De tal palo, tal astilla
Stephen King ha sido adaptado al cine y la televisión, y ahora le toca el turno a su hijo con la terrorífica serie Nos4A2 (Nosferatu)
6 julio, 2019 00:00Aunque firme sus libros con el alias de Joe Hill, Joseph Hallstrom King es clavado, física y literariamente, a su señor padre, Stephen King. De hecho, cuesta distinguir las novelas del uno de las del otro: ambos se encuentran muy a gusto en el misterio y el terror, y ambos tienen un punto muy perverso a la hora de abordar el género. Stephen King ha sido muy adaptado al cine y la televisión, y ahora le toca el turno a su hijo con la serie de AMC Nos4A2 (Nosferatu), basada en la obra del mismo título y que se mueve a caballo --o en este caso, en coche, un Rolls Royce Wraith de los años treinta-- entre dos mundos, el de la realidad y el de una fantasía criminal.
El malo de la historia es un tal Charlie Manx, interpretado con seductora villanía por Zachary Quinto, el señor Spock de las últimas entregas cinematográficas de Star Trek, un ser infernal de más de cien años de edad que se dedica a secuestrar niños, de cuyas almas se alimenta, para llevarlos a un lugar que solo existe en su imaginación, Christmasland, donde siempre es Navidad, cada día te hacen regalos y está prohibida la infelicidad. O eso dice él.
Su némesis es una chica de pueblo, Vic McQueen (Ashleigh Cummings), que tiene poderes paranormales y es capaz de ver, como Manx, los llamados “paisajes interiores”. Si en el caso del secuestrador ese paisaje es Christmasland, en el de Vic se trata de un puente sobre el río que fue demolido años atrás, que solo ella puede ver y que siempre la conduce a lugares y situaciones claramente emparentados con las funestas actividades del supuesto Nosferatu (de momento, el único parecido detectado con el vampiro de la película de Murnau es un equivalente local del majareta de Renfield, que aquí es un gordo simplón llamado Bing Bridgeport al que da vida el actor islandés Olafur Darri Olafson, al que el espectador avisado recordará por su papel de policía eternamente agobiado por las desgracias en la serie Atrapados).
Estamos, pues, ante un nuevo enfrentamiento entre el bien y el mal. O entre la Bella y la Bestia, si lo prefieren. Y el resultado, como con las adaptaciones audiovisuales de las novelas de papá King, resulta asaz estimulante. Una vez se ha suspendido, claro está, cualquier tipo de detección de la inverosimilitud. Nos4A2 --que es también la matrícula del Wraith (Espectro)-- es un cuento perverso para asustar a grandes y pequeños, una joyita del grand guignol que te mantiene enganchado a la pantalla --llevamos cinco capítulos-- y que, si bien no da miedo a los adultos, sí que te deja con una fuerte sensación de mal rollo, más un mal cuerpo notable. Reflexión sobre el mal en tono de cuento infantil, Nos4A2 aborda también los horrores de la vida real y lo que ésta puede hacerles a los niños: esa es, precisamente, la parte de la serie que más terrorífica resulta.