Cataluña tiene siglos de historias. Iberos, griegos, romanos, musulmanes, judíos, la mayoría de grandes culturas y civilizaciones del mundo pisaron una u otra vez estas tierras, dejando también vestigios y tesoros para la historia.
La capital catalana es un claro ejemplo de ellos. Templos, necrópolis y murallas tan romanas como medievales se pueden contemplar cuando uno pasea por el centro de la ciudad. El casco antiguo, como su propio nombre indica fueron el origen de la actual Barcelona y allí se esconde de todo.
Tesoros ocultos
Hay restos históricos que son más que visibles, como el cementerio romano de la plaza de la Vila de Madrid, las murallas de la Catedral; pero hay otras que cuestan más de encontrar, como el templo dedicado a Augusto o las murallas que están bajo tierra, concretamente en el metro. O mejor dicho, camino a él.
Las prisas del día a día y la rutina muchas veces no dejan ver lo que está enfrente de uno y eso precisamente es una muralla construida entre los siglos XIV y XV, que está en la parada de Plaza Cataluña. En el centro neurálgico de la ciudad.
La historia de la muralla
No está en ningún túnel ni en un rincón escondido a la vista del público. Al contrario, sólo hace falta tomar el ascensor en la estación de FGC y del metro de la L3 que comunica el vestíbulo con la calle Pelai.
Se trata de los restos del portal de Sant Sever. Se trata de la ampliación de las murallas que el Consejo de Ciento decidió erigir en 1368 para fortificar lo que ahora es el Raval. La muralla se amplió a lo largo de los años. Se reconstruyó con piedra y se añadieron torres y una de ellas, la primera que se construyó, fue la que ahora está bajo tierra. Un siglo después, en el siglo XV se abrió un portal.
Reivindicación histórica
La ciudad fue creciendo, las murallas se fueron derruyendo cuando no quedando bajo tierra, como es el caso de este portal. Pero poco a poco, se ha revalorizado este legado y se ha defendido y protegido.
La muralla soterrada en el metro, fue puesta en valor en 2007, coincidiendo con el 150 aniversario de la demolición de la mayor parte de las murallas medievales de Barcelona, que tuvo lugar entre 1854 y 1868. Ese año, la asociación Consell de Cent --que agrupa a la mayoría de los que fueron concejales de la ciudad desde 1979-- y el Museu d'Història de la Ciutat promovieron ese año la señalización de los antiguos portales de la muralla, así como una guía sobre las murallas.
Visible desde el ascensor
Ahora, 17 años después, toda esa reivindicación parece olvidada. Han de salir cuentas de TikTok, Instagram o demás para que alguien caiga y repare en estas cosas. La historia está a tocar y a la vista de aquel que quiera mirar y preguntarse qué tipo de ruina o pared está viendo o por qué ese ascensor del metro es transparente y deja ver algo extraño.
Pero la muralla no es la única joya que oculta la estación de Plaza Cataluña. En ese mismo vestíbulo que conecta las líneas del metro y FGC hay plaza subterránea en cuyas paredes se puede apreciar un mural histórico.
Un tesoro de estación
La rotonda dels transports, pasa completamente desapercibida y es una joya que cuenta ya con más de medio siglo de vida y un gran valor. Los murales están realizados con gres, todos miden 2,15 metros de alto y el más grande tiene 6,5 metros de largo, mientras los más estrechos, los que hay en una columna central hacen 65 cm.
En él se aprecia la representación de medios de transporte de diferentes épocas: trenes, bicis, submarinos, barcos, tractores, coches, globos aerostáticos y otros inventos históricos.
En definitiva, el subsuelo de Plaza Cataluña es todo un tesoro.