Eddie Chacón: el renacimiento crepuscular de un ‘one hit wonder’ noventero
Coprotagonista del éxito masivo logrado por el single ‘Would I lie to you?’ como miembro del efímero dúo Charles & Eddie, el cantante regresa a la música a los 60 años de edad con un cautivador ejercicio de 'neo-soul'
11 junio, 2023 19:00Tal vez se acuerden de Would I lie to you?, o mejor dicho: raro sería que no se acuerden de Would I lie to you? En este rincón hemos vuelto a escuchar esa canción muchísimos años después, y nos ha parecido, aunque en aquel entonces jamás lo habríamos pensado, que está hecha de la misma materia con la que se tejieron los años 90.
A todas horas, en la MTV y en nuestros 40 Principales, conviviendo enojosamente con los videoclips de Nirvana, Soundgarden, REM, Faith No More o Rage Against The Machine, nos asaltaban Charles & Eddie, el primero con su remedo del Marvin Gaye más sedoso, el segundo con larga melena negra, grandes aros en las orejas y cierto toque andrógino, tirando de falsetes y grititos michaeljacksonianos, cantando ese hit que durante muchas semanas parecía ubicuo y que convirtió el primer trabajo del grupo, Duophonic, en Disco de Platino en media docena de países.
A nosotros, en aquel momento, con el rock hirviendo dogmáticamente en nuestra sangre todavía infantil, esa canción nos parecía moñas, fingíamos que lo detestábamos pero no pocas veces nos sorprendíamos tarareándola por lo bajini. Era buenísima, la verdad. Tenía una melodía pegadiza, un estribillo perfecto con el que además comenzaba la canción (viejo y astuto truco), un juego de voces perfectamente empastadas, buenos arreglos...
Fue, en cierto modo, un ovni en los 90, una combinación del pop de la época con el remoto saborcillo del soul clásico, una propuesta muy a contracorriente del sonido que caracterizó aquella década. Fue, también, la cima inalcanzable de nuevo para ellos mismos, el comienzo del final de Charles & Eddie. El dúo publicó en 1995 un segundo disco, Chocolate milk, pero no logró ni una milésima parte de la atención que obtuvo Would I lie to you?
A Charles Pettigrew y Eddie Chacón comenzó a faltarles la fe, eclipsados siempre, hicieran lo que hiciesen, por la sombra de aquel éxito inmediato y masivo. Se dieron por vencidos no mucho después, coincidiendo con el fallecimiento en 1996 del padre y la hermana de Pettigrew. Hasta aquí, grosso modo, la historia de Charles & Eddie, una de tantas en la historia de la música popular que van a parar a la abultada carpeta de one hit wonders. Pettigrew murió en 2001, a los 37 años, a causa de un cáncer. Según ha contado Chacón, la fatal irrupción de la enfermedad truncó el plan que tenían ambos de regresar y darse una última oportunidad.
A él, que a partir de entonces ejerció de fotógrafo y director creativo en el mundo de la moda y ocasionalmente como autor de canciones sin pedigrí para la máquina de churros de la industria discográfica, le costó más de una década recuperarse anímicamente de la frustración y la amargura que supusieron su experiencia en la música profesional y la temprana desaparición de su amigo del alma.
Sundown, el disco que acaba de publicar en el sello Stones Throw (toda una garantía), nos ha cogido por sorpresa. Más aún el hecho de saber que Eddie Chacón había publicado, en 2020, su primer disco en solitario, Pleasure, joy and happiness, un disco que está adquiriendo cierto estatus de culto subterráneo y que ha convertido al antes desgraciado Chacón, quién lo habría sospechado, en algo así como un cada vez más respetado antihéroe del moderno R&B. Hemos escrito antes “en solitario”, pero lo cierto es que no pueden entenderse ese sorprendente retorno titulado Pleasure, joy and happiness ni Sundown, su sensacional continuación, sin la participación determinante de John Carroll Kirby, pianista cercano al jazz y versátil productor que ha trabajado con estrellas recientes tan distintas entre sí como Miley Cyrus, Norah Jones, Frank Ocean o Solange.
Si el primer disco era más electrónico –construido a partir de samples, piano eléctrico y sintetizadores diáfanos y espaciosos–, este Sundown recién aparecido gana textura orgánica. La percusión real, las flautas aleteando como pajarillos, las palmas y los bongos, los arreglos de metal y viento-madera, toda la instrumentación del disco le da a las canciones un aire más orgánico, muy próximo en su espíritu al jazz espiritual-medidativo de los años 70, un sonido que –salvando las distancias que cada cual considere prudenciales– remite al mismísimo Pharoah Sanders de obras como Jewels of thought, Karma o Thembi.
Sobre ese tapiz sonoro –éste es uno de esos discos en los que, mucho más que sus canciones por separado, importa el conjunto que nos va envolviendo poco a poco, más y más a cada escucha– se despliegan numerosos ecos, desde ese soul sereno y acariciante que remite a los Marvin Gaye y Curtis Mayfield más minimalistas hasta los ecos del chill ibicenco más refinado (no en vano, aunque la grabación tuvo lugar en Los Ángeles Sundown fue pergeñado durante una estancia de dos semanas de Chacón y Kirby en la isla balear), pasando por el jazz-funk ochentoso en temas como Holy Hell o el pulso bailable de The morning sun, el corte que cierra el disco.
Hedonista pero con vetas de melancolía (o viceversa), rebosante de groove –un groove sereno, como al ralentí, elegantísimo–, introspectivo y a la vez dotado de un fuerte aliento comunitario, con los falsetes susurrantes y la voz Chacón entonando suavemente letras mínimas, prácticamente mantras sobre el amor, el paso del tiempo o la pérdida, Sundown es un disco de alma vintage, tan ensoñador e infiltrado de un sentimiento idílico como abstracto y teñido de extrañeza por momentos; una música que ciertamente parece concebida para sentarse a mirar el mar mientras atardece y nuestra mirada acaba abstraída, dichosamente perdida. Para nosotros, por lo demás, es la mayor y más grata sorpresa en lo que va de año.