
La joya modernista oculta a media hora de Barcelona, la antigua Caixa d'Estalvis de Sabadell ARQUITECTURA CATALANA
No es la Colonia Güell: la joya modernista oculta a media hora de Barcelona con esculturas de Josep Llimona
Un edificio emblemático que guarda la esencia arquitectónica y cultural de principios del siglo XX
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Al pasear por las calles de Sabadell, es fácil dejarse llevar por la actividad cotidiana y el bullicio de la ciudad. Sin embargo, entre la modernidad y la prisa, se esconde una joya arquitectónica que ha resistido el paso del tiempo, aunque para muchos sigue siendo un secreto bien guardado.
Se trata de la antigua sede de la Caixa d'Estalvis Sabadell, un majestuoso edificio modernista que, con su imponente presencia, nos transporta a una época de esplendor en la arquitectura catalana.
Este edificio, diseñado por el renombrado arquitecto Jeroni Martorell Terrats e inaugurado en 1917, es mucho más que una construcción; es el testimonio vivo de una era en la que el arte y la funcionalidad se fusionaban para dar vida a espacios únicos. Con esculturas de artistas como Josep Llimona y Eusebi Arnau, cada rincón de este inmueble habla de la grandeza de un estilo que marcó el paisaje urbano de Cataluña.
Un origen vinculado al crecimiento de Sabadell
La historia de esta emblemática edificación se remonta a los inicios de la Caixa d'Estalvis Sabadell, fundada en 1859 con el propósito de fomentar el ahorro entre la población. Sus primeras oficinas se instalaron en la Casa del Comú, en la confluencia de los actuales Carrer de la Rosa y Carrer de Gràcia.

Caixa d'Estalvis de Sabadell
Sin embargo, el crecimiento de la entidad pronto exigió la adquisición de un edificio propio. En 1890, se trasladaron a un inmueble en el Carrer Sant Antoni, 13, conocido como "La Caixa Vella", pero la necesidad de mayor espacio llevó a la compra de nuevos terrenos en 1902, donde finalmente se levantaría la sede modernista.
El diseño del edificio se encargó a Jeroni Martorell, un arquitecto destacado por su trabajo en la Escuela Industrial de Artes y Oficios y el cine Imperial de Sabadell. Su propuesta fue fiel a la estética modernista en auge a principios del siglo XX. La primera piedra fue colocada simbólicamente por el rey Alfonso XIII en 1904, pero las obras se prolongaron hasta 1917 debido a la construcción simultánea de otros proyectos del arquitecto. A pesar de las demoras, el resultado fue una obra maestra del modernismo.
La majestuosidad de la fachada y las esculturas de Josep Llimona
Uno de los aspectos más llamativos del edificio es su impresionante fachada, estructurada en tres secciones. El cuerpo central sobresale con un gran ventanal de tres arcos lobulados flanqueado por esculturas de Josep Llimona que representan alegorías del trabajo y la virtud. El conjunto se remata con un frontón y una amplia balconada que le confieren una presencia monumental.
A cada lado, los cuerpos laterales presentan una composición más sencilla, diseñada para romper la simetría y enriquecer visualmente la fachada. En la planta baja, destacan los tres grandes arcos de acceso, decorados con capiteles esculpidos por Eusebi Arnau, en los que se representan oficios tradicionales como el segador, la cosidora, el forjador y la alfarera. Las rejas de hierro forjado y los relieves que simbolizan el ahorro y la cultura completan una fachada de gran riqueza artística.
Un interior que evoca los palacios góticos catalanes
El interior del edificio es igualmente impresionante. La planta baja está dominada por el antiguo vestíbulo principal y el Pati Turull, un espacio que recuerda a los patios de los palacios góticos catalanes. En el centro del patio se erige un monumento en honor a Pere Turull, una columna honorífica con esculturas de Manuel Fuxà e Ismael Smith. La iluminación natural se filtra a través de una claraboya que realza la majestuosidad del conjunto.
Otro de los espacios más notables es el Salón Modernista, ubicado en la primera planta. Este gran salón se estructura en tres naves separadas por columnas y arcos parabólicos, con amplios ventanales que permiten la entrada de luz natural. Aquí se pueden admirar detalles de gran valor, como los vitrales pintados al fuego por la casa H.J. Maumejean, los mosaicos diseñados al estilo romano por Mario Maragliano y los estucos ornamentales que decoran las paredes.
Reformas y transformaciones a lo largo del siglo XX
A lo largo de los años, el edificio ha sufrido diversas reformas. En 1952, se realizaron modificaciones en la planta baja para ampliar las oficinas, mientras que en 1966 se llevaron a cabo cambios más significativos, alterando la fachada interior y algunos elementos ornamentales. A pesar de estas intervenciones, la esencia modernista de la sede se ha conservado en gran medida.