Una azafata insoportable
'The flight attendant' es una mezcla de 'thriller' y comedia que no funciona en ninguno de ambos registros y que es una de las series más irritantes de los últimos tiempos
26 diciembre, 2020 00:00Uno suele dividir las series de televisión, como casi todas las cosas, en tres grandes grupos: las que le gustan, las que no le gustan y las que le sacan directamente de quicio. Por regla general, uno reserva para esta sección de Letra Global las del primer apartado y guarda un discreto silencio sobre las de los otros dos. Pero hay veces en que la ofensa recibida es tan grave que a uno le entran ganas de vengarse y, ya de paso, avisar al lector para que no sufra la misma y desagradable experiencia audiovisual. Es el caso de The flight attendant (La asistente de vuelo) en HBO, una mezcla de thriller y comedia que no funciona en ninguno de ambos registros y que es lo más irritante que he visto últimamente desde mi sofá. La primera temporada (la serie ya ha sido renovada para una segunda, ¡Dios nos asista!) consta de ocho episodios, pero yo con los tres primeros ya tuve bastante para despedirme de ella de manera definitiva.
Basada en la novela homónima de Chris Bohjalian (que a lo mejor está bien, lo ignoro, no la he leído), The flight attendant se centra en las andanzas de una azafata promiscua, beoda y falsamente empoderada que despierta una mañana en un hotel de Bangkok junto al cadáver de un pasajero que se ligó la noche anterior. No es un comienzo muy original; de hecho, lo de despertarse con un fiambre al lado es un clásico del género negro. La originalidad (se supone que) recae en el hecho de que el muerto se le aparece a Cassie, la protagonista, y mantiene con ella unas entretenidas conversaciones en las que, curiosamente, nunca le explica nada de los hechos que condujeron a su ejecución. Lo importante, en cualquier caso, es que Kaley Cuoco --que para algo es la creadora de la serie, concebida a su mayor gloria después de haber alcanzado cierta fama en The big bang theory-- aparezca en cada plano del engendro y veamos lo graciosa y lo empoderada que es. Lamentablemente, la pobre tiene la gracia en el culo --ni eso: en tal caso, el machista que hay agazapado dentro de mí habría encontrado algún motivo para seguir viendo la serie-- y su empoderamiento es de chichinabo, pues en realidad es una pobre infeliz que va por la vida dando tumbos desde que, de niña, su padre la llevaba a cazar y la invitaba a cervezas mientras asesinaban a unos cuantos ciervos (la explicación psicoanalítica del personaje, por supuesto, también es de chichinabo).
La azafata insoportable se mueve en un mundo moderniqui de glamour políticamente correcto que recuerda poderosamente al de la insufrible serie Sex and the city (Sexo en Nueva York). Sus mejores amigas son también muy irritantes --Rosie Pérez de azafata y Zosia Mamet de abogada--, así como su mejor amigo gay (y negro), un colega de vuelos que solo piensa en ir a fiestas y ligar con chicos guapos. La corrección política moderniqui se extiende hasta el hermano de la protagonista, el sensato de la familia, al que conocemos en la cocina de su apartamento mientras les prepara el desayuno a sus hijos: luego vemos que está casado con un negro, pues la vulgaridad de que lo estuviera con una mujer blanca no se contempla en un producto tan moderno y empoderado como éste.
Es difícil seguir una trama cuando la protagonista te la sopla, sus amigas te cargan y el fiambre te parece un imbécil al que nadie echará de menos. Si, como es mi caso, la señora Cuoco no te hace gracia, la intriga no te interesa y el tono de comedia te parece tan sutil como el del difunto Benny Hill, es evidente que The flight attendant no es tu serie.