Los hijos de Milos Forman

Los hijos de Milos Forman

Cine & Teatro

Los hijos de Milos Forman

'Deadtown' es un espectáculo que transporta al espectador a un Salvaje Oeste de ensueños y fantasías

4 febrero, 2018 00:00

Por principio no voy al teatro. "Pero tal vez sea un error", pienso tras asistir en Matadero (Madrid) a la última representación del espectáculo Deadtown, de los hermanos Petr y Matej Forman, que no tienen nada que ver con el teatro tradicional. Ése donde sale un sujeto al escenario para repetir, envuelto en un silencio absoluto, acaso interrumpido por la tos de algún espectador: "Ser... o no ser... ¡ése es el dilema!".

El apellido Forman significa mucho para mí, pues el padre de los gemelos Matej y Petr es Milos, Milos Forman, uno de los grandes de la nueva ola del cine checoslovaco, en cuyo marco rodó algunas piezas agridulces y deliciosas en blanco y negro, como Los amores de una rubia y El baile de los bomberos. Estas películas le ganaron una reputación internacional que le permitió emigrar a Estados Unidos cuando el régimen de Dubcek, que postulaba un "socialismo de rostro humano" y era permisivo en cuestiones de censura, fue liquidado por la invasión de los ejércitos del Pacto de Varsovia. Agosto de 1968.

En América, el exiliado Forman rodó Alguien voló sobre el nido del cuco, Hair y Amadeus, entre otras películas, pero con mencionar éstas ya está dicho todo. Detrás, lejos, en Praga, había dejado a su familia: a su mujer --actriz bien conocida allí-- y a los dos gemelos de corta edad que con el paso de los años se convertirían en creativos teatrales de una inventiva fabulosa y en funámbulos de todas las carreteras europeas. No vieron a su padre en ocho años. Luego con su ayuda montaron espectáculos itinerantes como éste que ahora celebro, híbrido del cine mudo, el cabaret, el circo, el teatro burlesque y la magia: una fantasía sobre el Salvaje Oeste muy original y al mismo tiempo muy checoslovaca, pues en esa república --ahora, dos repúblicas--, como en otros países centroeuropeos, el imaginario del Oeste americano era muy atractivo, por las obvias razones de ensueños de libertad y de prosperidad económica.

Ensueños y fantasías

El Salvaje Oeste de los gemelos Forman, construido a partir de sus ensueños y fantasías, edificado a base de velos semitransparentes y sombras chinescas, artesanal y sofisticadamente técnico, expuesto al ritmo de una banda de jazz que parecía vivir dentro de un armario y sonar sólo cuando se les abría la puerta, nos encantó. Yo, cediendo a un impulso sentimental, pensé que Deadtown era la carta que dos niños le escribían a su padre fabuloso que un día desapareció en América, una carta en la que le cuentan cómo imaginan su vida entre pistoleros, vaqueros y cuatreros, virtuosos jinetes y ciclistas. Pero no pudo ser tan divertida y rápida como Deadtown la vida de Milos Forman. Ni la de nadie.

Lástima que tras sólo diez representaciones ya haya pasado la caravana de los Forman. Ha sido como un eclipse. Pero seguro que volverán... Es inevitable, ya que son tan rápidos y que el mundo es redondo.