Ahora que el clima comienza a enfriarse en Europa y los días fríos y grises asoman con aciagas pretensiones, es razonable ambicionar las sensaciones de la primavera y querer rodearse de climas suaves que contrarresten la melancólica atmósfera invernal.
Con el puente de la Constitución en el horizonte más cercano y las vacaciones navideñas a tiro de piedra, renace la ilusión por una escapadita allá donde todavía hay aroma de primavera. Disfrutar de una temperatura amable, volver a pisar la arena de la playa o conocer entornos naturales de gran belleza es posible en la isla canaria de Lanzarote.
Vueling dispone de 13 frecuencias semanales a Lanzarote desde Barcelona en un vuelo de poco más de dos horas. Desde Bilbao conecta cuatro vuelos a la semana con el aeropuerto César Manrique-Lanzarote. Desde Málaga, Oviedo, Sevilla y Santiago de Compostela la aerolínea dispone de dos frecuencias semanales.
Una isla genuina
La isla canaria más oriental, conocida por un entorno volcánico con rasgos lunares y un agradable clima durante todo el año, se está volviendo cada vez más popular entre los viajeros. No importa la temporada. Cualquier momento del año es bueno para visitar la isla esculpida entre playas y volcanes.
Reserva de la Biosfera desde hace ya tres décadas, Lanzarote, la isla conejera como se la conoce en Canarias, es todo lo que el viajero desea encontrar. La naturaleza y el arte van de la mano, su gente siente y vive el compromiso de pertenecer a ella, la comida sabe a mar y a campo, y el ocio es mucho más que descanso y diversión. También es arte, es cultura, es playas de arena dorada y negra, es paisaje, es diversidad cromática, es arquitectura… es César Manrique.
De todo para todos
Una asombrosa colección de playas y piscinas naturales, paisajes ennegrecidos salpicados por casas blanquísimas, los impresionantes Jameos del Agua, sus espectaculares paisajes volcánicos o la marinera capital de Arrecife son motivos más que suficientes para emprender vuelo con destino al Aeropuerto Internacional César Manrique-Lanzarote.
Otros importantes reclamos de Lanzarote son los turísticos enclaves de Puerto del Carmen, Costa Teguise y Playa Blanca, los ‘juguetes de viento’ que adornan las rotondas, los viñedos de La Geria, el Jardín de Cactus; Los Hervideros, un extraordinario collage de rocas, cuevas y tubos de lava que se ciernen sobre la costa oeste de la isla o La Cueva de los verdes, que forma parte del tubo volcánico de siete kilómetros que une el Volcán de la Corona con el mar.
Incluso los apasionados del deporte y del entorno natural tienen también su espacio para disfrutar de actividades acuáticas como windsurf, kayak o remo, mientras que algunas de las áreas más pintorescas de la isla brindan el escenario perfecto para deportes terrestres como ciclismo, carrera yo trekking.
Parque Nacional de Timanfaya
El símbolo de Lanzarote. Lavas y magmas originaron un escenario de ciencia ficción de más de 50 kilómetros cuadrados en cuyo interior se alza una cadena de volcanes conocida como Montañas de Fuego. Timanfaya era antiguamente una de las zonas más fértiles de la isla, pero las erupciones sepultaron más de una treintena de pueblos y caseríos. Los volcanes y campos de lavas vírgenes constituyen uno de los espectáculos visuales más pintorescos de la isla.
El Parque Nacional de Timanfaya llega hasta el mar y a pesar de su aparente hostilidad hacia cualquier forma de vida, en ella habitan especies animales como el lagarto de Haría, cuervos, gaviotas y pardelas y gran variedad de líquenes y flores endémicas.
El núcleo del Parque lo conforma la denominada Ruta de los Volcanes. Su trazado es una sinuosa pista de casi 14 kilómetros que atraviesa el corazón del Parque Nacional de Timanfaya, y permite descubrir los diferentes tipos de lava y las anomalías geotérmicas de la zona.
La herencia de César Manrique
Lanzarote no puede concebirse sin la aportación de César Manrique. Sus pinturas, esculturas, obras arquitectónicas y tantos y tantos trabajos artísticos han hecho de esta tierra una auténtica obra de arte modelada a partir del respeto al medio ambiente.
Su primera obra en Lanzarote, y quizás la más espectacular, fueron los Jameos del Agua, un conjunto de cuevas volcánicas que acoge uno de los Centros de Arte, Cultura y Turismo, localizado en el municipio de Haría. Acoge restaurante, centro de interpretación, terrazas, jardines, la icónica piscina y la laguna natural donde viven uno de los símbolos de la isla conejera, los jameítos, especie única y en peligro de extinción de pequeños cangrejos de color blanco y ciegos.
El auditorio natural, como el resto del recinto, está perfectamente integrado en una formación volcánica y es el mejor ejemplo de que la mano del hombre puede trabajar en armonía con el entorno natural.
El Mirador del Río, situado a 500 metros de altura, está espectacularmente integrado en los acantilados del norte de la isla. Incluso la que fue su propia casa, en el Taro de Tahíche (Teguise), es un ejemplo excepcional de armonización con el entorno. Actualmente es la sede de la Fundación César Manrique, que trabaja para conservar y difundir la obra del artista canario.
El edificio fue construido sobre una colada lávica, y aprovecha, en el nivel inferior, la formación natural de cinco burbujas volcánicas para configurar un espacio habitable sorprendente; el nivel superior y el exterior de la casa están inspirados en la arquitectura tradicional de la isla. La Casa Museo del Campesino, el Jardín de Cactus o el Castillo de San José, con su restaurante, son otras de las obras del artista que pueden visitarse en Lanzarote.
La Graciosa
Para los amantes del aire libre, Lanzarote cuenta con varios rincones magníficos para perderse en la naturaleza. La Graciosa, una pequeña isla situada al norte de Lanzarote, es uno de los lugares más recónditos y desconocidos de todo el archipiélago canario. Esta pequeña porción de tierra de solo ocho kilómetros de largo y aproximadamente tres de ancho es todavía hoy un paraíso virgen.
Pequeña, tranquila, sin carreteras asfaltadas, con playas de aguas turquesas y arena dorada y refugio de aves marinas, La Graciosa forma parte del Parque Natural del Archipiélago Chinijo y de una de las tres Reservas Marinas que existen en Canarias.
Las playas
Otro de los motivos por los que merece la pena visitar Lanzarote es porque alberga playas increíbles. Van desde calas con arena negra volcánica hasta largas extensiones de arena blanca y dorada. Playa Quemada, cerca de Puerto del Carmen y Caletón Blanco, en el norte, definen ambos extremos.
La isla alberga cerca de un centenar magníficas extensiones de arena, algunas de las cuales están consideradas entre las mejores de Canarias, como Famara, un gran arenal de nueve kilómetros en la escarpada costa noroeste y las calas interconectadas de Papagayo, situadas cerca de Playa Blanca en el sur.
Los pueblos
Desde el bullicio de Arrecife hasta la tranquilidad de Teguise y los secretos volcánicos de Yaiza, cada pueblo ofrece una ventana a la singularidad de la vida canaria. En estos enclaves, las casas encaladas y las calles empedradas se entrelazan con la arquitectura tradicional, creando una estampa pintoresca que destaca la identidad única de cada localidad. La influencia histórica, marcada por la conexión con el mar y las erupciones volcánicas, se reflejan en la estructura de los pueblos y en las leyendas que perduran en sus calles.
Arrecife, la capital de la isla de Lanzarote, es una ciudad llena de historia y encanto. Desde sus orígenes como modesto puerto pesquero hasta convertirse en el centro comercial y financiero de la isla, esta población ha mantenido su esencia y tradición y el pasado y el presente conviven en armonía. Visita obligada son los castillos de San Gabriel y el de San José.
Yaiza es uno de los pueblos más emblemáticos de Lanzarote, situado en el centro de la isla y rodeado de un paisaje volcánico espectacular. Sobresale por su cuidado paisajístico y su respeto a la arquitectura tradicional, sensación que percibe el visitante al pasar entre sus casas cuidadas al máximo y decoradas con plantas y flores. Sus calles empedradas y edificios antiguos de arquitectura canaria, la convierten en un lugar ideal para los amantes de la historia y la cultura. Frente al ayuntamiento, se encuentra la parroquia de Nuestra Señora de los Remedios, patrona del municipio. A este municipio pertenece Playa Blanca, una aldea de pescadores que, en la actualidad, es uno de los destinos vacacionales más populares de la isla situado frente a un brazo de mar que separa Lanzarote de Fuerteventura.
Puerto del Carmen ha pasado de ser un tradicional pueblo marinero (La Tiñosa) a transformarse en una de las principales zonas turísticas de Lanzarote, con una gran infraestructura hotelera y de servicios. Con más de seis kilómetros de magníficas playas, entre las que destacan Matagorda, Playa Grande y Los Pocillos, su interminable paseo marítimo recorre una extensa avenida paralela al mar salpicada de bares y restaurantes.
Teguise, antigua capital de Lanzarote, es un enclave fantástico para los apasionados de la historia y la cultura. Este municipio, el más extenso de la isla y situado en el interior, viene a ser el punto de conexión entre el norte y el sur de Lanzarote. Aquí, el viajero podrá disfrutar de lugares como el Palacio Espinola, que acoge la Casa Museo del Timple, espacio divulgativo en el que se explican las características sonoras de este singular instrumento musical de Canarias. También se puede visitar el Castillo de Santa Bárbara, edificación que durante muchos años sirvió de fuerte ante las sucesivas invasiones de piratas y corsarios. Un paseo por Teguise permite al visitante hacerse una idea de cómo era la vida en Lanzarote durante los primeros años de la etapa colonial. Además, el municipio de Teguise cuenta con unas increíbles playas, así como una amplia oferta de ocio y restauración, gracias al litoral de la localidad de Costa Teguise.
Tinajo, al noroeste de la isla, destaca por haber sido una de las localidades habitadas con mayor actividad volcánica en el pasado. Tinajo accede a la costa a través del pueblo marinero de La Santa, perfecto para saborear el pescado y marisco de la isla y, muy cerca, se encuentran la ermita de la Virgen de los Dolores y la iglesia de San Roque.
San Bartolomé está rodeado de un entorno lleno de contrastes entre el blanco y la luz de los edificios con el suelo negro volcánico. Tiene actividad agrícola y allí arranca la zona de viñedos de la isla. Haría, por otra parte, queda alejado de los núcleos turísticos, mantiene la personalidad del Lanzarote más tradicional. Este municipio, a que pertenece Arrieta, es conocido por el sobrenombre del Valle de las Mil Palmeras.
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