La vida según Pulp Brother
El tipo que así se hace llamar es un maestro en el arte de condensar una historia en una sola imagen, que suele ir acompañada de una frase inconexa, intempestiva o propia de un majareta
24 diciembre, 2023 21:29Frank Zappa se preguntó en cierta ocasión si el humor podía congeniar con la música (él creía que sí). Kevin Johansen le respondió años después que así era, y el peculiar músico argentino-estadounidense lo ha demostrado en todos sus álbumes, empezando por su primer hit, la hilarante canción Guacamole. No sé si alguien se ha preguntado alguna vez si el humor tenía cabida en el mundo del arte (o el arte en el del humor), pero a tenor de la obra de Pulp Brother -que no es un dibujante de cómics pero, para mí, como si lo fuera- yo respondería con un sí radical. En la línea de Chas Addams, Gary Larson o Glen Baxter, abordados en los tres anteriores capítulos, el tipo que se hace llamar Pulp Brother es un maestro en el arte de condensar una historia en una sola imagen, que suele ir acompañada de una frase inconexa, intempestiva o simplemente propia de un majareta dotado de una amplia cultura, sobre todo pop, que, unida a la ilustración, te permite entrar en un mundo en el que o todo carece de lógica o sigue una lógica muy especial que sólo entienden y disfrutan el autor y sus fans, que los tiene a miles.
Su principal diferencia con los autores recién citados consiste en haber esquivado el dibujo sobre papel y sustituirlo por el soporte artístico más serio y canónico de todos, el lienzo. No es el primero en hacerlo en el mundo del arte: recordemos los cuadros con frase del gran Ed Ruscha; o, en otro orden de cosas, los neones de la conceptual Jenny Holzer, del que el más célebre es la ominosa sentencia Protect me from what I want (Protégeme de lo que deseo). Los lienzos de Ruscha y las estructuras de neón de Holzer aspiran a una cierta trascendencia. Los cuadritos (trabaja siempre en pequeño formato) de Pulp Brother solo pretenden mostrar situaciones y circunstancias bizarras (en el sentido anglosajón del término) que, convenientemente amontonadas en la mente del espectador, te dan la bienvenida a un mundo absurdo, tronchante y desquiciado de una eficacia absoluta, tanto en su condición de chiste pasado de rosca como de peculiar obra de arte.
A veces se pone serio, como podemos comprobar en sus cuadritos sobre temas sexuales, carentes por lo general de ninguna clase de texto. O en el cartel espléndido que diseñó para la película de nuestra común amiga Isabel Coixet (la primera persona que me habló de él) Nieva en Benidorm. Pero el grueso de su producción, que cuelga a diario en Instagram y vende a través de su propia página web, se centra en esas imágenes explicadas de la manera más extraña y desopilante posible: Pulp Brother no es un pintor serio, ni falta que le hace. Conceptualmente, le considero un dibujante de cómics que ha optado por la pintura para ofrecernos su peculiar visión del mundo.
Pulp Brother se llama en realidad Javier Mayoral y es un español nacido en 1961 que emigró a Estados Unidos en la década de los 90 y reside actualmente en Miami. Muchas de sus historias giran en torno al sexo y sus situaciones más chuscas. Vive obsesionado por algunos personajes históricos a los que ha dedicado diversos cuadros, presentándolos siempre en situaciones, digamos, chocantes (Jean Paul Sartre es una presencia habitual en su obra, solo o en compañía de Simone de Beauvoir; el grupo electrónico alemán Kraftwerk es otro de sus fetiches; devoto de la cultura basura, ha convertido en protagonistas a muchos personajes de esos que se mueven entre la gloria y el ridículo (me vienen a la cabeza Charo y Tiny Tim, pero hay muchos más, y para todos ha encontrado la frase y la coyuntura adecuada).
Aunque expone con cierta regularidad, Pulp Brother es un autor básicamente democrático que cuelga todas sus cosas en Instagram. Y son muchas, ya que su nivel de producción raya en el estajanovismo pictórico-humorístico: prácticamente a diario, se materializan en su cuenta de Instagram una o más piezas que el observador puede adquirir recurriendo a su web. Pintor, humorista, filósofo alternativo, observador optimista de la estupidez humana no exenta de una extraña grandeza, forofo irreverente de personajes históricos…Todas esas cosas es el señor Mayoral, que no ha parado hasta fabricarse un mundo a medio camino entre el arte, el humor y el comentario social que es único, personal e intransferible. Al mismo tiempo, no es, estrictamente, ninguna de esas cosas, sino una especie de coctelera humana cuya obra es una muy especial muestra de mestizaje entre géneros que, frecuente y equivocadamente, han sido considerados por nuestros biempensantes más cejijuntos, como disciplinas imposibles de mezclar si uno aspira a ser tomado mínimamente en serio (un camino explorado, entre otros, por Roland Topor, que Mayoral lleva a sus últimas consecuencias porque, como muchas personas inteligentes, no ve la necesidad de ser tomado en serio, que es algo excesivamente sobrevalorado, sobre todo si nos fijamos en el personal que decreta lo que es serio y lo que no).
Puede que Instagram solo sea un pasatiempo contemporáneo que nos quita tiempo para actividades más edificantes. Pero también puede ser el receptáculo adecuado para que un excéntrico del arte y del humor cuelgue a diario sus cosas y nos permita empezar la mañana uniendo el disfrute visual al humorístico y hasta al filosófico. Lo suyo no es para todo el mundo, desde luego, pero los que le seguimos la corriente formamos una especie de fraternidad internacional (los textos de sus cuadritos están en inglés) que cada mañana nos llevamos una alegría al abrir Instagram.
En el próximo capítulo volveremos a los tebeos en sentido estricto, pero no lamento haberme dejado llevar de Chas Addams a Gary Larson, de Larson a Glen Baxter y de Baxter a Pulp Brother: me lo he pasado demasiado bien con ellos como para dejarlos fuera de esta historia (muy) personal de los cómics por el simple hecho de que nunca hayan dibujado tiras o páginas en diarios y revistas.