Canco Rodríguez (Málaga, 1977) es un animal de teatro y una rockstar no tan frustrada. Sólo hace falta ver la función que ha levantado este año para entregar al público un teatro sin apenas cantar.
No es que el intérprete no sepa hacerlo, demostró sus capacidades de sobras en Tu cara me suena y en musicales como Hoy no me puedo levantar y The Hole. En El rock & roll ha muerto prefiere que la música suene mientras desgrana la historia del género a la vez que él se desnuda y cuenta los puntos clave y “las muertes” a las que se ha tenido que enfrentar.
Ficción y realidad
No se trata de un monólogo, palabra que considera que ya está “pervertida”, sino un recital de música y de vida, llena de comedia en el que el malagueño se saca la máscara de actor para mostrarse tal y como es y que el público salga cargado de energía.
La pasión por este proyecto tan personal impregna esta entrevista con Crónica Directo en la que Rodríguez deja verse como una persona muy racional y conscientes de qué hacer con su carrera. Una imagen muy alejada de los papeles que le suelen ofrecer en cine y televisión, pero que se asemeja mucho más a lo que es él.
--La pregunta es obligada. ¿Tiene claro que el rock ha muerto?
--Respuesta: Para nada. Creo que es una de las grandes mentiras que se repiten generación tras generación. El rock and roll siempre sigue vivo en los jóvenes, en los adolescentes. Los de los 50 dicen, el rock ya no es lo que eran, llegan los 60 y los de esa época dicen lo mismo, los de los 70 hablan de la muerte del género… siempre se repite. ¡Mis amigos ya empiezan a decirlo! Y creo que los chavales de 20 años viven el rock como lo hacía y vivía yo a los 20.
--Un falso tópico.
--Exacto. Yo en la obra voy década tras década presentando cada época y resurgir del rock and roll y cada una de sus muertes. Muchas veces se da por hecho que no tira para adelante, pero tira, que no se va a levantar, y lo hace. Y hago un recorrido por este género hasta la actualidad para demostrar que sigue vivo.
--¿Cómo definiría la obra: musical, monólogo…?
--Yo intento evitar la palabra monólogo porque está pervertida. Todo el mundo lo relaciona con micrófono y una pared de ladrillo. Yo hago una obra de teatro unipersonal. Es un viaje de la historia del rock and roll desde que nace hasta la actualidad y lo uno con mi propia vida como actor, desde que nací en Málaga hasta que vine a Madrid, hice mis primeros trabajos hasta hoy. Todo contado desde la comedia. Es un espectáculo muy divertido, porque creo que las cosas con la diversión entran mucho mejor. La gente se ríe, se lo pasa bien, está llena de anécdotas y hay momentos en que me desnudo y cuento mis miserias. El texto lo escribí yo y cuando se lo pasé al director, Víctor Conde, me dijo: "has de contar algo que te dé vergüenza de verdad, que descoloque por lo sorprendente, no tonterías personales, sino que el público conectara". Para mí, lo complejo es resumir en hora y media todo esto: del rock clásico, al inglés, al soul, la influencia en España, los 80, el grunge… y las diversas muertes del rock.
--Si se entrecruza el rock y su vida y el género ha vivido varias muertes, como dice, ¿usted también?
--Totalmente. Cuando hablo de mí reflexiono si en algún momento mi trayectoria profesional la estoy llevando hacia la muerte, si algunos trabajos han sido la sepultura de mi carrera, si he tomado el camino apropiado… Por supuesto, soy una persona muy positiva y el show es luminoso. Y desde el momento que pienso que el rock no ha muerto, sigue vivo, también acaba con mi propia vida viva. Además, no hay un final, es el "¿qué pasará?".
--Habla, además, de que se desnuda en el escenario y que cuenta cosas que no quería contar en un principio. El trabajo del actor, en cambio, es ponerse una mascara y usted aquí decide sacarse la careta, al menos una parte. ¿Cuesta más?
--Sí. Hablar de mi vida no debe costarme, ha de ser como en un bar, pero es como si de repente la charla se volviera un interrogatorio y así he sacado todo. Cuento algo más que lo bien que me ha ido todo, que me va bien y no me quejo, pero a la gente no le gusta saber lo bien que me va, sino la otra parte.
--Una de esas preguntas del interrogatorio sería: ¿cuáles han sido esos proyectos que ha creído que podrían ser su sepultura?
--Exacto. Un actor no siempre tiene un montón de proyectos donde elegir, tiene el que le llega o dos y uno toma decisiones que podría haber rechazado. Luego juega el miedo, si se podría hacer otra cosa y tomar otros caminos... El rock hace lo mismo a lo largo de la historia eliminando instrumentos, saca vientos y metales y se queda con la batería, guitarras y bajo además de cantantes, luego añade teclados, de repente piensa en vender y pone en autotune porque uno tiene una voz muy mala y una cara muy bonita y la cara vende… En el show no se habla tan en profundidad. Todos los grupos que aparecen son reconocibles y si no los va a conocer: The Rolling Stones, The Beatles, Nirvana, Miguel Ríos… Es para los que saben de música y los que no y que parezca sencilla y pueda generarles interés, incluso querer indagar más.
--Parece obvio que, pese a ser actor, la música, o al menos el rock, le interesa y lo ha estudiado bastante. ¿Qué es lo que une tanto la música o al rock?
--Lo que más he tenido es la pasión a la música. Me hubiera encantado ser una estrella del rock and roll pero lo que se me dio bien fue interpretar, otra vía del arte escénico. Lo cuento en el show, yo di clases de batería, de piano, de guitarra, de saxofón, de piano… No conseguía ser buen alumno, no era constante, no aprendía… y me hice actor. En el mundo de la interpretación, en cambio, todo lo aprendía superbién, tenía ese don del que se habla, me era fácil. Por eso, hacer este espectáculo es un sueño para mí, porque intento que el público se sienta en un concierto de rock, todo está ideado como si fuera uno. Yo hablo todo el rato pero el recuerdo que se han de llevar es que he estado cantando, que se vayan con esa imagen aunque haya hablado.
--Pero algún canto hay, ¿no?
--Sí, pero suena la canción y yo canto sobre ella. Quiero que el público se lo piense porque si lo hago se reiría de mí porque no lo hago bien. Canto como lo harías tú en tu casa.
--En época pandémica con conciertos en los que la gente está sentada usted ofrece un concierto en formato de teatro, entonces. ¿Una alternativa?
--Uno de los cánticos de este show es recordarle a la gente que la vida del rock no sólo depende de los artistas que se suben al escenario sino de nosotros, de que llenemos las salas, los estadios, los bares y fiestas de pueblo si se abren y se pueden hacer. La rueda tiene que ser redonda. Los artistas se suben al escenario, pero si no hay público abajo, ellos se bajan. Los artistas tienen la responsabilidad de hacer buenas canciones, pero nosotros la de comprar la entrada. Por tanto, el rock and roll no ha muerto, aunque si decidimos no ir a un concierto más, lo estará.
--¿Cree que de alguna manera durante el confinamiento se consumió mucha cultura y ahora que se puede salir se ha olvidado a los cines, teatros, artistas, cantantes…?
--Habrá quien piense que la cultura nace del aire y otro gran sector que sabe que la cultura surge de las personas, movimientos sociales y demás. Lo pandemia ha demostrado lo importante que es la cultura, la gente la ha consumido para todo y de todo tipo. Ahora tenemos que conseguir volver a enamorarles. Rogarles que necesitamos que vuelvan a los teatros, como antes de la pandemia. En el sofá de tu casa se está cómodo y puede ser más barato, pero lo que te van a dar en un teatro o un concierto no te lo darán en el sofá de tu casa, que es vivir una experiencia en directo, en comunidad, que provoca que las emociones sean mayores. No es lo mismo reír en tu casa que en el cine, o cantar en tu casa que en un concierto.
--Y volviendo a usted, como hace en su obra. Comenta que estudió música, no se le daba bien y tiró por la actuación. ¿Cuándo fue?
--Realmente nunca hubo una línea fija de estudiar música, sí con la interpretación. Lo que hice con la música fue picoteo. En casa tengo siete guitarras, un piano, flautas, hasta hace poco un saxo, pero no tengo la capacidad de tocarlo todo. Siento que en la música tengo límites a la hora de interpretar con un instrumento que no tengo con la voz, con el cuerpo, en la escena. Acepté esto y doy clases y sigo tocando la guitarra y me puedo meter en la piel de un rockstar.
--Los límites que sí hay en la actuación, en ocasiones, son los encasillamientos. A usted se le asocia mucho con la comedia, aunque ha participado y protagonizado muchos musicales. ¿Molesta? ¿Cuesta de quitarse la etiqueta o el mismo personaje del Barajas, por ejemplo?
--Cuesta mucho. No tanto por parte del público, sino la dificultad es que te den la oportunidad las personas responsables de los proyectos. También les pasa a los que hacen mucho drama. El público, cuando lo haces bien, aunque sea lo contrario a lo que te veían entonces, te acepta y dicen: nunca me lo hubiera imaginado. Los inversores, la gente que arriesga un dinero, igual no quiere hacerlo.
--¿El teatro le ha abierto más esa puerta?
--Sí, da más opción. En teatro he tenido la posibilidad de hacer personajes dramáticos. Este mismo trabajo es más cómico pero me da la posibilidad de bajar a los infiernos y posicionarme en otro rol que la gente no está acostumbrada a verme. Y lo disfruto, sí.
--De hecho, la gente recuerda el personaje del Barajas pero usted empezó en Ala…Dina.
--Sí, de guionista. Fue mi primer trabajo en Madrid nada más llegar. Éramos un equipo de guion y nuestra labor era llenar el texto de comedia. Pero además yo pedía algún papel, algún secundario, y el responsable me dijo: “mira, te voy a dar el pizzero. O esto o nada”. Lo que pasa que como yo llenaba el guion puse al pizzero en todas las escenas (ríe). Barrí para casa.
--Y de allí, participó en varios proyectos más, hasta Aída, y de repente hubo un bajón en televisión. No se le vio más allí, pero sí en cine y teatro.
--Sabía que después de Aída iba a haber un parón, sobre todo por el tema del encasillamiento, lo que había provocado la serie, el impacto del personaje en el público. Sabía que no me iban a llover las series de un día para otro. Me refugié en el teatro como vía de escape y económica y allí seguir creciendo como actor. Y el cine entró de golpe en mi vida. Entonces pude hacer mucho cine y teatro. Después ya se fue mezclando, regresé en televisión con Cuerpo de élite, luego cine, el teatro con los musicales. No he tenido la suerte de estar diez años con una serie, que no sé si esto puede volver a ocurrir porque no sé si la gente aguanta tanto, pero sí he podido ir compaginando proyectos audiovisuales y teatrales, para esquivar lo de “ay, hace tanto que no hago una serie, o una película…”. Lo que sí se ha mantenido siempre es el teatro, incluso mientras hacía Aída. Además, creo que es un gran entrenamiento para un actor para estar siempre en forma.
--Muy bien pensado lo de salir del encasillamiento.
--Hay que saber jugar sabiendo muy bien con las cartas que vas. Ir con una pareja de mierda es jugársela a que te gane cualquier trío. Entonces te mueves, le dices a tu oficina de hacer teatro y ver qué te viene también. Uno se debe adelantar. Y quién sabe si a los 52 años hago una serie rollo House y lo peto y ya no soy el Barajas. Pero para quitar estos personajes tan potentes debes tener la fortuna de tener un personaje que vuelva a volver loco a todo un país. Que ocurra una vez es dificilísimo, y vivir la experiencia es muy agradable, dos ya… Yo busco el lado positivo, porque hay actores que han participado en muchas series y no se les reconoce por ninguna. Luego está quien no te llama por tu nombre, pero le dices que no te llame así y ya.
--Usted igual se hace llamar Canco y no es su nombre.
--Eso lo cuento también en mi show. Siempre quise hacer una separación entre mi nombre privado y mi nombre público. Cuando empecé mi carrera estaba convencido de que iba a trabajar mucho y, por tanto, se me iba a conocer, por tanto, me tenía que cambiar el nombre. Así, Juanjo sólo me llamarían los de toda la vida.
--Todo muy racional. En oposición a sus personajes más característicos.
--La comedia tiene componentes muy difíciles de ritmo y de pura matemática. Es muy racional para provocar cosas muy emocionales, pero todo está muy medido. Además, muchas veces los graciosos son los guionistas.
--Además del teatro participa en 'Operación Camarón' y está a punto de estrenar 'Sevillanas de Brooklyn'.
--Mira, Operación Camarón se iba a estrenar el 14 de marzo de 2020, cuando se decretó el estado de alarma y el confinamiento, se retrasó un año, se cambió la fecha y se acabó lanzando el 25 de junio. Sevillanas también se iba a estrenar para el verano, pero como ahora hay tanto cúmulo por sacar lo hace el 17 de septiembre y es una película que me gustó mucho cuando leí el guion y me gusto más al verla. Es muy divertida pero continuamente te da un pellizco. Es una familia que tiene dificultades y para ganar 700 euros estafa a una agencia de intercambio para que venga un chico de bien a un barrio bueno, pero no es lo que esperaban. Está Carolina Yuste que la amo como amiga y como actriz y hace un papelón… Sólo te puedo decir cosas bonitas porque todo fue muy familiar y le cogimos mucho cariño. La crítica popular de mi madre fue: “esta sí”.
--Y en teatro está pendiente de estreno ya Privacidad. ¿Nos puede adelantar alguna cosa?
--Es una obra de teatro que viene de Londres, Broadway, estuvo en México con Diego Luna. Ahora hacemos unas funciones en Bilbao y Pamplona y luego haremos temporada en Madrid. El protagonista es Adrián Lastra y está Candela Serrat, Juan Antonio Lumbreras, Rocío Calvo y Chema del Barco y lo dirige Esteve Ferrer. Es una producción de estas gordas, rollo musical sin serlo. Es una función potente y esperamos hacer una temporada plena. Es arriesgado, pero esperamos que sea un éxito. Pero primero la pequeñita.