Figura de un santo

Figura de un santo

Historia

El santo más catalán: un mártir quemado en uno de los monumentos más importantes de Cataluña

La historia de este víctima de las persecuciones religiosas pasa tan desapercibida como su nombre

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La historia de la civilización tiene en España un escenario que ha sido testigo de muchos momentos destacados. Desde la cruenta Inquisición y colonización de América hasta pasajes que se remontan a la época romana y momentos álgidos de la cristiandad.

Santiago de Compostela es un lugar de peregrinaje mundial porque allí se trasladaron los restos del apóstol, por ejemplo. Y Tarragona, aunque no todo el mundo no lo sabe fue testigo de la ejecución de uno de los primeros mártires del cristianismo en España.

Gladiadores, animales y religiosos

Muy pocos lo conocen. Pero esta ciudad, que fue un punto clave para los romanos, vio como, precisamente, este imperio acabó con la vida de un obispo más que importante. Y lo hizo en un lugar clave: el anfiteatro.

La construcción romana, que ahora es motivo de millones de fotos y la imagen de la ciudad catalana, asistió a la muerte de gladiadores y fieras en esa arena, pero también a víctimas de la justicia romana, que fue implacable.

Un catalán perseguido

Entre las muertes más recordadas que se dieron en esa arena está del obispo Fructós, mártir y santo ejecutado por la persecución del cristianismo en el imperio. En el siglo III esta gran civilización vivió varias crisis que estuvieron a punto de acabar con él.

En busca de culpables, los mandatarios encontraron un enemigo al que cargarle las culpas. Por tierras orientales, el cristianismo imponía su dominio monoteísta. Los dioses en los que se protegían los emperadores empezaron a ser mal vistos y con ellos el poder de los mandamases. Razón por la cual el cristianismo fue perseguido.

Tarragona anti-cristiana

Bajo el yugo del emperador Valeriano, los seguidores de esta religión vieron restringidos sus derechos poniendo la fe de muchos a prueba.Mientas, los gobernadores de los territorios conquistados, aplicaron la orden imperial.

El gobernador Emiliano, acatando, decidió entonces ordenar el arresto del obispo Fructuós y sus dos fieles compañeros, Auguri y Eulogi. Fue el 16 de enero del año 259. 

Cuadro del martirio de Sant Fructuoso

Cuadro del martirio de Sant Fructuoso WIKIPEDIA

Tres curas condenados

La medida no aplacó las creencias del religioso. En la celda llegó a bautizar a otro de los presos, al  catecúmeno Rogaciano. Cinco días después, Emiliano mandó cumplir el mandamiento del Emperador, que ordenaba sacrificar a los cristianos a los dioses.

Así, fue. Ante la negativa de Fructuoso y sus diáconos, condenó a los tres a ser quemados vivos en el anfiteatro y en público. La voluntad de los mandatarios era que los cristianos vieran lo que les podía pasar.

Una muerte cruel

Ese mismo día el anfiteatro de Tarragona fue testigo de esta horrenda muerte entre el rugido de las llamas y las miradas atónitas de la multitud. Y ni así, consiguieron aplacar las convicciones del obispo que, según las actas de su martirio, incluso en sus últimos instantes, no claudicó en sus convicciones.

Los cristianos se hicieron con las cenizas y le dijeron cristiana sepultura. Pero al parecer, y según la leyenda, no consiguieron vencerlo. Se dice que, después de su muerte, los tres sacrificados se aparecieron tanto a la comunidad cristiana como a sus propios verdugos, asegurando que su sacrificio no era el fin, sino el principio de algo más grande.

Un testimonio grabado

Esta historia marcó al pueblo de Tarragona y a la cristiandad en general. La historia de Sant Fructuós fue recogida en la Passio Fructuosi, documento escrito por un testigo de los hechos, que fue leído en las iglesias del norte de África. 

Tanto es así que el mismísimo San Agustín lo mencionó en sus sermones, exaltando la valentía y la firmeza de aquellos que dieron su vida por su fe. Por su parte, el poeta Prudencio, en su obra Peristephanon, dedicó un himno a estos mártires catalanes, inmortalizando su sacrificio en versos que aún hoy nos alcanzan.

Una iglesia en su honor

Y así hasta hoy. En 2008, la ciudad conmemoró el 1750 aniversario de su martirio con un Año Jubilar que revivió su memoria.

Pero más allá de los textos y la devoción, la ciudad también lo recordó de otro modo. A mediados del siglo V, en el mismo Anfiteatro donde fue ejecutado, se erigió una basílica visigótica en su honor, convirtiendo el lugar de su muerte en un espacio de culto y peregrinación. 

Otros dos puntos claves

Con la llegada de los musulmanes en el 711, las reliquias del santo fueron trasladadas a Italia, al monasterio de San Fruttuoso di Capodimonte, donde aún descansan. Sin embargo, algunas de sus reliquias lograron regresar a tierras catalanas, encontrando refugio en Sant Fruitós de Bages y, más tarde, en la cripta de la catedral de Manresa.

Pero el anfiteatro no es el único lugar de peregrinación. La huella de Sant Fructuós también se halla en la Necrópolis paleocristiana de Tarragona, un vasto cementerio de la Antigüedad tardía. Se dice que fue allí donde  fueron sepultados sus restos. En este enclave sagrado para los romanos se ha encontrado un fragmento de epígrafe que menciona su nombre.

¿Un nombre olvidado?

El peso de Fructuós es tal que, desde 1990, desde el ayuntamiento se organiza la representación teatral de La Pasión de Sant Fructuós. En cambio, a pesar del peso histórico de este mártir en la tradición catalana, su nombre ha desaparecido casi por completo de la sociedad actual.

Lo evidencian los datos del Idescat, que indican que a pesar de la conexión de este santo con Tarragona, en toda la comunidad autónoma sólo hay 8 personas que se llaman Fructuós y solo 122 Fructuosos. Para muchos un síntoma de la pérdida de estas historias que forman parte la historia de una comunidad.