Olivia vuelve a casa
Las cloacas del poder dan para mucho, y en 'Secret city' se nos invita a un paseo muy instructivo por ellas. La trama es interesante, y el ritmo ágil y rápido
14 julio, 2018 00:00La mayoría de los adictos a las series conocimos a Anna Torv (Melbourne, 1979) gracias a una estupenda producción norteamericana que hizo aguas en su última temporada, Fringe, una especie de nueva versión de Expediente X creada por el ubicuo J.J. Abrams en la que Torv interpretaba el papel de la agente especial del FBI Olivia Dunham, que formaba equipo paranormal con un científico que de joven había abusado del LSD y su hijo sensato y racional. Fringe se centraba en la teoría de los universos paralelos y contaba con el gran Leonard Nimoy en el papel de sabio loco cuyas ideas son susceptibles de generar grandes catástrofes. Fue una serie muy entretenida hasta que los guionistas ya no supieron por donde tirar y acabaron la aventura como buenamente pudieron.
Volvimos a encontrar a Anna Torv en Mindhunter, la serie de David Fincher que ha fascinado a todo el mundo menos a mí, que me aburrí como una seta durante los tres episodios que me tragué. Y ahora, por cortesía de Netflix, podemos ver a la adorable señorita Torv en una serie rodada en su país de nacimiento, Australia, en lo que constituye un dignísimo regreso a la patria y al hogar, Secret city (2016), un thriller político de altos vuelos dividido en seis episodios. Ambientada en la capital, Canberra, Secret city transcurre en las altas esferas del poder, centrándose en la lucha constante entre el ministro de Defensa y la fiscal general del Estado por el control del ejército australiano en una situación de claro enfrentamiento entre las dos superpotencias de la actualidad, con permiso de Vladimir Putin, China y Estados Unidos. El suicidio inexplicable de un joven australiano que forma parte de un coro chino en Canberra, más la posterior desaparición de otros miembros de esa misma agrupación, llevan a la periodista política Harriet Dunkley (Torv) a pensar que algo huele a podrido en las relaciones chino-australianas, empezando por la que mantienen el ministro de Defensa y la esposa del embajador asiático.
Todo parece indicar que el Gobierno australiano oculta algo muy chungo, y a Harriet no le queda la menor duda cuando Kim Gordon --una agente de inteligencia que antes era un hombre y fue su marido-- aparece muerta en extrañas circunstancias. Como en todo thriller político que se precie, en Secret city ni nada ni nadie es lo que parece, proliferan las dobleces como una segunda naturaleza y Harriet no se puede fiar de nadie, especialmente de quienes se acercan a ella con la aparente intención de ayudarla a resolver el enigma. Las cloacas del poder dan para mucho, y en Secret city se nos invita a un paseo muy instructivo por ellas. La trama es interesante, el ritmo ágil y rápido y Anna Torv está tan guapa como siempre (perdón por el comentario machista, ahora mismo le envío un telegrama a Carmen Calvo pidiendo disculpas).