Pan con aceite (y tomate)

Pan con aceite (y tomate) CANVA

Gastronomía

El plato más típico de la gastronomía catalana, según una encuesta del CIS: tiene su origen en el siglo XIX

Destaca por su sencillez y no solo gusta a los catalanes, sino a visitantes de muchas ciudades de España

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El CIS se ha detenido en conocer los platos más típicos de la gastronomía española por comunidades autónomas. En el caso de los andaluces hay empate entre el gazpacho andaluz y el pescado frito (35%), mientras que los aragoneses votan masivamente por su ternasco (54%), los asturianos por su fabada (88,3%) y los canarios por sus papas arrugadas (66,9%).

Los cántabros votan por su cocido montañés (85%), los castellanomanchegos se reparten entre el queso (33,3%) y las migas (16,3%), y los castellanoleones (34,5%) por su lechazo asado.

Pan con tomate en Cataluña (31,2%), paella en la Comunidad Valenciana (82,6%), jamón en Extremadura (33%), pulpo en Galicia (61%) y callos (71,9%) en la Comunidad de Madrid son asimismo otras de las recetas más votadas de la comida regional.

Completa este mapa la marinera murciana (30 %), la menestra navarra (31,1%), el chuletón del País Vasco (28,6%), la caballa de Ceuta (58,3%) y el cuscús (22,2%), en Melilla.

El plato preferido de los catalanes, según el CIS

Entre plato y plato, si hay uno que destaca por su sencillez, es el pan con tomate. El favorito no solo de los catalanes, sino de bastantes turistas y de visitantes de otras ciudades.

Como algo tan simple puede hacer feliz a tanta gente. El proceso de preparación es un ritual que requiere paciencia y destreza. El pan tostado se frota con un tomate cortado en mitades, dejando que la pulpa jugosa impregne cada poro y cada grieta del pan.

Una pizca de sal (si se puede y quiere), esparcida con cuidado sobre el pan, realza los sabores y completa la experiencia sensorial. Y como colofón, un chorrito de aceite de oliva virgen extra, la joya de la corona, que añade su aroma y suavidad al conjunto sin restar protagonismo al sabor natural del tomate.

Persona refregando el tomate en el pan

Persona refregando el tomate en el pan CANVA

Eso sí, si quieres hacer un pan con tomate "com cal", deberás seguir el siguiente orden:

  • Tostar el pan.
  • Frotar un ajo.
  • Frotar la pulpa del tomate.
  • Poner la sal.
  • Echar un chorrito de aceite.


¡Y listo! Ya solo queda disfrutarlo.

Origen del pan con tomate

Hace más de tres décadas y media, el escritor y gastrónomo Néstor Luján ofreció toda una lección sobre la historia oficial del pan con tomate. El 19 de junio de 1984, publicó en La Vanguardia un artículo en el que sacaba a la luz un dato que, desde entonces, ha sido citado, repetido y distorsionado hasta la saciedad. Por ello, conviene volver a la fuente original. Allí afirmaba: "La primera mención --al pan con tomate-- en la literatura catalana, que yo conozco, data precisamente de hace un siglo, en 1884, cuando el humorista Pompeu Gener escribe a su amigo el conde de Foxá desde París."

Pompeu, o Pompeyo Gener Babot (1846-1920), fue un ensayista y dramaturgo barcelonés que frecuentó los círculos de la bohemia parisina. Según Luján, fue en la capital francesa donde anotó unos versos en los que ya aparece la célebre vianda: "Lo que menjàrem certa nit, ço és, pa amb oli amanit amb tomaca e bon profit, s’ha fet de moda…" Que traducido vendría a decir: "Lo que comimos cierta noche, es decir, pan con aceite aderezado con tomate y buen provecho, se ha puesto de moda."

El poema continuaba relatando que aquel bocado había sido degustado --y celebrado-- por las escritoras Juliette Adam y Judith Gautier, e incluso por la mismísima Sarah Bernhardt, que llegó a prepararse una rebanada. La incógnita está en el origen de esta información: ¿halló Luján la referencia entre los documentos de Gener conservados en el Archivo Histórico de Barcelona, o acaso fue el propio conde de Foxá quien le mostró la carta?

Aunque el documento original nunca ha salido a la luz, la comunidad aceptó la versión de Luján sin cuestionarla. De hecho, su hallazgo ha servido tanto para que los catalanes reivindiquen el carácter centenario del pa amb tomàquet como para que algunos detractores sugieran que, si Gener lo conoció en Francia, su invención no puede atribuirse a Cataluña.

En cualquier caso, lo que realmente transmite el poema es que el pantumaca se había convertido en una moda entre las élites intelectuales parisinas. Para quienes leyeran aquella carta en 1884, la ocurrencia debió de resultar graciosa y evidente, mientras en los salones de la capital francesa se servían con entusiasmo rebanadas de pan con tomate.