Uno de los mecenas más conocidos en el mundo de la arquitectura es el famoso conde Güell. Él se hizo construir varios edificios, palacios, fábricas, jardines y hasta parques enteros, contando con Antoni Gaudí como su hacedor principal. Obviamente, hay más Güell en la historia de los mecenas de Cataluña.
Uno que pasa más desapercibido es Charles Deering. Con este nombre, cuesta pensar que este hombre era catalán. Y es cierto, no lo era. En cambio, hizo mucho por la arquitectura de este país.
El origen de todo
Hijo de un famoso empresario estadounidense, que hizo fortuna con el diseño de trajes militares y relacionados, se convirtió en el presidente del consejo de administración de la International Harvester Company. Un cargo que le hizo tener una jubilación de lo más relajada y creativa.
Amante del arte, desde 1910 empezó a viajar por Europa, viendo exposiciones y disfrutando de la vida. Y allí conoció al pintor catalán Ramón Casas. Claro que las versiones de cómo se conocieron varían según quién la cuenta.
Dos versiones de la historia
La versión más temprana de este conocimiento se remonta a 1908, antes de esos viajes por Europa. El estadounidense, habría visitado Barcelona y recaído en Els quatre gats, el bar frecuentado por los vanguardistas catalanes.
La segunda versión de la historia sigue la idea de que pudo ser en ese mítico 1910, en sus viajes por Europa que se conocieron. Al parecer, Casas y Deering habrían coincidido en París y le pidió que le retratara a él y a sus hijas. De ese momento, nació una relación de lo más fructífera para el artista y para Cataluña.
Enamorado de Sitges
Ninguna de las historias de ese encuentro es descabellada, incluso se pueden cruzar, pero eso no es tan importante como lo que sucedió después. El catalán invitó al millonario a su casa de Sitges. El estadounidense aceptó la proposición, viajó hasta Barcelona y de allí al hogar de Casas. Lo que allí sucedió fue un flechazo.
Deering se enamoró de la ciudad, tanto que no sólo se fue a vivir allí, sino que financió varios proyectos para embellecerla. Una de las primeras pruebas de este amor llegó al poco tiempo de estar allí.
Hospital y Maricel
Con Casas como cara visible, en 1912 compraron el Hospital de Sant Joan de Sitges. Este sería su centro de operaciones. Con la ayuda del pintor Miquel Utrillo, quien tuvo la idea y el beneplácito del propietario del centro, Josep Planas i Robert, el yanki se hizo con esa propiedad y la convirtió en su centro de operaciones provisional.
Rebautizado con el nombre de Maricel, este palacete acogió las obras de grandes artistas. Allí, frente al mar, en medio del acantilado que divide las playas de Sant Sebastià y la de Sitges, Deering se hizo con una valiosísima colección de arte.
Socio del RACC
Desde 1910 hasta 1921, la relación del millonario con Sitges fue deliciosa. Pero no sólo con esta ciudad. Debido al influjo de Ramon Casas el estadounidense se hizo socio del recién nacido Real Automóvil Club de Cataluña.
También se movió por diversos puntos de la comunidad autónoma hasta el punto que se compró una segunda residencia y no precisamente modesta. Si primero se hizo con un hospital, poco después se hizo con toda una fortaleza.
Tamarit
Deering se compró ni más ni menos que el castillo de Tamarit, una increíble fortificación del siglo XII, donde también depositaria otra parte de su obra tras remodelarlo. Las características, además, eran parecidas a las de Maricel: una vivienda en un acantilado entre dos playas, ésta, por eso, de más difícil acceso.
Pero este romance con Cataluña se rompió. Antes de morir, en 1921, el estadounidense se fue con parte de su obra a su país. Eso sí, quedó para siempre el palacio Maricel de Sitges, ahora reconvertido en museo.
El legado
También quedó en otras manos el castillo de Tamarit. En manos de la familia Sen, esta fortaleza se ha convertido en un lugar para eventos y bodas. De hecho, varios jugadores del FC Barcelona han celebrado allí su casamiento.
En cualquier caso, Cataluña recuerda todavía a este magnate estadounidense, que quiso tanto al territorio. Prueba de ello es el busto que erigió el ayuntamiento de Sitges cerca de la playa y el puerto de Aiguadolç.
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