La cocina catalana destaca por la calidad y la variedad de sus ingredientes, que provienen del mar, la montaña y la huerta. Nos encanta su capacidad para combinar sabores frescos y auténticos, como el aceite de oliva, las verduras, el pescado del Mediterráneo y las carnes locales. Platos tradicionales como la escalivada, los calçots con salsa romesco o la butifarra con mongetes son ejemplos de esta rica tradición culinaria. Además, tiene un equilibrio único entre tradición e innovación, algo que ha sido impulsado por chefs de renombre internacional, haciendo de esta gastronomía un referente global.
Otro aspecto que nos gusta es la conexión de esta cocina con las estaciones y la comida de proximidad, lo que garantiza productos frescos y de temporada durante todo el año.
La cocina catalana en el mejor restaurante de La Garrotxa
En un pueblo de la Cataluña recóndita, encontramos un establecimiento que destaca por su rica gastronomía catalana. Es el Restaurante Montserrat 'Can Marcelino', en la Beuda, en Girona.
Están especializados en la típica cocina de cazuela tradicional. Se pueden degustar platos como el pato con peras o la ternera con setas. Pero también disponen de un menú diario, de fin de semana, para grupos, para niños y platos aptos para personas celíacas.
Además, tienen espacio para cargar coches eléctricos en la zona de aparcamiento, zona para niños, salones privados y terraza.
Abre todos los días de 13 h a 17 h, menos los miércoles y los jueves que está cerrado. Se pueden realizar reservas.
Este negocio lo han llevado durante tres generaciones de mujeres y es un rincón tranquilo y rústico que gracias a su buen servicio te tratarán como si estuvieran en casa. Recomiendan los caracoles y el alioli.
Conoce la Beuda
En Beuda, en la comarca de La Garrotxa, se produce una comunión perfecta entre la naturaleza y la arquitectura medieval, que incluye varias casas solariegas, monasterios románicos y un castillo ancestral. La iglesia del Santo Sepulcro de Palera (siglo XI) y la de San Félix de Beuda (siglo XI) son dos ejemplos arquitectónicos que no hay que perderse.
El municipio está recluido entre el macizo del Monte y el valle del Fluvià. Dentro del término encontramos tres caseríos más: Lligordà, Palera y Segueró. El territorio, montañoso, húmedo y agreste, se nutre de un grupo de ramblas, como el agujero del Espinau o el salto de Palera.
Tienen fama las canteras de alabastro de Beuda, explotadas desde la época romana y utilizadas durante la Edad Media para hacer retablos y esculturas por todo el país.