Creación de un edificio de Barcelona y Picasso

Creación de un edificio de Barcelona y Picasso

Historia

Ni el Ayuntamiento ni la Generalitat: el esperado homenaje a Picasso lo hace una tienda de Barcelona

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Las señoritas de Avignon de Picasso es, sin lugar a dudas, una de las obras más conocidas del malagueño. Fechada en 1907, muestra a cinco mujeres desnudas y transgresoras, en un estilo que marcó el inicio del cubismo

Mucho se habló desde entonces sobre la identidad de estas personas retratadas. Poco a poco se fue descubriendo que eran meretrices de la época, pero lo que muchos creyeron fue que el Aviñón del título hacía referencia a la ciudad francesa. Error. Se trataba del nombre de una de las calles más céntricas de Barcelona.

A qué se refiere el cuadro

El propio Picasso señaló en los años 50 que la calle Avinyó había sido su fuente de inspiración, una revelación corroborada por el historiador Palau i Fabre, quien concluyó que el burdel en el que se inspiró el pintor era Ca la Mercè, en el número 44 de esa misma calle. Por aquel entonces, ese rincón de la ciudad albergaba varios prostíbulos, lugares que el artista solía frecuentar en su juventud.

Más allá de lo controvertido y sórdido que puede parecer todo, lo cierto es que, hasta hace poco, uno pasaba por allí y, por mucho que conociera la historia, no podía ubicar muy bien nada. No había ni un sólo indicador de qué sucedió allí, que se gestó ahí. Un hecho que ya ha cambiado.

Un homenaje particular

No ha sido ni el Ayuntamiento, ni la Generalitat, ni tampoco la Diputación de Barcelona o el Gobierno. No, una empresa privada ha sido la responsable de poner en valor el lugar que inspiró a Picasso.

En el número 44 de esta calle de Barcelona hay una tienda de ropa con claras referencias a la obra picassiana. Se ve desde el escaparate. Pero su homenaje no acaba allí. El establecimiento, en sus horas de apertura, llega a poner una réplica de Las señoritas de Avignon en su puerta. Un homenaje que ha sido bien visto por algunos de los amantes de la obra del malagueño.

El cuadro es un reflejo de la época cubista del artista. Inicialmente, Picasso había incluido a un marinero y un estudiante, que luego eliminó en su búsqueda de una estética más purista y sus protagonistas son estas cinco mujeres de rostro poco concreto. Un cuadro que en su día ya fue recibido con suspicacia. Artistas como Henri Matisse llegaron a considerarla una burla, mientras que otros vieron en ella un paso audaz hacia una nueva forma de expresión.

La obra se ha estudiado muy en detenimiento. El estilo, los colores, las referencias, en cambio, sobre el lugar que lo inspiró no se habla tanto. Lo cierto es que este edificio tiene una historia que no sólo merece un cuadro, sino un libro.

Qué había allí

Lo que ahora es un edificio más con una tienda en su planta baja, fue mucho más que un burdel. En realidad fue un palacete, construido en el siglo XVII donde residió la familia burguesa italiana de los Villavecchia

Pasados los años, los genoveses abandonaron su palacete y pasó a ser usado para otros menesteres. Lo evidencia esa cara que se ve en la fachada, conocida como carassa, y que era indicativo de que allí había un burdel.

De palacio a burdel y 'escuela'

Allí estaba Ca la Mercè, el lugar donde Picasso conoció a sus famosas señoritas y otras y que tampoco duró mucho tiempo. Antes de albergar la Fundació Francesc Ferrer i Guàrdia, este edificio fue una “escuela para señoritas”.

Sí, de palacio a burdel y de burdel a educar a chicas que venían de buenas familias para aprender lo que se llamaba “buenos modales”. Y lo mejor de todo, es que adoptó, de alguna manera, el nombre del prostíbulo, transformado entonces como la escuela de Nuestra Señora de la Merced en honor a la patrona barcelonesa.

Cómo es el edificio

Sobre cómo es el lugar. El vestíbulo, accesible a través de una noble puerta de madera flanqueada por picaportes en forma de león, deja ver como allí podían entrar desde personajes ilustres a fastuosos carruajes

Además, en la fachada trasera, hacia la calle Carabassa, aún se conservan esgrafiados del siglo XVIII con motivos mitológicos y florales, junto con esa emblemática carassa.  Otro elemento de interés es el pequeño puente que conecta el primer piso del edificio con un patio en el que crece una fragante magnolia.

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