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Al pensar en la búsqueda de oro, se evocan imágenes de la fiebre del oro en el viejo oeste estadounidense, tan típico en las películas. Minas profundas, buscadores agachados en ríos intentando hallar alguna pepita resplandeciente, por poner solo algunos ejemplos. Algo similar hicieron los exploradores españoles al lanzarse hacia el llamado Nuevo Mundo: esto es todo lo que debes saber para no perderte nada y que, además, está relacionado directamente con Cataluña

Sin embargo, estas escenas pueden ser engañosas. Primero, porque se crea la impresión de que esta práctica es exclusiva de Estados Unidos, y, segundo, porque se asume que sucede únicamente en esas tierras. La realidad es distinta. Los romanos ya valoraban el oro y desarrollaron varias técnicas para encontrarlo, entre ellas el bateo, que, sorprendentemente, empieza a hacerse popular en zonas de Lleida.

Este es el lugar de Cataluña relacionado con el oro

Aunque parezca algo inusual, esta práctica tiene precedentes históricos. Ya en la época romana, la península ibérica fue un punto relevante de minería de oro, con yacimientos tanto en montañas como en ríos que enriquecían al imperio.

Balaguer es una de las ciudades más curiosas de Cataluña

Al llegar a lo que hoy es Cataluña, los romanos prosiguieron su búsqueda del codiciado metal dorado. Estaban convencidos de que el río Segre ocultaba importantes cantidades de oro y trabajaron arduamente para obtenerlo. Este legado ha dejado huella.

Así es cómo los romanos extraían el oro en el pasado

Los romanos emplearon un conjunto de técnicas avanzadas para extraer el metal precioso en grandes cantidades. Además de métodos que incluían canalizaciones o incluso hacer volar montañas, buscaron partículas de oro en el agua: pequeñas piedras con el suficiente valor para ser vendidas o usadas como moneda de cambio.

El bateo era la técnica principal durante la época de la República y el Imperio Romano. Este nombre proviene de las herramientas utilizadas en el proceso. La batea es un tipo de plato profundo que se sumerge en el agua; su tela permite el paso del agua, pero retiene las piedras.

Si bien el método no era completamente eficiente, resultaba útil para los romanos, al igual que para algunos buscadores de oro actuales que prueban suerte en el Segre, convencidos de que los romanos no se equivocaban. Los buscadores, tanto antiguos como modernos, agitan el contenido de la batea para que el agua se lleve las partículas más ligeras, dejando el oro, de mayor densidad, en el fondo. Claro, siempre y cuando haya algo que encontrar.

Aunque esta actividad requiere paciencia y un ojo entrenado para identificar diminutas partículas de oro, hoy día es una experiencia única para quienes lo intentan. Los aficionados no solo se conectan con la práctica que han visto en los westerns, sino que se sienten parte de una tradición que se remonta a la antigua Roma.

¿Cómo ha llegado hasta nuestros días?

Esta actividad se ha vuelto tan común que Balaguer, en Lleida, ha comenzado a organizar la “fiebre del oro” para evitar que los exploradores dañen el entorno natural. En el pueblo se imparten talleres dedicados a esta actividad, promoviendo una práctica más controlada y respetuosa.

El ayuntamiento fundó hace años el Centre d'Interpretació de l'Or del Segre, donde los visitantes pueden descubrir la historia de esta práctica. En el recorrido por las instalaciones se puede ver documentación que muestra que, además de los romanos, otros, como los andalusíes o los habitantes de los siglos XVI y XVII, también se dedicaron a explorar las aguas del río en busca de oro.

Balaguer: cómo buscar oro en el río

La visita culmina en la zona del lavadero, donde se enseña cómo funciona el bateo. Incluso, quienes estén interesados pueden inscribirse en talleres prácticos para poner en marcha lo aprendido en teoría.

Por eso, es cada vez más común ver a los habitantes de Balaguer recreando esta actividad ancestral con conocimiento y respetando el medio ambiente. Eso sí, el éxito en la búsqueda del oro sigue siendo una cuestión de suerte.

Aunque el bateo no deja grandes ganancias materiales, esta actividad ha logrado atraer a curiosos, tanto turistas como residentes, interesados en probar suerte buscando oro. Y, de paso, se acercan a la historia de Cataluña y de la antigua Roma.

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