Horrores de un futuro cercano
'Black Mirror' augura que nuestra manera de ser nos va a conducir irremediablemente a sufrir un futuro peor que el presente
6 enero, 2018 00:00Las distopías suelen mostrar un tono pesimista a la hora de plantear un posible futuro, tal vez porque las historias sobre un dulce porvenir serían tan aburridas que no interesarían a nadie. El futuro nos da miedo, un miedo basado en el curso poco estimulante que sigue el mundo a poco que nos fijemos. Como cantaba Leonard Cohen, he visto el futuro y es un crimen. Eso parece pensar también el británico Charlie Brooker (Reading, 1971), creador de la serie Black Mirror, cuya cuarta temporada --seis episodios-- fue colgada en Netflix hace unos días y consumida ávidamente por quien esto firma.
Black Mirror consiste en una serie de historias ambientadas en un futuro impreciso, pero no muy lejano, en el que la tecnología lo impregna todo y lo permite casi todo. Lamentablemente, dicha tecnología sigue en manos de los humanos, insuperables a la hora de meter la pata. En el futuro del señor Brooker, la ciencia y la tecnología han avanzado de una manera asombrosa, pero la imbecilidad del ser humano sigue siendo la misma de siempre. De ahí las desgracias que se nos narran en cada episodio.
Condenados a un futuro peor
En la cuarta temporada encontramos, entre otras historias, la de un genio de los videojuegos despreciado socialmente que inventa un mundo virtual en el que encerrar a la gente que odia (mundo inspirado en una serie que veía de pequeño, Space fleet, claro trasunto de Star Trek), la de una ciudad con un muro inexpugnable en la que las relaciones sentimentales las controla un ordenador, la de una chica que entra en un sitio llamado Museo Negro, regentado por un chiflado que parece haber encontrado a una víctima, pero se equivoca por completo y lo paga muy caro...
Cada capítulo de Black Mirror es una ventanita abierta a un aspecto especialmente sórdido de un futuro atroz. A medio camino entre la ciencia-ficción, el terror y el ensayo sociológico, muestra una colección de extrapolaciones de conceptos que, en el fondo, están en la mente de todos, aunque solo el señor Brooker sea capaz de desarrollarlos de manera tan afinada. El subtexto de la serie es que caminamos hacia el desastre con el iPhone en la mano y que nuestra manera de ser nos va a conducir irremediablemente a sufrir un futuro peor que el presente. Además de un escritor con mucha imaginación, Charlie Brooker es también un moralista dotado de un sentido del humor bastante retorcido: casi todos sus personajes se han trabajado a pulso el destino que les espera.