El enemigo en casa
Una serie perfecta para disfrutar de una ficción un pelín inverosímil, pero entretenida
20 abril, 2019 00:00Las sucias maniobras del llamado Deep State --o sea, las trapisondas inconfesables de los gobiernos y sus célebres alcantarillas del estado-- son una gran fuente de entretenimiento audiovisual. Pueden abordarse en serio -como en la serie australiana Secret City, protagonizada por aquella Anna Torv que descubrimos en la estupenda Fringe- o como excusa para un producto de puro entretenimiento como la norteamericana The enemy within. Está bien poder escoger. Si tienes una de esas noches en las que el cerebro no te da para mucho, The enemy within (El enemigo interior) es perfecta para disfrutar de una ficción un pelín inverosímil, pero entretenida.
Más cercana a 24 que a Todos los hombres del presidente, The enemy within se centra en las desventuras de la ex agente del FBI Jessica Shepherd, detenida por alta traición tras haber revelado al villano de la función, un ruso malévolo al que nunca vemos, pero que está detrás de todas las canalladas contra Occidente que se nos puedan ocurrir --es como Blofeld, el líder de Espectra en las películas de James Bond-- la identidad de cuatro compañeros de trabajo, que fueron convenientemente eliminados. Jessica --interpretada por Jennifer Carpenter, hermana de Michael C. Hall en Dexter y su esposa durante cierto tiempo en la vida real-- no es mala, claro. Simplemente, tuvo que escoger entre la vida de su hija y la de sus compañeros.
Cuando el ruso malévolo vuelve a hacer de las suyas, Jessica Shepherd es sacada del calabozo y la ponen a trabajar con el agente Will Keaton (Morris Chestnut), cuya novia fue una de las víctimas de la traición de Jessica. Extraña pareja, pues ella está muy avergonzada de lo sucedido y él la detesta, pero cuando hay que defender a Occidente no queda más remedio que arrimar el hombro. Antes de cada capítulo, un rótulo nos informa de que hay más de 100.000 espías extranjeros en Estados Unidos. Si hay que acabar con todos ellos, la serie tiene para rato.
Quienes busquen un acercamiento más serio a las desgracias del Deep State harán mejor en acercarse a Secret city (La ciudad secreta), cuyo eslogan debería ser Algo huele a podrido en Australia. Aquí, la catadura moral lamentable de ciertos miembros del gobierno queda plenamente al descubierto y la sufre en sus carnes la periodista Harriet Brinkley (la adorable Anna Torv), a la que pillamos recién salida de la cárcel al inicio de la temporada dos, Under the Eagle (Bajo el águila), donde acabó por meter demasiado la nariz en las entrañas del Deep State. La está esperando su némesis, la ministra del Interior, una arpía bajita y corrupta que es lo peor de lo peor, pero la asesinan en el capítulo dos y otros canallas toman el relevo. Pocas series como ésta consiguen convencerte de que, vivas donde vivas, eres un pringado que no se entera de la misa la media. Una serie seria, para adultos, sin concesiones al espectáculo gratuito. Tal como está el patio, será un milagro si hay una tercera temporada. De momento, las dos primeras pueden encontrarse en Netflix; The enemy within, en el canal Calle 13 de Movistar. A elegir según el estado de ánimo del momento.