, dice en un momento del filme que ella es apolítica. Ella no es así, para nada.
“A mí me preguntan mucho al respecto y yo respondo con total convicción, además desde muy jovencita. Es muy gracioso cómo lo plantea la cinta, pero no hay posicionamiento más claro que el que dice que es apolítico, como dice Israel”. “Eso no quita que cada uno haga lo que considere oportuno, pero reivindico mi derecho a manifestarme si así lo decido como ciudadana que soy”, recalca.
Respeto a los muertos
No cabe duda de que Madres paralelas es una de las películas más abierta y directamente política de la filmografía del realizador. Se menciona incluso la gestión de Mariano Rajoy, un hecho que levantó mucha polvareda mediática cuando se presentó la cinta en el festival de Venecia.
Elejalde adelanta que el filme, más que en el abordaje del tema de la memoria de este país, no se enfoca tanto en “la historia, que también. Se centra en la recuperación de esos cuerpos y la identificación de una serie de personas que fueron asesinadas y unos familiares que no han podido enterrar de una manera digna a sus seres queridos”.
Heridas abiertas y amor a España
“Y sí, se hace necesario. Es una desgracia que sea así”, a su modo de ver. “Es una herida que sigue abierta y seguirá supurando si no se cierra. No tiene que ver siquiera con la política, sino con una concepción humanista de la sociedad”, lamenta el actor.
Para los que hablan de remover el pasado de forma innecesaria y de querer dividir al país, lanza un mensaje claro: “Esas personas son españolas. Da igual cuál fuera su ideología, nos hemos olvidado incluso de eso. Fueron enterrados indignamente. Y amar España es tratar bien a sus ciudadanos vengan de donde vengan y no hay nada más digno que un entierro y cerrar una herida”, sentencia.
Personajes masculinos
Pese a estos temas más políticos, Madres paralelas no deja de ser una película de Almodóvar, como bien dibujan los títulos de crédito y por ello, las historias, los dramas personales, en especial de las mujeres, están más que presentes. Poco le importó a Israel que los hombres no tengan un papel clave en la filmografía del manchego. Es más, al recibir la oferta de participar analizó “las figuras masculinas y el tipo de expresividad que buscaba” el director.
“Menos en algunas películas donde se trata él, como en Los abrazos rotos, Dolor y gloria, La ley del deseo… Es cierto que en el resto son subsidiarios”, reconoce. No ve, en cambio, que este sea su caso. “Mi personaje en el fondo siempre está allí y aparece en las dos partes de la película. Es el que enfrenta a Janis al conflicto emocional por primera vez, más allá del conflicto de la maternidad anterior, y luego actúa como catalizador para cerrar heridas. Así que igual no es tan subsidiario”, subraya entre risas.
Mujeres y madres
Sea como sea, las mujeres tienen un papel clave en Madres paralelas. Almodóvar retrata tres generaciones de mujeres y tres maneras de entender la maternidad. Aitana apunta que su personaje, Teresa, se encuentra entre dos mundos. Ha crecido con una educación en la que “las mujeres se sentían abocadas a seguir un patrón determinado y ni siquiera tenían la posibilidad de plantearse querer otra cosa”.
“A las mujeres se las ha colocado en la tesitura de escoger entre trabajo y maternidad porque a los hombres nunca se les ha cuestionado que antepongan su actividad profesional o pública de cualquier tipo a la crianza de los hijos”, recuerda. Su personaje, en cambio, podría tirar por ese camino y, “sin embargo, la vocación tropieza en su vida y sigue el instinto de ser fiel a sí misma por encima de todo. Se da cuenta tarde de que no tiene instinto materno, porque si se lo hubiera podido plantear antes igual lo hubiera evitado”. “¿Cuántas mujeres se vieron así?”, inquiere.
Personajes imperfectos
“Esta incorporación al mundo social y laboral de la mujer tiene solo ciento y pocos años. Eso hace que todavía se las coloque en el papel de mala mujer o mala madre, si optas por una cosa así”, condena. Una mirada que ofrece el cineasta en esta película, casi todo un giro en su carrera.
La actriz considera que “Pedro se acerca al mundo de la maternidad desde un punto distinto al que había tenido hasta ahora con estas madres corajes leonas. En esta ocasión tenía ganas de acercarse a estas madres más imperfectas y con una mirada muy compasiva, humana y empática”. En su opinión, el ejercicio le sale perfecto, “logra colocar a los espectadores en un lugar de comprensión de esta imperfección propia del ser humano”.
Universos paralelos
Maternidad y mujeres y fosas comunes. Dos universos que parecen muy difíciles de ligar y que Almodóvar, gracias a un cuidado guion, fusiona en una sola historia. “La película entronca la historia personal de estas madres desde ese espacio íntimo, más privado y aparentemente pequeño con esa historia colectiva que habla de los descendientes. Traza una línea común, en definitiva. Porque si no sanas el origen tampoco puedes curar el futuro”, concluye Sánchez-Gijón.
“Se retrata a España a través de esas generaciones y cómo ven el mundo. Cómo temas que son importantes para una generación empiezan a dejarlo de ser, cómo la información queda tamizada por otras cosas”, matiza Elejalde. E insiste, “cuando dicen que sacar a los muertos es hurgar y remover las heridas, no es así. Es al revés, es cerrar. Es tratar a esas víctimas de una manera digna, da igual el color que sea. Lo importante es cerrar esas heridas; si no nunca llegará el olvido”. La película de Almodóvar trata de eso, de las heridas y las imperfecciones de un país, de unas mujeres y unas madres.