
Cataluña recupera una antigua aldea abandonada, Gallicant CATALUNYA TURISME
Cataluña recupera una antigua aldea abandonada: un proyecto esperanzador surgido de una iniciativa popular
Este refugio de la Edad Media prevé ser un nuevo rincón sostenible en el interior de Tarragona
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Pueblos abandonados hay en todas partes. Hace unos años se hablaba de la España vaciada, con la pandemia se habló del éxodo al campo, pero pasados unos años todo ha vuelto a las andadas. Los municipios olvidados lo siguen estando y solo algunas iniciativas de recuperación de esas localidades siguen en pie.
Una de ellas es en Cataluña, concretamente en un pueblo del interior de Tarragona que, desde hace años quiere resurgir de sus cenizas, Gallicant.
Dónde está
Desde hacer años, esta aldea no es más que una sombra en los mapas, un nombre casi olvidado en la geografía de las montañas de Prades. Por no tener, no tiene ni entrada en Wikipedia y el Idescat ya no lo computa como población.
De hecho, desde hace un tiempo, esta aldea de origen medieval forma parte del término municipal de Arbolí. Claro que su ayuntamiento también lo ha dejado morir. Hasta ahora. Gallicant está en vías de renacer. Lo hace gracias a un ambicioso proyecto de recuperación que presta atención a la arquitectónica original del municipio y al respeto al entorno natural.
Nueve casas con mucha historia
La intención es recuperar parte del esplendor que un día fue. En sus orígenes, Gallicant fue una pequeña aldea formada por nueve casas alineadas en una explanada con vistas privilegiadas sobre el barranco del río Siurana y la muralla natural de la Serra del Montsant.
Su disposición en lo alto del relieve tenía un propósito estratégico: los sarracenos ya la emplearon como atalaya para vigilar el territorio. Su nombre también hace referencia a su ubicación. Viene de galli cantus, que alude a ese lugar donde el canto del gallo resuena con el primer amanecer.
Un refugio en la Edad Medio
Esta situación la hizo importante en la Edad Media, donde los conflictos bélicos estaban a la orden del día. Por su posición remota, la aldea fue refugio de cátaros perseguidos durante el siglo XIII, y también escenario del bandolerismo del siglo XVIII, con la figura de Carrasclet como protagonista de la resistencia antifelipista.
Todo parecía ideal, pero el paso del tiempo, dejó a atrás a esta aldea. A principios del siglo XX, la falta de electricidad, el aislamiento y los problemas de abastecimiento de agua precipitaron el éxodo.
Caída en el olvido
Aun así, la cercanía del campamento militar de Los Castillejos revitalizó temporalmente la actividad económica de la zona, pero la falta de servicios acabó sellando su abandono definitivo en los años 60.
Por su ubicación y dificultad de acceso, Gallicant no es un destino de paso, sino un lugar al que se llega con la intención expresa de descubrirlo y no todo el mundo es amante de la Historia. Los que sí, han sido los responsables de que el proyecto de rehabilitación del pueblo empiece a ser una realidad.
Una propuesta para la aldea
La sociedad Masos de Gallicant, liderada por figuras como los viticultores Sara Pérez y René Barbier, la cineasta Alba Sotorra y Blai Rosés, promotor del festival Terrer, es ahora la responsable de aldea. Ellos se han movilizado para recuperar este lugar y lo han conseguido.
Desde hacer unos años y con el visto bueno del Departament d’Acció Climàtica, el grupo ha comenzado las actuaciones para recuperar el conjunto de viviendas en ruinas y convertir Gallicant en un ejemplo de convivencia entre agricultura, biodiversidad y vida rural.
Ideas para el futuro de Gallicant
Uno de los primeros pasos ha sido la mejora de los accesos con el hormigonado de tramos de la pista forestal que llega a la aldea. Además, el plan prevé la roturación de más de siete hectáreas de antiguos campos para transformarlos en un paisaje agroforestal.
Tal y como está diseñado el proyecto, parte de los terrenos se destinarán a viñedos, mientras que otras zonas acogerán pastos para vacas, ovejas y cabras. La idea es crear un paisaje mosaico que, además de fomentar la actividad agrícola y ganadera, actúe como cortafuegos natural ante el riesgo creciente de incendios.
Apuesta por la sostenibilidad
Una manera de apostar por la sostenibilidad atendiendo a la nueva situación climática, es la siembra de alfalfa para desviar a los corzos de los viñedos. A esta medida se le suma la caza selectiva con arco y flecha para controlar la población sin alterar el ecosistema.
A pesar de esta acción, el plan de gestión y mejora forestal incluye medidas para proteger especies sensibles como el águila perdicera o el cangrejo de río autóctono. Para ello se evitará modificar hábitats cercanos al río del Gorg y se instalarán rampas en puntos de agua para impedir que los animales salvajes se ahoguen.
Hacerlo accesible
Paralelamente, se trabaja en la apertura de 15 kilómetros de caminos y senderos, algunos de los cuales formarán parte de itinerarios temáticos pensados para escolares y visitantes interesados en el patrimonio natural y arqueológico de la zona. La biodiversidad es una de las grandes prioridades del proyecto.
A ello se le suma la reconstrucción de las viviendas y la creación de una bodega que aproveche la producción vinícola local, así como la promoción de actividades formativas, rutas interpretativas y otras iniciativas que conecten a los visitantes con el paisaje y la historia del lugar. ¿Conseguirán salvar a Gallicant?
Cómo llegar
Para quien quiera conocer ya el lugar, puede acercarse en coche. Desde Tarragona es una hora y cuarto en coche. Se va por la carretera N-420 en dirección a Reus y, una vez allí, se sigue por la C-242 hacia Cornudella de Montsant. A la altura del desvío hacia Arbolí, se accede a una pista forestal que conduce directamente hasta la antigua aldea de Gallicant.
Desde Barcelona, el trayecto multiplica por dos el tiempo de viaje, son dos horas y media. Se va por la C-32 hasta enlazar con la AP-7, o directamente tomar esta autopista en dirección sur hasta la salida 34 (Reus). Desde allí, se continúa por la carretera C-242 y se siguen las indicaciones anteriores. Vale la pena.