Entre toda la gastronomía catalana podemos encontrar abundantes recetas de comidas originales y ricas, más allá de la archiconocida escudella , la butifarra y los caragols a la llauna. A nosotros lo que nos gustan son los postres. Por eso, hoy hemos decidido buscar entre las recetas locales, alguna muy original que podamos descubriros.
Así, nos hemos ido hasta Cardedeu, conocido por su original receta de borregos. Te explicamos en qué consisten, porque es algo que sólo se hace en Cataluña.
Los borregos de Cardedeu, una receta del s. XVIII
Se considera que es un postre medieval, aunque la primera referencia que se tiene de ellos es del 1830, momento en que aparece en una lista de la compra.
Sin embargo, en Cardedeu saben (así lo recoge la documentación del Museu de Cardedeu), que lo Domingo Vila, los panaderos más antiguos del pueblo, ya hacían borregos en su panadería, regentada por su familia durante seis generaciones.
Como curiosidad, lo cierto es que había otra familia de panaderos que compite por la exclusividad de la producción de borregos. Como declara la web del Museu: “el establecimiento que les dio más fama fue la Panadería de Pedro Sabatés (ahora Fleca Vella), sucesor de Josep Zabatés, y que tal y como escribe Tomás Balvey “era l’únic que feia borregos, a la Fleca-vella, i que obtingué la concessió del Privilegi Reial per fer-los.””
Ese potente reconocimiento, que dio muchísima publicidad a la panadería, lo obtuvieron gracias a que Pedro Sabatés, dueño del lugar en 1878, envió unos lotes al rey Alfonso XII, a quien visiblemente le gustaron mucho.
Años más tarde, cuando llegó el tren -y con una gran visión de negocio-, instalaron una paradita en la estación de tren de Cardedeu. Con lo cual, tanto los habitantes que esperaban como los turistas que venían de visita, se llevaban una papelina calentita con estos deliciosos dulces; lo que extendió su fama hasta Barcelona. Pero, vayamos al grano:
¿Qué son los borregos de Cardedeu y cómo se preparan?
Se trata de un bollo del tamaño de una pequeña rebanada de pan, hecho a base de harina, azúcar, anís, huevos y “el ingrediente secreto que pasa de generación en generación”.
Para hacerlos, se debe preparar primero una masa con los ingredientes y, a continuación, hacer unas barras delgadas y largas, que colocaremos en una lata untada de aceite, taparemos con un paño y dejaremos reposar en un lugar caliente hasta que duplican su tamaño.
Luego se les pasa un pincel con agua y aceite y se ponen al horna hasta conseguir un tono dorado. Cuando se enfrían, se cortan a pequeñas rebanadas y se vuelven hornear hasta que se quedan rubios y duros.
Debido a su dureza, se comen con azúcar y mojados en leche o incluso vino. Recomendamos tomarlo con un vino dulce o de postre para viajar directamente a la campiña del siglo XVIII.