Desde siempre, el desarrollo industrial ha estado íntimamente ligado a la arquitectura innovadora. Aunque hoy en día la mayoría de las fábricas siguen un diseño estándar, algunos empresarios optaron por hacer de sus instalaciones algo único, incluso en su estructura. Un ejemplo evidente son las colonias creadas alrededor de las industrias textiles en Cataluña.
A finales del siglo XIX y comienzos del XX, esta práctica se volvió tan popular que varios magnates decidieron atraer a sus empleados mediante diseños audaces que les ofrecieran un entorno especial. Un caso destacado: los Güell, que contaron con Antoni Gaudí para diseñar su colonia industrial en Santa Coloma de Cervelló.
Qué relación tenía Gaudí con los Güell
Este no fue el único proyecto de Gaudí para los Güell, ni tampoco su única incursión en el ámbito industrial. La familia poseía una fábrica de cemento, Asland, en Castellar de n’Hug, situada en los Pirineos, un lugar de difícil acceso. Por ello, contrataron al arquitecto de Reus para que construyera una residencia para los empleados de la empresa y para los trabajadores de las minas de carbón que abastecían la planta.
En 1902, Gaudí levantó allí el Chalet de Catllaràs, pero la conexión entre la mina, la planta cementera y la localidad más próxima, Guardiola de Berguedà, seguía siendo complicada. Además, el transporte de la producción para su distribución resultaba problemático. Fue entonces cuando se decidió conectar la ciudad con la fábrica mediante un ferrocarril.
Este es el tren para llegar a la obra de Gaudí
Este tren, inaugurado en 1909, facilitó la vida de los trabajadores, al tiempo que les brindaba vistas espectaculares. A lo largo de su recorrido de 11 km, el río Llobregat se convirtió en el principal compañero de viaje de quienes lo utilizaban. Mejor dicho, de quienes aún lo utilizan. Conocido hoy como el Tren del Ciment, se abrió al público en 1914 y se convirtió en un deleite para los amantes de la naturaleza, impulsando el turismo en la comarca del Berguedà como nunca antes.
Aunque el tren dejó de operar el 14 de octubre de 1963, el deseo de recuperar el patrimonio y ofrecer un turismo de calidad en la región permitió su renacimiento. En julio de 2005, gracias al apoyo de los Ferrocarriles de la Generalitat de Catalunya, la restauración de antiguas locomotoras y la mejora de las vías, el tren volvió a ponerse en marcha. Quienes decidan viajar en este tren disfrutarán de varias experiencias únicas. Primero, revivir un trayecto en un ferrocarril histórico. Segundo, recorrer un trayecto de 3,2 km rodeado de paisajes naturales, que lleva a otra obra de Gaudí escondida en La Pobla de Lillet. Y no solo hablamos del mencionado chalet, que permaneció abandonado durante décadas.
Este es el jardín escondido de Antoni Gaudí
Durante la construcción del edificio, Gaudí se alojó en la casa de una familia acomodada, los Artigas. Como agradecimiento, el arquitecto les diseñó un jardín que no tiene nada que envidiar al famoso Park Güell. Además, este espacio es mucho menos concurrido.
Para descubrir esta joya del legado de Gaudí, basta con tomar este tren histórico, que permite llegar hasta allí. Una experiencia que fusiona historia, industria y arquitectura en poco más de tres kilómetros, por un precio máximo de 10 euros ida y vuelta.