Una imagen de la serie 'Darkness', centrada en un asesino en serie / FILMIN

Una imagen de la serie 'Darkness', centrada en un asesino en serie / FILMIN

Cine & Teatro

El asesino en serie como ser humano

'Darkness' ofrece mucho más que la historia de un asesino en serie, al que se conoce desde el inicio, con la pretensión de entender su comportamiento

4 septiembre, 2021 00:00

Desde que se puso de moda en libros, películas y series de televisión, la figura del asesino en serie lleva cierto tiempo mostrando señales de fatiga. Por regla general, no es más que una nueva versión del hombre del saco cuya misión en la trama es ir sembrando de cadáveres un lugar en el que los protagonistas de la ficción son siempre los policías encargados de pararle los pies. Los guionistas, habitualmente, se han limitado a ir incrementando las dosis de morbo y repugnancia de sus asesinatos, sin molestarse mucho en indagar en la psicología del criminal de turno. Por eso a muchos nos da cierta pereza leer novelas o ver películas y series con asesino en serie, pues ya intuimos por donde van a ir los tiros y cada vez esperamos menos del subgénero. Pero a veces vences la pereza y obtienes tu recompensa: es lo que me ha pasado a mí con la serie danesa aquí llamada Darkness y que es un spin off de una serie anterior de gran éxito en los países escandinavos y que se vendió internacionalmente con el título de Those who kill (Los que matan). Está en Filmin y vale mucho la pena, aunque reconozco que me interné en ella por un motivo confesable (mi amor por el Nordic Noir) y otro no tanto (lo guapa que es la protagonista, Natalie Madueño, una danesa de origen español cuyo padre se plantó en Copenhague en los años 70 procedente de Almodóvar del Río, provincia de Córdoba). Me disculpo por ser tan binario y sigo:

La gracia de la segunda temporada de Darkness, que es la que me he tragado estos días, radica (aparte del ya citado atractivo de la señora Madueño) en que el asesino en serie es, prácticamente, el protagonista de la historia. Sabemos quién es desde el principio (un matemático caído profesionalmente en desgracia que trabaja en un aserradero) y sus andanzas se van alternando con las de la psicóloga que colabora con la policía local (la acción transcurre en un pueblo), llegando a mezclarse de una manera que no revelaré para evitar el spoiler. Louise Bergstein (Madueño) llega a ese pueblo para visitar a una vieja amiga de su madre cuyo hijo fue asesinado cinco años atrás y se encuentra con que el responsable de ese y otros crímenes parece haber vuelto a la carga tras mantenerse inactivo un lustro. Sus habilidades como profiler hacen que la policía local recurra a sus servicios y creemos entonces que vamos a asistir a una nueva caza del hombre, cuya identidad solo descubriremos al final. Afortunadamente, Darkness no es esa clase de serie: el asesino se llama Thomas Vinge (excelente Tobias Sautelmann), le mueven el rencor y la envidia hacia cualquiera que destaque más que él, tuvo una infancia espantosa y su mujer está a punto de abandonarle, detalle que le saca de la relativa tranquilidad en la que había vivido los últimos cinco años.

El factor humano

Vinge es un monstruo, pero también un ser humano, como queda meridianamente claro a lo largo de los ocho capítulos de la propuesta. Igual que la psicóloga Bergstein, a la que vemos romper con el novio y arrastrar una tristeza difusa durante toda la trama. Aunque los personajes secundarios están muy bien trazados, la historia es, básicamente, un mano a mano entre el asesino y su perfiladora, que consiguen un equilibrio perfecto entre las necesidades de un thriller y lo que Graham Greene llamaba el factor humano. Narrada sin prisas, pero sin incurrir en la morosidad o el aburrimiento, esta serie consigue dar una nueva e interesante vuelta de tuerca a la cada día más maltrecha figura del serial killer, tomándose la molestia de intentar entenderlo, ya que no disculparlo, y convirtiéndolo en elemento fundamental de la trama en vez de utilizarlo para dar sustos al espectador y propiciar secuencias de una violencia morbosa.

Acabaré diciendo que la señora Madueño es, además de guapa, una actriz excelente que dota a su personaje de una enjundia y una calidez muy notables. Hasta ahora, el cine español solo se ha fijado en ella para un papel en la película de Jaime Rosales Petra (2018), pero yo creo que habría que hacerle sitio rápidamente en nuestra industria audiovisual.