La Costa Brava es famosa por sus playas, el camino de Ronda y sus pueblitos de carácter medieval. Pero si una entra un poco más hacia tierra, puede encontrar joyas de origen prehistórico y un importante peso en la cultura catalana.
Este pueblo del que hablamos es un claro ejemplo. Se encuentra en el corazón de Les Gavarres, a tan solo 15 minutos de Palamós, y sus restos prehistóricos y su patrimonio lo hacen único. Y aun así, pasa desapercibido.
Hablemos de Romanyà de la Selva
El lugar en cuestión es Romanyà de la Selva, una localidad que aparece oculta en la carretera que recorre la Costa Brava y que no muchos conocen. Si bien su casco histórico bien merece una visita, los importantes monumentos megalíticos que hay en sus alrededores lo llenan de encanto.
Uno de estos legados prehistóricos que han perdurado a lo largo de los siglos, atrayendo a arqueólogos, historiadores y curiosos por igual es el dolmen de la Cova d’en Daina. Se trata de una tumba megalítica que data del período Neolítico (entre 2700 y 2200 a.C.).
Este monumento funerario es uno de los mejor conservados de Cataluña y se caracteriza por su estructura de "galería catalana", con grandes losas de granito formando un corredor que conduce a la cámara funeraria, donde se depositaban los restos de los antiguos habitantes. Excavado por primera vez en el siglo XIX, el dolmen reveló fragmentos de huesos humanos, dientes y diversos objetos de uso cotidiano, lo que confirma que fue utilizado para entierros colectivos.
Junto al dolmen, otro monumento destacado es el menhir de Mutra, una imponente piedra vertical de granito que se alza en medio del paisaje de Romanyà. Este menhir antropomorfo, que mide 2,5 metros de altura, también pertenece al Neolítico y se cree que cumplía funciones ceremoniales o marcaba límites territoriales.
Esta construcción prehistórica fue restaurada y erigida nuevamente en 1952, tras haber permanecido caído durante décadas. La presencia de estos monumentos megalíticos convierte a Romanyà en un importante enclave arqueológico de la Costa Brava, que sigue sorprendiendo a quienes se aventuran a descubrir su historia.
Por último, cerca de Romanyà se halla otro atractivo de gran valor, la cista de la carretera de Calonge. Este lugar es una tumba neolítica más sencilla que el dolmen, pero igualmente significativa. La cista forma parte del legado prehistórico del municipio.
Restos romanos, medievales... y literarios
Más avanzada la historia, abandonando ya los imperios romanos y musulmanes que estuvieron por Cataluña, también la cultura medieval dejó su rastro. En las inmediaciones del pueblo se encuentra el monasterio benedictino de Solius, que añade un toque de espiritualidad y paz a este rincón de la Costa Brava.
Para quien necesite algo más contemporáneo, el núcleo urbano de Romanyà ofrece una ruta cultural que los amantes de la literatura no se pueden perder. Los que conocen la historia de Mercè Rodereda, saben que la escritora tuvo que exiliarse, pero a su vuelta, a mediados de los años 60 del siglo XX, se refugió en este municipio gerundense.
Refugio de Mercè Rodoreda
Allí, la literata tenía unas amigas que le dieron cobijo y el espacio necesario para hacer lo que más le gustaba escribir. Allí, no sólo pasó sus últimos años de vida, sino que escribió el final de su popular libro Mirall trencat y los posteriores Quanta, quanta guerra... i Viatges i flors.
Quien se acerca al municipio puede comprobar que el jardín de esta casa, sus flores y los bosques de encinas de Les Gavarres quedan reflejados en sus escritos. Por eso, bien merece una visita.
El itinerario que recomiendan desde las oficinas del ayuntamiento arranca con en el busto de Mercè Rodoreda en la Plaça de la Rectoria y sigue por la Plaça de l'Església. Luego, se pasa por la entrada del pueblo y el restaurante Les Gavarres, para continuar hacia el bosque junto al camino y el Senyal Vell. A continuación, se llega al Mirador de les Mirandes y al bosque conocido como "el bosc i la por". Después, se visita la Casa Rodoreda, seguida del ya citado Dolmen de la Cova d'en Daina, y finalmente, el recorrido termina en el cementerio, donde está enterrada la escritora.
Rodeado de naturaleza
Y quien prefiera un poco de montaña y naturaleza, lo tiene. El pueblo se encuentra enclavado en un entorno montañoso, con amplias vistas al valle y bosques de alcornoques que inspiran calma y tranquilidad.
Los paisajes de Les Gavarres, con sus caminos rurales y miradores naturales, ofrecen un entorno ideal para el senderismo y el contacto con la naturaleza. La ruta del Carrilet, que sigue el antiguo trazado del tren de vía estrecha, forma parte de la red de cicloturismo de la Costa Brava.