La iglesia medieval catalana olvidada en lo alto de un risco: es del siglo XI y está en un pueblo abandonado
- Esta pequeña ermita sobrevive en un notable estado de conservación al lado de un castillo en ruinas
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Si los castillos suelen estar en zonas elevadas, tampoco es de extrañar que las iglesias lo estén. En la Edad Media, poder e iglesia eran casi sinónimo. Iban de la mano. De hecho, no son pocas las fortalezas que cuentan en su interior o al lado suyo con un monasterio. Y eso es precisamente lo que se esconde sobre una ermita catalana situada en la cima de un risco.
La iglesia en cuestión es la de Sant Romà de Comiols y se encuentra en la cima de los acantilados que marcan la sierra de Sant Miquel (Lleida). El templo, que se alza como un testimonio imponente de la historia y la arquitectura medieval catalana, apenas se conoce.
Donde está
Una de las principales razones por las que esta joya del siglo XI pasa desapercibida es porque está situada en el pueblo abandonado de Comiols, en la comarca de la Noguera. Claro que este es parte de su encanto.
La ermita no solo destaca por su aislamiento y su ubicación estratégica. A pesar de estar en lo alto de una colina y cerca de un lugar olvidado, sorprende por su notable estado de conservación. Pero antes, un poco de su historia.
Un pueblo abandonado
El emplazamiento de Comiols ha sido clave. Desde la época romana, formó parte de la ruta hacia Isona, y en la Edad Media mantuvo una posición estratégica para controlar la llanura del Segre. De hecho, junto a la iglesia se encuentra una fortaleza y unas viviendas, un conjunto que, en su época, guardaba el puerto de Comiols y mantenía contacto visual con otras fortificaciones, como el castillo de Montmagastre.
De las viviendas y el castillo apenas quedan las ruinas. La ermita, en cambio, sigue prácticamente intacta en la colina. Para llegar a ella, es necesario recorrer la carretera que une Artesa de Segre y Tremp, tomar un desvío hacia Comiols y continuar a pie por un sendero hasta alcanzar la cima de la sierra.
La historia de la ermita
Al final del camino, uno da con esta sobria y majestuosa iglesia, que aparece por primera vez citada en un documento del año 1010 en el que se habla de unas donaciones a la iglesia de Sant Miquel de Montmagastre por parte de Ermengol II, la condesa Ermesenda y su hijo Berenguer Ramon y aparece citado el castillo de Comiols.
Poco después, en 1054, la ermita fue donada por Arnau Mir de Tost, su esposa Arsenda y su hijo Guillem Arnau a la canónica de Montmagastre. Posteriormente, esta pasó a depender de Sant Pere d'Àger a partir del año 1065. La relación entre el templo dy Àger perduró hasta el siglo XIX.
Un legado del románico
Más allá de la historia, la iglesia de Sant Romà de Comiols es un ejemplo destacado de la arquitectura románica lombarda, caracterizada por su sencillez y un excelente dominio de los recursos constructivos de su época.
Su estructura se compone de una única nave, cubierta con una bóveda de cañón semicircular reforzada por tres arcos torales y otros tres formers a cada lado. En la cabecera, un ábside semicircular de grandes dimensiones se conecta a la nave a través de un sistema de arcos complejo, que incluye un arco triunfal y dos arcos presbiterales.
Cómo es la iglesia
Un detalle singular de la iglesia es su cabecera trilobulada, formada por el gran ábside central y dos absidiolas más pequeñas. Esta disposición, con un contraste de dimensiones y volúmenes, dota al edificio de un carácter único dentro de la arquitectura de la época. Las absidiolas, aunque cegadas al exterior, refuerzan el diseño equilibrado del conjunto.
La fachada sur alberga la entrada principal, un amplio arco de medio punto realizado con pequeñas dovelas, mientras que la fachada oeste está coronada por un campanario de espadaña de dos ojos, parcialmente deteriorado. Destaca también una ventana de doble derrame en esta misma fachada, aunque el revestimiento actual impide determinar si es original o fruto de una reforma posterior.
Las paredes del templo están construidas con sillares bien trabajados y dispuestos en hileras regulares, con la excepción de un pequeño sector en "opus spicatum" bajo el alero del muro norte. Aunque carente de ornamentación en sus muros exteriores, el ábside central exhibe un alero prominente de piedra tosca, que aporta un toque distintivo al conjunto.
El interior está completamente enlucido, con restos de pintura en las ventanas del ábside central que simulan un encofrado ficticio. Aunque algunas capas de yeso corresponden a reformas del siglo XVIII, aún es posible percibir el acabado original de los paramentos. También se conserva el pavimento original de losas de piedra, lo que refuerza el carácter auténtico de esta iglesia medieval.
Un icono
A pesar del abandono que afecta tanto al pueblo como a la iglesia, el edificio se encuentra en un estado relativamente bueno, sin grandes alteraciones en su estructura medieval. Sin embargo, su historia y su arquitectura encierran interrogantes, aún sin resolver que solo una exploración arqueológica exhaustiva podría esclarecer.
Sant Romà de Comiols es una reliquia de la plenitud del siglo XI, un ejemplo de la sobriedad y funcionalidad del románico catalán. Un rincón olvidado del paisaje catalán cargado de misterio.
Cómo llegar
La iglesia de Sant Romà de Comiols queda cerca de Lleida, desde donde se toma la carretera C-13 en dirección a Balaguer y de allí se continúa por la carretera C-26 hacia Artesa de Segre. Una vez en Artesa de Segre, uno debe incorporarse a la LV-9132 en dirección a Tremp. Después de recorrer unos 22 kilómetros, se encuentra el desvío señalizado a la izquierda que te llevará hacia el pueblo abandonado de Comiols.
Desde Barcelona hay más de dos horas. Se va por la A-2 en dirección a Lleida se sale hacia Tárrega para seguir por la C-14 hacia Agramunt que enlaza con la C-26 hasta llegar a Artesa de Segre.