La estación de tren modernista de Vilanona i la Geltrú (Barcelona)

La estación de tren modernista de Vilanona i la Geltrú (Barcelona) WIKIPEDIA

Historia

He pasado muchas veces por esta estación de tren y no sabía que era modernista: una joya centenaria a media hora de Barcelona

Esta construcción fue un símbolo de modernidad a finales del siglo XIX

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El modernismo no sólo son casas y parques. Tampoco se limita a Gaudí, Puig i Cadafalch o Domènech i Montaner y menos aún a Barcelona ciudad. Este movimiento arquitectónico, que fusiona naturaleza y urbanismo, también creó espacios y edificios funcionales.

Entre los tesoros ocultos del modernismo catalán hay uno que destaca por lo desapercibido que pasa. Cada día, centenares de personas, si no miles, pasan por allí y hacen uso de sus instalaciones. En cambio, no saben que están bajo una pieza única.

En la capital del Garraf, Vilanova i la Geltrú, hay un edificio en cuestión que destaca por sus vidrieras, sus azulejos y su estructura. Su creador es Jeroni Granell i Manresa, un reconocido arquitecto que en 1881 creó una pieza modernista única y útil.

A pesar de que para muchos es solo la estación de Vilanova, este edificio es toda una joya modernista. Y es que en su día una estación era símbolo de modernidad. Y Cataluña, además, fue pionera.

Símbolo de modernidad

Desde la construcción de la primera línea en España, la de Mataró-Barcelona, se empezó a extender por doquier. La llegada de esta nueva máquina supuso una revolución y muchas de sus estaciones dan fe de su importancia. Una de ellas es Vilanova.

Solo hace falta contemplar las vidrieras elevadas y estrechas, propias de la época, que dejan pasar la luz a las tres plantas de este edificio con acabados de hierro forjado.

Referencia y relevancia

La estación, que puede ser menos impresionante que otras como la de Portbou, es un referente arquitectónico y fue usada como modelo para muchas estaciones.

Sus grandes dimensiones, además, son reflejo de la importancia que tenía una ciudad como Vilanova, que incluso a día de hoy es estación de origen y destino de Rodalies.

Imagen de archivo de la estación de Vilanova

Imagen de archivo de la estación de Vilanova MUSEU D'HISTÒRIA DEL FERROCARRIL

Pero esta no es la única estación de tren de Cataluña que merece destacarse. Una de ellas, además, es poco conocida. Se podría decir que tiene 10 años y casi un siglo de historia a la vez. Y no sería mentira.

Fue en el año 2003 cuando este apeadero se rebautizó con el nombre de Lleida-Pirineus con motivo de la llegada del AVE. Pero, en realidad, su estructura original, que todavía se mantiene —aunque ampliada—, es de 1927.

Lleida

Los Pirineos están lejos, sí, a 180 kilómetros, porque los trenes llegan al centro de esta capital del Segrià y se necesita vehículo propio o autobús para llegar a las montañas.

De todos modos, merece la pena bajarse o acercarse para contemplar los elementos modernistas que cubren los andenes, con una estructura de hierro curvado, adornada con cristales para estar a resguardo de las lluvias y el frío.

También merece la pena salir a la remodelada plaza Ramón Berenguer y contemplar cómo la fachada del edificio comulga y se integra en el paisaje urbano de la ciudad, así como atravesar su diáfano vestíbulo de elevados techos.

Un clásico

Pero sin duda, una estación que siempre se destaca es la Estación de Francia de Barcelona. Se encuentra al de varios lugares turísticos. Enfrente, el barrio del Born; a un lado, el parque de la Ciutadella con el Parlament de Catalunya y el Zoo de Barcelona; y a sus espaldas, el barrio de pescadores de la Barceloneta y el Mediterráneo.

¿Y la estación? Es increíble. Majestuosa. Con sus grandes dimensiones, llega a tener 13 andenes cubiertos por una enorme estructura de hierro, una doble marquesina de más de 200 metros de largo. Pero, si esto impresiona, su vestíbulo es digno de un palacio.

Diseñada para la Exposición Universal de 1929, la Estació de França recibe al viajero en un vestíbulo de estilo novecentista, con una ornamentación de lujo que combina mármol y bronce. Todo al gusto de la burguesía de aquella época. A muchos les recuerda a la estación de Orsay de París, ahora convertida en museo. Será por algo.