Edificio Domènech Coll

Edificio Domènech Coll GALA ESPÍN Barcelona

Historia

Un edificio al revés: así es el piso más extraño de Barcelona

Este bloque de pisos es de los más distintos de este barrio barcelonés

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Barcelona es famosa por el modernismo y, en cuanto urbanismo, por su barrio llamado Eixample. La precisa retícula diseñada por Ildefons Cerdà, con esas islas de edificios iguales, ayudó a ensanchar la ciudad y a crear un entramado de células de viviendas icónico y muy copiado en el resto del mundo.

Con el famoso Ensanche, como se le llama en castellano, llegaron también las esquinas de esas ínsulas. Nunca acabaron en punto, sino que fueron cortando creando unos chaflanes que ya forman parte de la imagen que tiene uno de Barcelona, aunque hay alguno más especial que otro.

Estos cortes en las esquinas, de 20 metros y ángulo de 45 grados, son el símbolo más reconocible del urbanismo barcelonés. Sirven al tránsito, al comercio, a la ventilación y, por encima de todo, a la uniformidad. Cada uno parece espejo del anterior. Hasta que no lo es.

En el cruce de las calles Bruc y Diputació, el paseante se encuentra con una esquina que, de pronto, desafía la lógica repetitiva de la cuadrícula. Es un chaflán, sí, tienen las mismas medidas, pero muestra algo muy distinto.

De quién es

Es imposible no fijarse en el edificio que hay allí, parece que está del revés, pero en realidad, está hecho bastante adrede.

Este fue el diseño original que ideó en 1886 el arquitecto Francesc Bruguera Díaz. Con su particular estilo, quebró las convenciones del Eixample y construyó un lenguaje arquitectónico propio en pleno centro de la ciudad.

Edificio Domènech Coll

Edificio Domènech Coll GALA ESPÍN Barcelona

Cómo se llama

En este edificio, conocido como casa Domènech Coll, lo que se considera fachada principal se comporta como fachada interior. Y viceversa. 

La planta baja y el entresuelo siguen la línea del chaflán como dicta el manual. Pero a partir del primer piso, el edificio se retrae: gira hacia dentro, rompe el plano de fachada y genera una volumetría inesperada. 

Un edificio del revés

En lugar de continuar el trazado del ángulo de la esquina, los pisos superiores se orientan perpendicularmente a Bruc y Diputació, creando una especie de "L" quebrada. Ambas alas confluyen en una torre poligonal que se eleva justo en el vértice del chaflán, donde normalmente el plano se expande, no se contrae.

Esta torre, además de marcar el punto de fusión visual del edificio, acoge en su interior la caja de escaleras, rematada por una cúpula que le da aún más dramatismo a su silueta. La fachada que surge de este juego de volúmenes es cualquier cosa menos convencional. 

Un patio a la vista

La casa Domènech Coll se reconoce porque presenta estas galerías abiertas a la calle, un recurso más habitual en los patios interiores de manzana que en las fachadas principales. De allí que se diga que esté al revés. Estas galerías están decoradas con vidrios de colores que aportan una nota de fantasía al rigor de la piedra.

Más allá de esta fantasía que se puede ver de lejos, verlo desde dentro permite ver el estuco imitando sillares, las aperturas enmarcadas en piedra y los frontones clasicistas en las plantas nobles, que dotan al conjunto de una monumentalidad sobria, que se ve contrarrestada por la ligereza de las galerías acristaladas. 

Edificio Domènech Coll

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Qué más tiene

Más allá de esta característica tan vistosa, el acceso principal se encuentra precisamente bajo la torre, en el vértice del chaflán, marcando un eje axial que estructura todo el alzado. Este eje continúa en vertical hasta la azotea, donde una pequeña edificación remata la cúpula y prolonga la verticalidad del conjunto. 

En el interior, el vestíbulo y la caja de escalera están ricamente ornamentados con estucados planchados a fuego, motivos geométricos, colores contrastados y suelos de mosaico hidráulico, conformando una experiencia estética total, desde el zócalo hasta el techo.

Un elemento distinto en el Eixample

En contraposición, el edificio adyacente, ubicado en el número 62 de la calle Bruc, responde por completo a los cánones del Eixample. De planta rectangular y alzado simétrico, presenta una fachada con tres grandes portales en la planta baja (uno de ellos destinado al acceso principal) y una organización racional de huecos que se repite en los cinco pisos superiores. Aquí no hay experimentación, sino un seguimiento disciplinado del manual de estilo cerdaniano: fachada alineada, cornisa en voladizo, canecillos de piedra y balaustrada rematando la azotea.

En cambio, ambos edificios comparten elementos decorativos --como el estuco imitando sillares y los frontones clásicos-- pero mientras uno los aplica de forma convencional, el otro los subvierte, los pliega y los proyecta hacia el vacío del chaflán. Un "edificio al revés" que desafía la simetría del Eixample y que no deja de sorprender al viandante.